Continúan los ataques a Bertomeu, comisario pontificio para la disolución del Sodalicio El activismo católico prolife “selectivo” y la manipulación de Caccia, Cipriani y Eguren

"Ahora empieza la misión de Bertomeu, el Comisario Pontificio: intentar resarcir a las víctimas con algunos de los bienes a liquidar"
"Mons. Jordi Bertomeu no estaba obligado a ser imparcial o neutral. No le correspondía. Su tarea era investigar, es decir, recoger información lo más objetiva posible para luego remitir esa información a los dicasterios correspondientes"
"Por otra parte acogía a las presuntas víctimas en nombre del Papa Francisco, es decir, con cariño y empatía. Pretender que sea neutral es como pretender que un fiscal investigue sin intención de acusar en base a hechos objetivos"
"Bertomeu, junto a Scicluna, hizo su trabajo con gran pericia y honestidad. Preparó concienzudamente la misión en dos viajes anteriores a Perú. Fue empático con las víctimas. Encontró a todo aquel que se acercó a Roma y pidió hablar con él: entre otros, a las víctimas y a los periodistas implicados"
"Por otra parte acogía a las presuntas víctimas en nombre del Papa Francisco, es decir, con cariño y empatía. Pretender que sea neutral es como pretender que un fiscal investigue sin intención de acusar en base a hechos objetivos"
"Bertomeu, junto a Scicluna, hizo su trabajo con gran pericia y honestidad. Preparó concienzudamente la misión en dos viajes anteriores a Perú. Fue empático con las víctimas. Encontró a todo aquel que se acercó a Roma y pidió hablar con él: entre otros, a las víctimas y a los periodistas implicados"
| Renzo Orbegozo y Martín Scheuch, víctimas del Sodalicio
En los últimos días asistimos a un espectáculo de confusión y manipulación como pocas veces vemos en la Iglesia. Su epicentro es Perú: está en juego la supresión de todo lo fundado por el laico Figari.
El Papa, tras una misión especial al Sodalicio, decidió su supresión. Ahora empieza la misión de Bertomeu, el Comisario Pontificio: intentar resarcir a las víctimas con algunos de los bienes a liquidar. Tiene delante una estructura sectaria que habría cometido irregularidades financieras por más de 1000 millones de dólares, tal como apunta la prensa peruana. Tarea nada fácil la que le espera a Bertomeu, objeto de todas las iras de los corruptos y delincuentes involucrados.
La estrategia que siguen es la misma: la confusión, la manipulación, la mentira. En el fondo, echar por tierra lo hecho por Francisco, quien siempre ha distinguido el pecado de la corrupción.

Cipriani y Eguren: la manipulación de dos eclesiásticos peruanos
Por un lado, el Cardenal Cipriani, bien conocido del Sodalicio, no deja de insistir en ser objeto de una injusticia papal: Francisco, al imponerle por precepto penal unas ‘penas’ durante una investigación previa, le habría lesionado su derecho a la presunción de inocencia y a la defensa.
La realidad: una investigación no es un proceso judicial, que sí tiene como garantía el derecho a la defensa (inexistente en una investigación). Unas limitaciones impuestas por el superior en el ejercicio de su potestad (precepto penal dado a conocer por la Sala de Prensa Vaticana a partir del imprudente y desobediente comportamiento de Cipriani en la municipalidad de Lima), no son penas. Se mantiene su presunción de inocencia, pero también la alta probabilidad de comisión de su delito que no llevó a un proceso penal por deseo de la víctima. Estuvo de suerte Cipriani hasta el episodio de la medalla.
Se ha sumado al carro Mons Eguren, acusado durante la ‘misión especial’ por un ex sodálite de encubrir los delitos de otro y mentir, amenazar y filtrar información para perjudicar al denunciante. No solo ello: en Piura lo involucraron en los negocios turbios del Sodalicio allí y, como consecuencia, se le aceptó su renuncia a la Archidiócesis de Piura y se le expulsó del Sodalicio, en dos momentos diferentes. Ahora acusa a Jordi Bertomeu de falta de imparcialidad o de neutralidad en la investigación, tras ver una foto de este con periodistas y una víctima.
La realidad: Bertomeu era investigador, no juez. La foto suya con víctimas y periodistas fue tomada mucho después de que acabara la misión especial.

Giuliana Caccia: la manipulación de una sectaria sodalover
Bertomeu sería un ‘activista’ según la Caccia. Antes de abordar la acusación de la Caccia contra los integrantes de la foto y otros, contrarios a su sectarismo, según ella ‘activistas’, es necesario intentar desburrar (quizás misión imposible) a la denunciante y precisar qué se entiende por activista.
Según Grok, ‘un activista es una persona que se compromete activamente en la defensa o promoción de una causa específica, con el objetivo de generar un cambio social, político, ambiental, económico o cultural. Este compromiso suele estar motivado por valores, creencias o un sentido de justicia, y se expresa a través de acciones concretas como manifestaciones, campañas de sensibilización, presión política, desobediencia civil, publicaciones, charlas o trabajo comunitario’.
De acuerdo a esto, Giuliana Caccia sí es una activista. Esta influencer youtuber hace lobby ante los políticos peruanos y realiza acciones a fin de hacer avanzar la causa pro-vida.
De manera selectiva, pues por lo visto hay vidas y vidas. No todas las vidas tienen igual valor. Las armas de la Caccia son made in China, unos fetos de goma que lanza con violencia contra las conciencias abortistas. Olvida, por ejemplo, los niños y jóvenes que sufren la manipulación y los abusos en sectas como el Sodalicio o los inmigrantes en USA, también peruanos como ella, matoneados por su admirado Trump, presidente interesadamente prolife cuando conviene.
José Enrique Escardó también es un activista, pues ha fundado la Red de Sobrevivientes y toma acciones para buscar que no prescriban los delitos de abuso sexual contra menores.
Cuando la Caccia ataca a Pedro Salinas, Paola Ugaz y Elise Ann Allen por ser ‘activistas’, muestra una vez más su real nivel intelectual, pues estos periodistas no hacen nada de activismo, sino que simplemente se dedican a lo suyo, que es hacer periodismo.
Cuando me acusa a mí, Renzo Orbegozo, debiera entender que sólo busco justicia para las víctimas del Sodalicio, yo una de ellas. Si hemos publicado artículos sobre Giuliana Caccia no es por manía personal. No tenemos de antemano algo en contra de ella. Solo queremos sacar a la luz la manipulación e informar sobre las acciones que ella ha tomado para obstaculizar las investigaciones sobre el Sodalicio.

Revertir la supresión del Sodalicio, misión imposible
Giuliana Caccia intentó primero desacreditar al coautor de este artículo y creador de opinión en ‘Las líneas torcidas’, presentándose como víctima de un supuesto acoso mío.
"Nunca en mi vida he tenido el placer (o mejor dicho, disgusto) de conocerla personalmente, y el intercambio breve de mensajes en Twitter que tuve con ella no califica como abuso por ningún lado’’: lo he dicho en mi blog y lo diré donde convenga.
Evidentemente, los periodistas mencionados no son neutrales, y tampoco están en la obligación de serlo. Como periodistas tienen el deber de ser objetivos, es decir, de basarse en hechos comprobados. En caso contrario, Giuliana Caccia podría denunciarlos por difamación (cuando se cuentan cosas que no son ciertas). Nunca lo ha hecho, porque no tiene base para ello.
Bertomeu: ¿debía ser imparcial u objetivo?
La misión especial Scicluna-Bertomeu fue una investigación interna de la Iglesia, promovida por el Papa Francisco, que tuvo lugar en Lima en julio de 2023 y duró unos meses más, hasta que terminó la recogida de pruebas. Todos recordamos el lugar: la extraterritorial Nunciatura Apostólica. También sus personajes: dos altos funcionarios del Vaticano que, ahora sabemos, fueron enviados como diplomáticos por la función, no siéndolo de carrera. Se tenía que proteger en lo posible aquella difícil función.

Hubo, por tanto, dos investigadores que no fueron nunca jueces. Lo fueron en este caso el Papa y los superiores del Dicasterio de Consagrados. Las reglas de juego de unos y otros, investigadores y jueces, eran diversas. Si no lo saben los Caccia, Eguren o Cipriani, que se informen. Si lo saben, que dejen de manipular.
Mons. Jordi Bertomeu no estaba obligado a ser imparcial o neutral. No le correspondía. Su tarea era investigar, es decir, recoger información lo más objetiva posible para luego remitir esa información a los dicasterios correspondientes, para que allí se examinaran los hechos, testimonios, documentos, etc. y se tomase una decisión. No es él quien toma las decisiones.
Mons. Jordi Bertomeu venía a escuchar testimonios y como todo investigador, debía ir haciendo un primer juicio de verosimilitud sobre los datos que recogía, es decir, si los abusos testimoniados eran verosímiles, creíbles, consistentes. Debía hacer avanzar la investigación con objetividad.
Por otra parte acogía a las presuntas víctimas en nombre del Papa Francisco, es decir, con cariño y empatía. Pretender que sea neutral es como pretender que un fiscal investigue sin intención de acusar en base a hechos objetivos. El fiscal ni la policía que investiga no pueden ser neutrales o imparciales, pues esa característica le compete al juez, que es quien decide.
Para ponérselo más fácil: ¿ustedes han visto en alguna película de mafiosos que la policía que les investiga tengan que ser ‘neutrales’? Tendrán otras cualidades, pero está precisamente no, mientras su implicación personal en el caso no les impida la objetividad.

En cambio, la Caccia, pero también Eguren y Cipriani, pues no saben cómo defender lo indefendible, no dejan de intentar confundir a la opinión pública con algo tan claro: todos ellos han sido objeto de una investigación previa y las decisiones que se han tomado lo fueron en este contexto, no en el judicial, donde rigen otras reglas.
Neutralidad y objetividad son dos cosas distintas. Giuliana Caccia insinúa que la falta de neutralidad es lo mismo que falta de objetividad. Pues debería irse contra quienes tomaron las decisiones, que son el Papa Francisco y los responsables de los dicasterios.
Bertomeu y su misión especial diplomática al Sodalicio
Por otra parte, sobre la acusación que arrastra la Caccia contra la ‘misión especial’ ante los tribunales peruanos desde hace un año, no hay pruebas de que Mons. Jordi Bertomeu haya roto la confidencialidad dentro del marco de la investigación, salvo el testimonio de los denunciantes. Más bien, los testigos dicen todos lo contrario.
Además, ¿qué información confidencial de la susodicha supuestamente se filtró? ¿Que ella tiene algo contra Escardó y contra mí, Martín Scheuch? Eso ya se sabía desde antes. ¿Que Sebastián Blanco fue sodálite y defiende al Sodalicio incluso con mentiras? Todos los que lo conocen lo saben.
Bertomeu, junto a Scicluna, hizo su trabajo con gran pericia y honestidad. Preparó concienzudamente la misión en dos viajes anteriores a Perú. Escuchó a gente nunca antes escuchada a aquel nivel, como los campesinos Comuneros de Catacaos. Fue empático con las víctimas. Encontró a todo aquel que se acercó a Roma y pidió hablar con él: entre otros, a las víctimas y a los periodistas implicados.

Hay fotos de ello que no solo no le ‘comprometen’ sino que engrandecen más su figura: celebrar el fin de tales delincuentes era casi un deber. También recibió y escuchó con cordialidad, durante la misión especial, a los victimarios, a todos, y ahora damos fe del cariño con que trata a los que quedaron en el Sodalicio tras la expulsión de algunos de ellos: solo hay que ver su ida a la parroquia de Camacho, junto al párroco Rivva.
Las afirmaciones de Cipriani contra Francisco y de Eguren y Caccia contra Bertomeu, ahora nombrado Comisario Pontificio, no tienen ni pies ni cabeza, y probablemente el P. Jaime Baertl está financiando los costos de la denuncia a fin de seguir mellando la reputación de Mons. Jordi Bertomeu. Esa denuncia terminará archivada, pues, según ley, en el local de la Nunciatura Apostólica rige la ley del Estado Vaticano, no la del Estado Peruano.
Lo que nunca quedará archivado es el agradecimiento de las víctimas del Sodalicio y gente de bien que agradecemos a Bertomeu y Scicluna liberarnos un poco de tanta corrupción.
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