Intereconomia Acatolica
Ni está, ni estará jamás en mis manos la redistribución de los “super”, “a”, “anti” o, simplemente “catolicidades”, con su correspondiente adscripción a instituciones, obras o personas. Juzgar y calificar es tarea -OBRA- de Cristo Jesús, quien por ministerio ejerce salvadoramente, superando en generosidad cualquier ponderación humana. Esta salvedad contribuirá a la mejor interpretación de mis reflexiones.
. Para un sector, más o menos amplio, pero representativo de “católicos tradicionales” de España, la marca “intereconomía” es hoy referencia de religiosidad y vivencia cristianas, de reconocida y canonizada solvencia. A la misma le añaden un acentuado plus de “oficialidad”, al menos no desmentido por la jerarquía eclesiástica, Vivir y expresar la fe cristiana al amparo , y con la supuesta seguridad que pudiera conferir esta convicción, sería pura y simple entelequia y aspiración inocente e interesada.
. “Católicos” y “tradicionales” son términos difícilmente maridables. El catolicismo es vida y esta es cambiante, en función de circunstancias tan respetables y evidentes como las de lugar y de tiempo, siempre al servicio de la colectividad, por lo que el concepto de “inexorable”, y “en bloque”, de supuestas parálisis y anquilosamientos resultaría de extraña conjugación en vivencias resolutivamente cristianas. El cambio –“penitencia”- es elemento sagrado.
. La descalificación y la ofensa de parte de los sedicentes “católicos tradicionales”, con inclusión de la persona, proyectos, intenciones y obras del Papa Francisco y de quienes nos manifestamos de acuerdo con él y con la reforma que entraña, da la impresión de haberse constituido en la principal y señera misión eclesial de los medios de comunicación -“evangelio”- “intereconómicos”. (¡Por favor, por amor de Dios y por educación, acepten el consejo de que, a cuenta de aquistar y mantener títulos de “defensores de la fe”, no pierdan jamás al menos las buenas maneras¡).
. Las palabras ofensivas, y menos “en el nombre de Dios”, ni tienen acomodo, ni están registradas en el evangelio. Y, más que injuriar al prójimo, deshonran y denigran a quienes las piensan, las dicen o las escriben. Lo que importa, y es de cristianos y de humanos, y constructivo y ejemplar en y para la Iglesia, es la aportación de razones. En la disconformidad con los otros, dando por supuesto siempre la buena intención de los mismos, el sentido común, la educación y la fe demandan la exposición de argumentaciones y razonamientos. Recrearse y contentarse con cocear y emitir “palabras- palabros”, repulsivas y, en ocasiones, hasta nauseabundas, jamás formarán parte del colectivo de los clientes o devotos de obras intituladas y presentadas de alguna manera como “católicas, apostólicas y romanas”.
. Reconozco penitencialmente que, al afrontar ciertos temas, no suelo descartar la posibilidad de que su planteamiento les haya de brindar a determinados comentaristas -“católicos tradicionales”- la ocasión de rellenar sus secciones diarias, con las que mantengan su nómina o las indulgencias de las que crean lucrarse. Proporcionar “motivos”, por febles que sean, para que otros ofendan, hasta no dejaría de ser a veces, una obra de caridad, aunque malentendida.
. En los planteamientos teológicos, actitudes y estilos del Papa Francisco que se relacionan de conceptos y palabras tales como “economía” - con o sin “inter” o “intra”- (a excepción de la “economía de la salvación”), no muestra ser muy devoto. Todo lo contrario. Sus más recientes revelaciones son rebeldes y reformadoras.
Y para terminar por ahora, una pregunta santa, por indiscreta: las ofensas sistemáticamente propinadas a los cofrades -“co-fratres-hermanos”- de RD ¿están de alguna manera indulgenciadas, o al menos se escribieron al dictado, o con la santa aquiescencia, de algunos –muchos- pastores de los llamados “católicos tradicionales”. Gracias.
. Para un sector, más o menos amplio, pero representativo de “católicos tradicionales” de España, la marca “intereconomía” es hoy referencia de religiosidad y vivencia cristianas, de reconocida y canonizada solvencia. A la misma le añaden un acentuado plus de “oficialidad”, al menos no desmentido por la jerarquía eclesiástica, Vivir y expresar la fe cristiana al amparo , y con la supuesta seguridad que pudiera conferir esta convicción, sería pura y simple entelequia y aspiración inocente e interesada.
. “Católicos” y “tradicionales” son términos difícilmente maridables. El catolicismo es vida y esta es cambiante, en función de circunstancias tan respetables y evidentes como las de lugar y de tiempo, siempre al servicio de la colectividad, por lo que el concepto de “inexorable”, y “en bloque”, de supuestas parálisis y anquilosamientos resultaría de extraña conjugación en vivencias resolutivamente cristianas. El cambio –“penitencia”- es elemento sagrado.
. La descalificación y la ofensa de parte de los sedicentes “católicos tradicionales”, con inclusión de la persona, proyectos, intenciones y obras del Papa Francisco y de quienes nos manifestamos de acuerdo con él y con la reforma que entraña, da la impresión de haberse constituido en la principal y señera misión eclesial de los medios de comunicación -“evangelio”- “intereconómicos”. (¡Por favor, por amor de Dios y por educación, acepten el consejo de que, a cuenta de aquistar y mantener títulos de “defensores de la fe”, no pierdan jamás al menos las buenas maneras¡).
. Las palabras ofensivas, y menos “en el nombre de Dios”, ni tienen acomodo, ni están registradas en el evangelio. Y, más que injuriar al prójimo, deshonran y denigran a quienes las piensan, las dicen o las escriben. Lo que importa, y es de cristianos y de humanos, y constructivo y ejemplar en y para la Iglesia, es la aportación de razones. En la disconformidad con los otros, dando por supuesto siempre la buena intención de los mismos, el sentido común, la educación y la fe demandan la exposición de argumentaciones y razonamientos. Recrearse y contentarse con cocear y emitir “palabras- palabros”, repulsivas y, en ocasiones, hasta nauseabundas, jamás formarán parte del colectivo de los clientes o devotos de obras intituladas y presentadas de alguna manera como “católicas, apostólicas y romanas”.
. Reconozco penitencialmente que, al afrontar ciertos temas, no suelo descartar la posibilidad de que su planteamiento les haya de brindar a determinados comentaristas -“católicos tradicionales”- la ocasión de rellenar sus secciones diarias, con las que mantengan su nómina o las indulgencias de las que crean lucrarse. Proporcionar “motivos”, por febles que sean, para que otros ofendan, hasta no dejaría de ser a veces, una obra de caridad, aunque malentendida.
. En los planteamientos teológicos, actitudes y estilos del Papa Francisco que se relacionan de conceptos y palabras tales como “economía” - con o sin “inter” o “intra”- (a excepción de la “economía de la salvación”), no muestra ser muy devoto. Todo lo contrario. Sus más recientes revelaciones son rebeldes y reformadoras.
Y para terminar por ahora, una pregunta santa, por indiscreta: las ofensas sistemáticamente propinadas a los cofrades -“co-fratres-hermanos”- de RD ¿están de alguna manera indulgenciadas, o al menos se escribieron al dictado, o con la santa aquiescencia, de algunos –muchos- pastores de los llamados “católicos tradicionales”. Gracias.