El sabio Prometeo y el necio Epimeteo/1



PROMETEOinicia hoy su andadura en este blog como nuevo colaborador.

Su actividad profesional se ha movido en el campo de la docencia de la Filosofía y ha dedicado parte de su labor a la Didáctica específica de esta materia.

Se interesa igualmente por la investigación en el campo de la educación y en el campo de la religión, desde un enfoque filosófico y científico, con numerosas publicaciones sobre estos asuntos.

No está en su ánimo polemizar "sobre" personas ni "contra" las personas sino sobre ideas, movido siempre por un afán crítico en el sentido que esta palabra tiene desde Kant a Sartre.

Precisamente por dar de lado las referencias personales, prefiere el "qué" en lugar del "quién" y deja en suspenso su nombre para identificarse con un símbolo de la mitología griega, Prometeo _____________________________________________________________

Porque donde estaba el peligro,
de allí nace la salvación
(Hölderlin)

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En el diálogo platónico Protágoras, Sócrates discute con el sofista Protágoras si la virtud o excelencia (areté) es o no enseñable. En el curso del diálogo, el sofista recurre al antiguo mito de Prometeo.

Cuando los dioses decidieron sacar a la luz a las especies mortales, modeladas con tierra, fuego y otros elementos, encargaron a Prometeo y a su hermano Epimeteo dotarlas de facultades y distribuirlas convenientemente. Pero Epimeteo hizo una mala distribución, dejando por olvido indefenso al ser humano:

Como Epimeteo no era del todo sabio, gastó sin darse cuenta todas las facultades en los animales, que tenían cuidadosamente de todo, mientras el hombre estaba desnudo y descalzo y sin cobertura de armas… Así que Prometeo, apurado por la carencia de recursos, ante la dificultad de encontrar una salvación (“soterían”) para el hombre, roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes (“éntechnon sophían”) junto con el fuego –ya que era imposible que sin el fuego aquella pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien- y así luego se la ofrece como regalo al hombre. De este modo, recibió el hombre la sabiduría (“sophían”) para su vida, pero no recibió la sabiduría política, pues estaba en poder de Zeus.


Ante la osadía de Prometeo de robar el fuego a los dioses para traerlo a la tierra, Zeus se venga enviando a los mortales la funesta Pandora, con la caja que contiene todos los males (véase la semejanza con la Eva bíblica).

Prometeo sufre por su aventura el castigo divino, siendo encadenado en un monte del Cáucaso, donde un águila le devora el hígado, que vuelve a crecer cada día, hasta que Heracles con una flecha mata el águila, liberando al héroe.

Prometeo (“el previsor” en griego) regala a los humanos indefensos la sabiduría técnica y el fuego, que representa el paso de la naturaleza a la cultura y a la civilización. Su sufrimiento será el pago por la rebelión contra los olímpicos.

El mito de Prometeo, benefactor de la humanidad, que representa el destino humano con sus luchas, sufrimientos y esperanzas, tuvo un gran influjo en la literatura, en las bellas artes y en la filosofía.

Esquilo lo celebra en el Prometeo encadenado como el héroe que paga su rebelión contra el cruel Zeus (“por salvar a los mortales, he procurado mis males”). Platón, filósofo y literato genial, que a menudo usa un lenguaje icónico, mediante mitos, alegorías, símiles y metáforas, lo rememora en su diálogo Protágoras.

El mito inspiró a poetas latinos, como Lucrecio, Ovidio y Horacio. Incluso se intentó una cristianización del mismo, como una prefiguración del Cristo redentor. Así en Agustín.

Autores del s. XIX y XX retoman la figura desde una perspectiva romántica o existencialista. Así, el Prometeo libre y rebelde de Goethe, que desafía a Dios y niega toda trascendencia, el Prometeo de Byron o el Prometeo en los infiernos de Albert Camus (“El héroe encadenado conserva, en medio del rayo y el trono divinos, su fe serena en el hombre”). Sin olvidar, en el ámbito de la música, el Prometheus de Beethoven.
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