“FÁBRICA DE MISAS”
Mientras que a algunos, con toda razón, les parezca irrespetuosa e irreverente la relación “fábrica- misa”, es posible que a otros, releídas estas reflexiones, les de la impresión de que la verdad, por mucho que duela, resulta ser esencial en cualquier planteamiento auténtica y francamente religioso. De momento, he de reconocer que “fabricar –“ producir o elaborar en serie por medios mecánicos”, jamás debiera serle aplicado a la celebración eucarística, con ningún tipo de excusa, y aproximada verosimilitud, por lo que el uso del término administrativo de “fábrica” a templo –iglesia, debiera estar anatematizado a perpetuidad.
. La misa-misa es esencial en el organigrama de la fe y de la religión cristiana. Sin misa no hay religión que se precie e intitule “cristiana”. Sin tal religión, tampoco puede haber misa.
. Pese al correspondiente mandamiento de que al menos en los llamados “días de precepto” se impone la misa bajo pena de pecado grave, la catequesis sobre la misa es confusa, rutinaria, débil e inconsistente. No son pocos los que cumplen con lo así establecido y mandado por la Iglesia, pero solo o fundamentalmente por el miedo que el castigo comporta, hasta con referencias al mismísimo infierno.
. Las misas aburren. Carecen de interés. Sus ritos, símbolos, colores y eslóganes son tan recónditos, mágicos y mistéricos, que de ellos y de su contenido, apenas si se percaten quienes “aguantan” –sí, aguantan- los treinta minutos que duran..
. A los sacerdotes, aún ya de cara al público y no de espaldas y en latín de tiempos relativamente pasados y que no pocos quisieran repetir, no hay quienes los entiendan. Hablan en idiomas diferentes totalmente al que se usa en las relaciones sociales, familiares, de ocio o negocio.
. Es tan doctoral, lejano y amenazador el mismo tono de voz que emplean, que en consonancia con las acepciones registradas por la RAE , tanto “predicar” como “sermonear” significan nada menos que “regañar”, “reprender” y “reñir”, pero no “adoctrinar” e “impartir la palabra de Dios, tarea primordial en la misa.
. La selección de las lecturas bíblicas debiera someterse a análisis más serios y actualizados. Resulta difícil –imposible- terminar algunas de ellas con el ritual y preceptivo “palabra de Dios”, El Dios que en las mismas se nos ha hecho presente no siempre ha sido y es cristiano. Es judío y hasta pagano.
. Por muy “de niños” que se digan, y sean, las misas de jóvenes o de personas adultas, -hombres y mujeres- , matrimonios y grupos sociales y religiosos, a los celebrantes les resulta inviable ponerse al mismo nivel de unos y otros, y además revestidos de ornamentos sagrados –y más si son pontificales- , que los alejan de los ciclos, estaciones, culturas y civilizaciones presentes.
. Asusta pensar, descubrir y certificar que hay celebrantes que ignoran qué es eso de “misa, comenzando por su procedencia semántica. Lo mismo acontece con quienes “cumplen con el precepto”, o la devoción, desconocedores del término exacto a emplear. De entre estos hay que rechazar positivamente los tan comunes de “ir”, “asistir”, “oír” o “estar”, dando el paso consciente a “participar” o a “con- celebrar”.
. La falta de sacerdotes, obligados a celebrar tantas misas dominicales, como casi horas tiene el día, con sus correspondientes desplazamientos sobre todo el demarcaciones rurales, explica en parte que el término “fabricar misas” no resulte inadecuado, dadas las prisas y las rutinas con lo que hay que afrontar tan sagrada tarea y ministerio.
.¿Pero todavía se encargan y “pagan” las misas?. Por raro y poco decente que sea, en los Boletines Oficiales Diocesanos, se establecen, y renuevan las “tasas” de los servicios religiosos, con inclusión primordial para las misas, y que llevan sobre sí la calificación de “estipendio”, palabra que procede del latín y que quiere decir “contribución pecuniaria o sueldo”.
. Como tal terminología pudiera haberles parecido demasiadamente comercial a algunos, se introduce la de “limosna” o la de “voluntad”, aunque con idéntica o superior rentabilidad y generosidad. Las misas no deben “cobrarse”. Y menos, fijando y determinando sus emolumentos respectivos en función de si ellas son “rezadas”, “cantadas”, “de uno o más curas”, “solemnes”, “son incienso”,“pontificales”, con mitras y báculos y bendiciones… (Son ya muchos los cristianos, quienes entre el personal de estas “fábricas” atisban las figuras del mago Simón, padre del aterrador concepto bíblico de la “simonía”)
. Falta humildad, teología y liturgia, así como sobra Derecho Canónico, para poder concluir que hay misas-negocios, profanadas por los ricos piadosos de siempre, con mención para las llamadas “gregorianas” y las que se fijan en centenares, y en millares, en ciertas fundaciones pías. El pueblo de Dios es merecedor de otro trato mucho más digno y respetuoso en ámbitos tan sacrosantos.
. La misa-misa es esencial en el organigrama de la fe y de la religión cristiana. Sin misa no hay religión que se precie e intitule “cristiana”. Sin tal religión, tampoco puede haber misa.
. Pese al correspondiente mandamiento de que al menos en los llamados “días de precepto” se impone la misa bajo pena de pecado grave, la catequesis sobre la misa es confusa, rutinaria, débil e inconsistente. No son pocos los que cumplen con lo así establecido y mandado por la Iglesia, pero solo o fundamentalmente por el miedo que el castigo comporta, hasta con referencias al mismísimo infierno.
. Las misas aburren. Carecen de interés. Sus ritos, símbolos, colores y eslóganes son tan recónditos, mágicos y mistéricos, que de ellos y de su contenido, apenas si se percaten quienes “aguantan” –sí, aguantan- los treinta minutos que duran..
. A los sacerdotes, aún ya de cara al público y no de espaldas y en latín de tiempos relativamente pasados y que no pocos quisieran repetir, no hay quienes los entiendan. Hablan en idiomas diferentes totalmente al que se usa en las relaciones sociales, familiares, de ocio o negocio.
. Es tan doctoral, lejano y amenazador el mismo tono de voz que emplean, que en consonancia con las acepciones registradas por la RAE , tanto “predicar” como “sermonear” significan nada menos que “regañar”, “reprender” y “reñir”, pero no “adoctrinar” e “impartir la palabra de Dios, tarea primordial en la misa.
. La selección de las lecturas bíblicas debiera someterse a análisis más serios y actualizados. Resulta difícil –imposible- terminar algunas de ellas con el ritual y preceptivo “palabra de Dios”, El Dios que en las mismas se nos ha hecho presente no siempre ha sido y es cristiano. Es judío y hasta pagano.
. Por muy “de niños” que se digan, y sean, las misas de jóvenes o de personas adultas, -hombres y mujeres- , matrimonios y grupos sociales y religiosos, a los celebrantes les resulta inviable ponerse al mismo nivel de unos y otros, y además revestidos de ornamentos sagrados –y más si son pontificales- , que los alejan de los ciclos, estaciones, culturas y civilizaciones presentes.
. Asusta pensar, descubrir y certificar que hay celebrantes que ignoran qué es eso de “misa, comenzando por su procedencia semántica. Lo mismo acontece con quienes “cumplen con el precepto”, o la devoción, desconocedores del término exacto a emplear. De entre estos hay que rechazar positivamente los tan comunes de “ir”, “asistir”, “oír” o “estar”, dando el paso consciente a “participar” o a “con- celebrar”.
. La falta de sacerdotes, obligados a celebrar tantas misas dominicales, como casi horas tiene el día, con sus correspondientes desplazamientos sobre todo el demarcaciones rurales, explica en parte que el término “fabricar misas” no resulte inadecuado, dadas las prisas y las rutinas con lo que hay que afrontar tan sagrada tarea y ministerio.
.¿Pero todavía se encargan y “pagan” las misas?. Por raro y poco decente que sea, en los Boletines Oficiales Diocesanos, se establecen, y renuevan las “tasas” de los servicios religiosos, con inclusión primordial para las misas, y que llevan sobre sí la calificación de “estipendio”, palabra que procede del latín y que quiere decir “contribución pecuniaria o sueldo”.
. Como tal terminología pudiera haberles parecido demasiadamente comercial a algunos, se introduce la de “limosna” o la de “voluntad”, aunque con idéntica o superior rentabilidad y generosidad. Las misas no deben “cobrarse”. Y menos, fijando y determinando sus emolumentos respectivos en función de si ellas son “rezadas”, “cantadas”, “de uno o más curas”, “solemnes”, “son incienso”,“pontificales”, con mitras y báculos y bendiciones… (Son ya muchos los cristianos, quienes entre el personal de estas “fábricas” atisban las figuras del mago Simón, padre del aterrador concepto bíblico de la “simonía”)
. Falta humildad, teología y liturgia, así como sobra Derecho Canónico, para poder concluir que hay misas-negocios, profanadas por los ricos piadosos de siempre, con mención para las llamadas “gregorianas” y las que se fijan en centenares, y en millares, en ciertas fundaciones pías. El pueblo de Dios es merecedor de otro trato mucho más digno y respetuoso en ámbitos tan sacrosantos.