Familia y Sagrada
Recopilo estas notas en relación con la idea y celebración de la fiesta de la Sagrada Familia, sin haber logrado dilucidar si el número de participantes en “la solemne y multitudinaria concentración religiosa” de la plaza de Colón de Madrid rebasó el medio millón, proclamado por los informadores “oficiales”, o si este año “apenas si rozó los 50,000 de otros medios, que proporcionan “fuentes cercanas”. Son tan gravemente desproporcionadas las cifras, que su fiabilidad es inconsistente, y patente su manipulación.
. La familia no es determinantemente sagrada un solo día al año, aunque sea domingo
-“día del Señor”-, y además se enmarque en tiempos litúrgicos navideños. La familia, y más la llamada cristiana, es siempre y para todos sagrada.
. A las familias no las hacen “santas” o “religiosas” ni solo ni fundamentalmente los rezos que antecedan a las comidas, las acciones de gracia subsiguientes y los “preceptos” litúrgicos.
. Con los criterios dimanantes de la predicación- catequesis “oficiales” de la Iglesia, todas las familias católicas españolas viven, y están, en pecado mortal. Su índice de natalidad, entre los más bajos del mundo, así lo delata, a la luz de la ética y de la moral “cristianas”.
. Las añoranzas del esquema y vivencia propios y específicos de la familia cristiana de tiempos `pretéritos, no siempre son legítimas. En frecuentes ocasiones, todo lo contrario.
. En tales esquemas, por ejemplo, la mujer por mujer, - y por muy madre que fuera-, apenas si alcanzaba, con todas sus consecuencias, la categoría de persona y de adulta. La docilidad-servidumbre y sumisión “arquiepiscopales granadinas”, y algunas “traducciones” bíblicas paulinas a los fieles de Colosas – en el Asia Menor por más señas-, todavía así lo manifiestan, predican y exigen.
. Con tales criterios, las mismas hermanas eran “educadas” dentro de las familias para servir a sus propios hermanos, y capacitarse de esta manera para proseguir su tarea al casarse “por, o en, la Iglesia”.
. La vigencia del esquema judío de familia patriarcal aún perdura, y más entre las “mejores familiar” cristianas, en las que tradicionalmente al padre se le asigna la autoridad, a la madre la afectividad y, al hijo, el respeto.
. En el ejercicio de idea tan representativamente “sagrada”, en conformidad con los cánones eclesiásticos, son impensables y blasfemos interrogantes como estos: ¿Qué es eso de “autoridad” según los evangelios? ¿Acaso el “servicio” es inherente a la misma? ¿El “ordeno y mando” es expresión veraz de autoridad? ¿”Acaso los hijos, por hijos de familias cristianas, no han de recabar de sus padres proporcionalmente la misma cantidad y calidad de respeto, que estos –sus padres- de ellos, es decir, de sus hijos?
. Los ejemplos de vida que las familias “cristianas” les imparten hoy a los hijos distan mucho de ser constructivamente educadores de la fe. Las aspiraciones que manifiestan tener, sus gozos y esperanzas, las descalificaciones ajenas, las alecciones de profesiones y oficios, y aún de candidatos/as a compromisos pre-matrimoniales, en función de rentabilidades económicas o sociales, la elección de los colegios, las marcas de coches y de tantos otros aditamentos… pregonan a grito limpio que la religión tiene poco, o nada, que ver con la vida, ni esta con la religión, fuera de los actos de culto.
. La educación elegida y subsumida como “religiosa” en colegios precisamente así etiquetados, apenas si prepara para la integración, la solidaridad, el sentido del servicio, la humanidad, la humildad y otras virtudes entrañablemente sociales. De ahí la incomodidad y el rechazo por parte de muchos, del reciente eslogan de “la familia cristiana, lugar privilegiado”, como si todo privilegio no llevara consigo una buena dosis de discriminación.
. Viviendo en España, “país de misión” respecto a la familia, a muchos les resulta extraña la determinación – propósito- conclusión del “Día de la Familia” de enviar más de un centenar de familias a otros países para su evangelización, catequesis y ejemplo de vida cristiana.
. Jesucristo fue un hijo rebelde. Así la define el evangelio, con la narración de diversos episodios “familiares”, que son “palabra de Dios”
. La doctrina oficial de la Iglesia sobre la familia está elaborada fundamentalmente por los clérigos, ajenos a sus más elementales vivencias. Teólogos, pastoralistas, canonistas, sacerdotes, obispos y Papas ignoran lo que es de verdad la vida de familia. La conocen tan solo “ de oídas” y, por tanto, incapacitados de por sí para juzgar y dogmatizar acerca de sus exigencias y de las transformaciones y cambios a los que está sometida. Sellar sus labios, no hablar del tema y estimular a los laicos para que estos sean los educadores de esta asignatura “religiosa” en la Iglesia, es principio de sabiduría y de sentido común.
. La familia no es determinantemente sagrada un solo día al año, aunque sea domingo
-“día del Señor”-, y además se enmarque en tiempos litúrgicos navideños. La familia, y más la llamada cristiana, es siempre y para todos sagrada.
. A las familias no las hacen “santas” o “religiosas” ni solo ni fundamentalmente los rezos que antecedan a las comidas, las acciones de gracia subsiguientes y los “preceptos” litúrgicos.
. Con los criterios dimanantes de la predicación- catequesis “oficiales” de la Iglesia, todas las familias católicas españolas viven, y están, en pecado mortal. Su índice de natalidad, entre los más bajos del mundo, así lo delata, a la luz de la ética y de la moral “cristianas”.
. Las añoranzas del esquema y vivencia propios y específicos de la familia cristiana de tiempos `pretéritos, no siempre son legítimas. En frecuentes ocasiones, todo lo contrario.
. En tales esquemas, por ejemplo, la mujer por mujer, - y por muy madre que fuera-, apenas si alcanzaba, con todas sus consecuencias, la categoría de persona y de adulta. La docilidad-servidumbre y sumisión “arquiepiscopales granadinas”, y algunas “traducciones” bíblicas paulinas a los fieles de Colosas – en el Asia Menor por más señas-, todavía así lo manifiestan, predican y exigen.
. Con tales criterios, las mismas hermanas eran “educadas” dentro de las familias para servir a sus propios hermanos, y capacitarse de esta manera para proseguir su tarea al casarse “por, o en, la Iglesia”.
. La vigencia del esquema judío de familia patriarcal aún perdura, y más entre las “mejores familiar” cristianas, en las que tradicionalmente al padre se le asigna la autoridad, a la madre la afectividad y, al hijo, el respeto.
. En el ejercicio de idea tan representativamente “sagrada”, en conformidad con los cánones eclesiásticos, son impensables y blasfemos interrogantes como estos: ¿Qué es eso de “autoridad” según los evangelios? ¿Acaso el “servicio” es inherente a la misma? ¿El “ordeno y mando” es expresión veraz de autoridad? ¿”Acaso los hijos, por hijos de familias cristianas, no han de recabar de sus padres proporcionalmente la misma cantidad y calidad de respeto, que estos –sus padres- de ellos, es decir, de sus hijos?
. Los ejemplos de vida que las familias “cristianas” les imparten hoy a los hijos distan mucho de ser constructivamente educadores de la fe. Las aspiraciones que manifiestan tener, sus gozos y esperanzas, las descalificaciones ajenas, las alecciones de profesiones y oficios, y aún de candidatos/as a compromisos pre-matrimoniales, en función de rentabilidades económicas o sociales, la elección de los colegios, las marcas de coches y de tantos otros aditamentos… pregonan a grito limpio que la religión tiene poco, o nada, que ver con la vida, ni esta con la religión, fuera de los actos de culto.
. La educación elegida y subsumida como “religiosa” en colegios precisamente así etiquetados, apenas si prepara para la integración, la solidaridad, el sentido del servicio, la humanidad, la humildad y otras virtudes entrañablemente sociales. De ahí la incomodidad y el rechazo por parte de muchos, del reciente eslogan de “la familia cristiana, lugar privilegiado”, como si todo privilegio no llevara consigo una buena dosis de discriminación.
. Viviendo en España, “país de misión” respecto a la familia, a muchos les resulta extraña la determinación – propósito- conclusión del “Día de la Familia” de enviar más de un centenar de familias a otros países para su evangelización, catequesis y ejemplo de vida cristiana.
. Jesucristo fue un hijo rebelde. Así la define el evangelio, con la narración de diversos episodios “familiares”, que son “palabra de Dios”
. La doctrina oficial de la Iglesia sobre la familia está elaborada fundamentalmente por los clérigos, ajenos a sus más elementales vivencias. Teólogos, pastoralistas, canonistas, sacerdotes, obispos y Papas ignoran lo que es de verdad la vida de familia. La conocen tan solo “ de oídas” y, por tanto, incapacitados de por sí para juzgar y dogmatizar acerca de sus exigencias y de las transformaciones y cambios a los que está sometida. Sellar sus labios, no hablar del tema y estimular a los laicos para que estos sean los educadores de esta asignatura “religiosa” en la Iglesia, es principio de sabiduría y de sentido común.