La Institución del papado

Me ha gustado este Papa desde el principio, desde que subió al balcón del Vaticano recién elegido y pidió la bendición a los fieles reunidos en la plaza para darle la bienvenida. Quería iniciar un pontificado el que se involucraran todos los católicos, cada uno con sus señas particulares, con menos condenas y mucha generosidad. Quería una iglesia abierta a los problemas del mundo, una institución caracterizada por su cercanía a los más necesitados. Quería seguir las directrices del Vaticano II que habían quedado apartadas

Hoy es una persona mayor aquejaba de una grave enfermedad y con peligro de muerte. Si sale del hospital tendrá, aparte de la edad, un físico mermado que le impedirá regir la Iglesia, una enorme empresa que necesita una gran salud para llevar a cabo las reformas necesarias que Francisco quiere hacer. Estará tentado de seguir al frente mientras su cabeza se lo permita, sacrificando su vida en aras de la Iglesia

Esto me lleva a reflexionar sobre el papado. Antiguamente las personas vivíamos menos pero hoy la humanidad alcanza edades insospechada, desconocidas hace poco tiempo. El peligro de una institución, por muy dirigida que esté por el Espíritu Santo, es que sus dirigentes se vean afectados por las carencias propias de la edad. Por este motivo se fijó en su momento la fecha de renuncia de los obispos a los 75 años

Desconozco las razones por las que no se le puso un límite de edad al papado ya que todos sabemos los estragos que causan los años. Otro problema añadido es que los cónclaves eligen a personas mayores para que no estén en el mando mucho tiempo. Tenemos el ejemplo de las grandes empresas donde sus directivos se jubilan con la sensación de que pasados unos años ya no aportan la originalidad y el emprendimiento de los primeros en los que ejercieron el cargo. Y la Iglesia, aunque nos cueste reconocerlo, funciona como una gran empresa

Tendrá que convertirse en algo habitual la existencia de muchos expapas conviviendo en espacio y tiempo. No es algo negativo salvo que se queden en el Vaticano, porque sus camarillas no verán con buenos ojos al Pontífice que les haya sustituido. Se tienen que ir a sus diócesis o condicionar Castelgandolfo como una casa de retiro. Tampoco es negativo que los nuevos papas sepan que su tiempo en la sede de Pedro es limitado y tras unos años vuelven al rebaño, como les sucede a los generales de las órdenes religiosas

Los tiempos nuevos exigen cambios en las normas que favorezcan el desarrollo del catolicismo, de las ideas que nos dejó Jesucristo para que las extendiéramos por el mundo entero. No tengáis miedo decía Jesucristo a sus discípulos, lo mismo nos diría hoy a nosotros

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