Domingo de Ramos (13-04-2025) Llega un rey de Paz

Llega un rey de Paz
Llega un rey de Paz

(Nota aclaratoria: En la eucaristía de este día se lee toda la pasión del Señor Jesús (Lucas 22, 14-23,56) pero para este comentario nos detendremos en la entrada de Jesús a Jerusalén)

Para Lucas Jesús es “el profeta”, con lo cual todo se organiza para ir cumpliendo lo anunciado

Jesús realiza un “signo profético”, un signo contracultural al entrar en un asno. Este animal es signo de paz, al contrario del caballo que es signo de guerra

La entrada “triunfante” de Jesús a Jerusalén, pronto tomará el rumbo de la pasión que celebraremos en los días que siguen

De nuestra fidelidad, dependerá que sea Dios quien tenga la última palabra, como la tendrá con la resurrección de su Hijo después de su pasión

Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: "¿Por qué lo desatan?", respondan: "El Señor lo necesita". Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: "¿Por qué lo desatan?". Y ellos respondieron: "El Señor lo necesita". Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían:"¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!". Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: "Maestro, reprende a tus discípulos". Pero él respondió: "Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras” (lc 19, 28-40).

En este comienzo de la Semana Mayor, se lee el relato de la pasión, condensando en este día, lo que va a sucederle a Jesús como consecuencia de su predicación. Precisamente, este relato nos sitúa, por una parte, en la llegada de Jesús a Jerusalén y, por otra, en el éxito que su misión iba teniendo entre los suyos, incluso para proclamarlo rey, con lo cual, es comprensible, que la persecución que también se estaba gestando, se acelere y prefieran llevarla a cabo para liberarse, de una vez por todas, de este personaje que va consiguiendo más seguidores.

Cabe anotar que todo el evangelio de Lucas se estructura con la subida de Jesús a Jerusalén, allí donde matan a los profetas (“no conviene que un profeta perezca fuera de Jerusalén” Lc 13, 33), y para Lucas Jesús es “el profeta”, con lo cual todo se organiza para ir cumpliendo lo anunciado.

Llama la atención que Jesús va a entrar en un asno, contrastando con esto la entrada de los reyes de los imperios, quienes entrarían en un “caballo”. El asno es señal de paz mientras que, el caballo, es señal de guerra. En otras palabras, Jesús realiza un “signo profético”, un signo contracultural para lo que sería habitual en su tiempo y responde de esa manera al rey esperado por Israel: “Exulta sin freno, hija de Sion, grita de alegría, hija de Jerusalén. He aquí que viene a ti tu rey (…) Él suprimirá (…) los caballos de Jerusalén, será suprimido el arco de combate y él proclamará la paz a las naciones” (Zac 9, 9-10).

Por otra parte, el hecho de que Jesús mande a sus discípulos por el asno y les diga que si les preguntan porqué lo desatan, respondan que “el Señor lo necesita”, significa la autoridad con la que Jesús habla, autoridad que comienza a ser reconocida por muchos.

En el evangelio de Lucas a Jesús no lo saludan con ramos sino extendiendo sus mantos sobre el camino (los otros evangelistas si se refieren a ramos). Además, lo reciben llenos de alegría y alabando a Dios. De esa manera se manifiesta el reconocimiento que sus discípulos están haciendo de sus obras porque, en verdad, con sus actitudes y sus milagros, Jesús está haciendo presente la salvación esperada. Pero en esta misma entrada se presentan los fariseos -será la última vez que aparezcan en el evangelio de Lucas- diciéndole a Jesús que mande callar a sus discípulos. Jesús responde con la misma autoridad que había manifestado antes: “si ellos callan, gritarán las piedras”, es decir, el reconocimiento que están haciendo no es por la benevolencia de los suyos sino porque efectivamente la salvación va llegando con Él.

Sin embargo, esta entrada “triunfante” como muchas veces se dice, pronto tomará el rumbo de la pasión que celebraremos en los días que siguen. Efectivamente, el bien y la bondad dan frutos, pero las fuerzas del anti reino se empeñan en acallarlos y, en ocasiones, lo logran. Jesús tendrá que pasar por la cruz, pero no desistirá de su fidelidad. Recordemos que en el pasaje de las tentaciones el diablo le ofreció sus reinos para darle poder sobre ellos. Jesús no quiere ese reinado y, por eso, afronta la cruz, con la confianza puesta en el Rey del cielo, es decir, en el Dios bondad y bien para la humanidad.

Reconozcamos hoy, también nosotros, a este Rey de paz que se hace presente en muchos hechos de nuestra realidad, sabiendo que el mal siempre está acechando y, de nuestra fidelidad, dependerá que sea Dios quien tenga la última palabra, como la tendrá con la resurrección de su Hijo después de su pasión.

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