Jorobar y Otras Cosas

En las declaraciones programáticas acerca de cómo habría de ser su comportamiento con los representantes de los medios de comunicación social, el nuevo Secretario de la Conferencia Episcopal Española -CEE-, acentuó unas cuantas ideas, de las que destaco estas : ”La Iglesia no está para jorobar al personal”; “Más que de la doctrina, la Iglesia es de la misericordia”; “No al clericalismo laico”; “La Iglesia tiene vocación de calle y de vivir la fe en el ámbito público”. Los medios de comunicación reflejaron con exactitud y exaltación el “nuevo estilo” de interpretar el sentir de la Iglesia jerárquica y la más atractiva y cercana imagen que de la misma se traducía y comunicaba oficialmente, y hasta al frugal, ecológico y alimentoso apellido “Tamayo” del portavoz, le colocaron académicamente el sufijo aumentativo y reforzado del “azo”, convirtiéndolo en “tamayazo”, de difícil encaje evangélico..

. A la Iglesia española, y más a la encarnada en su jerarquía episcopal, identificada de modo eminentemente cardenalicio con su Presidente, le hacía falta una voz diametralmente distinta a la de quien la pronunciara, y se pronunciara, en los últimos diez años, con todas las tonalidades, sin exclusión de los académicos aditamentos y acepciones del término “jesuítico” de “hipócrita” y “disimulado”, por cuya supresión es de justicia clamar, La voz “episcopal” ni era voz- palabra de Dios, ni, por tanto, eclesial.

. No obstante, sólo el intento de recomponer tal voz con elementos vulgares, chabacanos y hasta lejanamente ofensivos para algunos, no podría resultar ni legítimo ni atractivo. Los diccionarios disponen de sinónimos de “jorobar” más corteses, mesurados, circunspectos y prudentes, como podrían ser “molestar”,”fastidiar”, “ encocorar”, ”enfadar”,” y, en el peor de los casos, aún “insultar”. Cuenta también con otros que rozan los linderos de la malsonancia que “ofende los oídos de personas piadosas o de buen gusto”, como podrían ser “joder”,” jeringar”, o “abroncar”.

. Las etimologías –origen de las palabras- y las procedencias verbales, requieren cuidado y trato muy respetuosos, sobre todo en los usos religiosos y ético- morales en los que el prójimo pueda resultar agraviado. “Jorobar” –eufemismo de “joder”- proviene de “joroba”, término de procedencia árabe, con referencias directamente somáticas a “deformidad producida en el cuerpo de una persona por la torcedura de la columna vertebral”. Producida tal deformación por accidentes laborales, o de nacimiento, muchos, cristianos o ateos, y sus familiares, podrían sentirse bastante más que molestos al percatarse de cómo en la Iglesia el verbo “jorobar” se emplea jerárquicamente con sentido despectivo y discriminador , siendo más comprensivos con el mismo verbo relacionado con connotaciones propias de las sexualerías.

. Menos mal que los poetas- poetas, -que son siempre “palabra de Dios”- , también en esta ocasión echan una mano salvadora, y en este caso, Federico García Lorca obsequia a jorobados o no jorobados, con estas infinitas y sacramentalizadas palabras: “ Si quieres, te daré mis ojos que son frescos, y mis espaldas para que te compongas la joroba que tienes, pero vuelve la cabeza cuando yo paso”. Novelescamente, como no podía ser de otra manera, Víctor Hugo ambientó en el año 1891, su “Jorobado”, de nombre Quasimodo , sordo y recogido por el archidiácono Frollo, junto con la hermosa gitana Esmeralda, ya en el siglo XV de nuestra era, en la catedral parisina de “Notre Dame”, adjudicándole la tarea de campanero mayor.

. De acuerdo con el Secretario de la CEE. con lo de “la Iglesia de la misericordia y no de la doctrina”. De acuerdo con lo del “clericalismo laico”, pero aplicado por igual a los laicos que a los clérigos. Todo clericalismo es reprobable por naturaleza. Jesús fue anticlerical. La canonización del anticlericalismo es asignatura y tarea pendientes en la Iglesia. Podría corresponderle a su recién estrenado portavoz el adoctrinamiento acerca de ellas, y aún la noticia del reconocimiento oficial de su conformidad con el evangelio.

. Totalmente de acuerdo también con lo de la “vocación de la Iglesia de callejear y de vivir en el ámbito público”, pero sin dejar de ponderar la dificultad añadida de tener que hacerlo siempre atildadamente ensotanados y con atuendos pre, o ya,episcopales, alejados por oficio, vocación y ministerio, del resto del pueblo, por mucho que este sea tratado y pastoralmente lo considerado como “Pueblo de Dios”. Revestidos por dentro y por fuera de modo distinto y “superior” al resto de nuestros hermanos y hermanas en la fe, y por la gracia de Dios, jamás serán posibles ni la vivencia ni la convivencia en la Iglesia. El “ámbito público” rechaza y rechazará palabras, gestos, ideas y comportamientos que alejen y separen, y que, pese a la buena voluntad e inteligencia, no les sea posible comprender e interpretar, por no ser los suyos propios.

. Muy bien por lo de los “políticos, las puertas abiertas, las lecturas decimonónicas y los traumas cuando pequeños”. Pero en todos estos casos, menos mal que los políticos ahora no saben latín, por lo que no les resultaría tan dramáticamente claro aquello de “médice, cura te ipsum”
Volver arriba