OBISPOS AMIGOS HAY POCOS

De no todos los obispos o arzobispos, por el hecho de haber sido nombrados, que no elegidos, -a veces hasta impuestos- por el Nuncio de SS. en España, puede aseverarse con la verdad y el santo Evangelio por delante, que tengan que ser, y sean, amigos de gran parte de los sacerdotes de las respectivas diócesis que presiden y de las que “tomaron posesión”, con mulas blancas o sin ellas, pero siempre en presencia del representante del Papa.

- “Sí, soy Celso. Celso Morga. El arzobispo de Mérida-Badajoz. Tu obispo. Y te llamo sobre todo para felicitarte hoy, aniversario de tu ordenación sacerdotal hace un puñado de años. Y te llamo además para informarte de que próximamente se inaugurará en Badajoz la Casa Sacerdotal, convenientemente acondicionada y servida, en la que tienes reservado un apartamento, cuando lo creas oportuno. Lo del número de años sacerdotales cumplidos lo dejamos y lo comentaremos en otra ocasión…”.

Conocí a don Celso en una de mis visitas familiares a la capital extremeña y, sin previa petición de audiencia y, por supuesto, sin exigencias de cuestionarios periodísticos de ninguna clase. Era una visita en principio protocolaria, aunque signo claro de que difería de otras similares fue el dato de pedirme que usáramos el santo “tuteo”, dejándonos de otras lindezas protocolarias, registrables por oficio o beneficio en los ámbitos clericales, con olor a buenas dosis de incienso y de “santas” hipocresías, con sus rituales rutinas paganas la mayoría de ellas.

Siempre que pasé por Badajoz visité al amigo y en la ocasión en la que a algunos de mis “admiradores” -que de todo hay y tiene que haber, en la Viña del Señor”-, se les ocurrió convocar una cita festiva en mi pueblo -Segura de León- a propósito de la rara coincidencia  de mis noventa años con la publicación de mi libro-“ Francisco, el papa reformador” -número 90 en mi bibliografía personal, don Celso se hizo presente, “en tan feliz acontecimiento”, junto con el amable Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura, democráticamente elegido.

También lo hicieron otras “autoridades políticas, militares y religiosas”, como el alcalde del pueblo y otros de la Mancomunidad de Tentudía, dando por supuesta una notable representación del vecindario., no perdiéndose la oportunidad de visitar la “Casa de la Cultura, y en ella la colección de cuadros de “buenas firmas”, dibujos originales de los mejores humoristas amigos como Antonio Forges, Peridis y otros, además de una colección completa de mi producción bibliográfica.

- “Aquí y ahora, me insistió don Celso en la reciente comunicación aludida, no vamos a hablar de temas relacionados con Guadalupe y con la orfandad que padece Extremadura a propósito de la ausencia canónica de su territorio de su excelsa Patrona, avecindada en Toledo, capital de Castilla-La Mancha. A mí solo me interesa repetirte que puedes muy pronto disponer de la Casa Sacerdotal de Badajoz, cuando lo tengas a bien o lo necesites. Tus años así ílo requieren y es de precepto ser provisores. La amistad, sobre todo.”

Es cierto que no todo lo escrito y publicado por mí en prensa, libros y en otros medios de comunicación social, don Celso no haya estado de acuerdo. Pero en lo que sí lo está, y estoy, es en que es un obispo amigo, gracia “divina y humana”, que no resulta tan frecuente como necesita la Iglesia y la sociedad, con referencias a cuanto es, significa, supone y exige el santo Evangelio.

En tan solo una semana, de mi corta nómina de obispos amigos dejaron de ser y ejercer en esta vida, don Gabino Díaz Merchán y don Antonio Montero Moreno. Dios se la conserve a don Celso en sus años de actividad pastoral y en los “eméritos”. Los amigos suelen disfrutar de años más largos, que los no amigos. La amistad es y aporta un seguro de vida, en Casas Sacerdotales y además, y sobre todo, en el recuerdo y con el complemento mariano de que, por fin la Virgen de Guadalupe deje de estar avecindada e “inmatriculada” en Toledo.

(Por cierto, que, acerca del nombre de esta ciudad, Tirso de Molina, el Fray Gabriel Téllez, mercedario, llegó a reconocer en una de sus obras clásicas, que le sobraba la sílaba “le”, para ser y convertirse en TODO, que es su definición exhaustiva y real sin necesidad del apéndice productivo de Guadalupe).

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