ENDIOSADOS Y “ENDIOSADORES”
Endiosados y “endiosadores” hay muchos. Diríase que su nómina y listado rozan las lindes de la infinitud. “Ser elevados a la categoría de dios”, y con lógica académica “ser persona altiva, soberbia y vanidosa”, resulta ser flor candorosa que se cría, recría y cosecha en los parterres de la vida, con notoria y satisfactoria frecuencia. “Seréis - o serás,- como dioses”, es tentación inherente a la propia condición humana y divina .
Y conste que no se trata en exclusiva ni fundamentalmente de ser y exigir ser considerado y tratado como “dios” en determinadas actividades y comportamientos concretos, con reverencial mención especial para los ”profesionales” del culto religioso y del deporte, en su diversidad de grados, estamentos y versiones, si bien precisamente en estos dos ámbitos de la convivencia entre los human es en los que más destacan quienes superaron las pruebas del examen de la asignatura de Dios no solo con simples “aprobados”, sino laureados del “cum laude”.
El camino de la vida, y por tanto, el de su reflejo habitual en los medios de comunicación, se encuentra ya ahíto de endiosados y “endiosadores”, con el correspondiente cortejo y liturgia de familiares, amigos, súbditos, protocolos y protocolarios.
Como el campo de la reflexión es tan amplio, me ciño en esta ocasión solo a señalar la parcela correspondiente a lo “religioso” y más te al distinguido como “católico, apostólico y romano”.
Y es que este ámbito es probablemente el más propicio a que el cultivo del endiosamiento se registre en proporciones más extensas e intensas. La misma etimología de “culto” -“adoración y respeto”- y de “cultivo” -“sembraduría”- lo demandan de por sí y en sus múltiples derivaciones habladas o escritas.
A las personas que se relacionan con lo “religioso”, la tentación del endiosamiento las cerca y constriñe de manera sistemáticamente insalvable para no pocas de ellas. De modo sacramental, a la jerarquía en sus grados y estamentos distintos, sin marginar a los acólitos y aún a los aspirantes a serlo en calidad de seglares o “seglaras”, que comienzan a sentirse parte activa de la Iglesia, gracias a la sinodalidad y a otros adoctrinamientos post conciliares.
La Iglesia está llena de “dioses”. Apenas si caben más en sus ámbitos y espacios comprendidos dentro de unos límites determinados. ¿Es posible no ser, ni sentirse, ni pretender o actuar de dioses, revestidos con los ornamentos sagrados, rodeados de nubes de incienso, “procesionados”, “intérpretes únicos y veraces de la palabra de Dios” contenida en el Evangelio, tal y como lo hacen y proceden los obispos desde sus “sagradas cátedras” –“catedrales“-, con mitras, báculos y demás “arreos”, poniendo a Dios por testigo de que cuanto dicen y hacen está signado con el supremo “Nihil Obstat”, al dictado de sus propias convenciones? ¿Quién o quienes, pueden experimentar la sensación de considerarse “infalible”, o casi, en la proclamación de la palabra de Dios, acorazados además para descalificar en esta vida y en la otra a quienes disientan y se atreven a manifestarlo por escrito y sin “las debidas licencias”?.
El censo de “dioses” ha sido y es, explicablemente notorio en la Iglesia, circunstancia que la ha empobrecido, paganizado y “des-religiosizado” hasta permitir que la despojen del santo Evangelio, substituido por libros y prédicas en las que la doctrina que impartían e imparten, por muy “oficiales” que se presenten, demandan renovación- re-evangelización y “agiornamento” “Dioses”-“endiosados”, por K2, no hay tantos en cualquier estrato o institución como en la Iglesia.
La distancia doctrinal y de comportamiento existente entre el “pobrecito” pueblo de Dios y el “predicado” en no pocos estamentos “consagrados” es tal, que con muy serias dificultades podrían salvar los sínodos a los que el mismo para Francisco se entrega “con alma, vida y corazón” e inclusión de sus correspondientes dolores de rodilla.
Como precisamente el “endiosamiento” no es “virtud” ni distintivo “franciscano”, tal vez más por eso resulten, y sean, más dignos de conmiseración gestos y comportamientos de los componentes de la Curia Romana y próximos a ella.
¡De los curas, obispos, arzobispos, cardenales y papas endiosados, al igual que de sus “endiosadores”, líbranos, Señor¡”, es jaculatoria sinodal merecedoras de indulgencias plenarias, similar o superior a las lucradas –“ganadas” - en los “Años Santos” que hoy pueblan de “puertas santas”, tantos caminos de peregrinación y turismo.