La esperanza de la resurrección junto a un nuevo papado
El nuevo pontífice habla constantemente de la misericordia, lo que hace concebir esperanzas a muchos colectivos, que han sufrido incomprensión en la Iglesia. Podemos mencionar a los divorciados y vueltos a casar, entre los que parece que está una hermana de Francisco y a los homosexuales, ya que en Buenos Aires el cardenal Bergoglio, se mostró favorable a su unión civil. Pero también miran con ilusión al Vaticano, los teólogos reprobados y rebeldes y las religiosas americanas, sometidas a una tutela episcopal que las hace aparecer como menores de edad.
A éstas, se les acusa de moverse en aras de la justicia social y de ayudar a mujeres y niños en particular, sin poner especial atención a una cultura “pro vida”, que consideran excesivamente rigorista y restrictiva. La llegada de un papa, perteneciente a una orden religiosa, que promueve “una Iglesia pobre para los pobres”, esperan que generará sus frutos en sus discusiones disciplinares.
Con estas ilusiones se ha expresado sor Simone Campbell, en su última conferencia: “el mundo está necesitado de un auténtico guía espiritual y espero que el nuevo papa lo sea, y que no se encuentre prisionero en la lucha interna por el poder… el ámbito de nuestra vivencia se coloca es pastoral y espiritual y no tratamos de cuestiones de fe”.
Parece que el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, en una entrevista a la Associated Press,apoyaba a estas religiosas, cuando dijo: “que esperaba que el papa aportaría lozanía y frescura al debate con las religiosas, aunque era pronto para saber su postura”. Recordó que fue el provincial de los jesuitas en Argentina, en una situación muy conflictiva y en la que no tuvo miedo. “Somos amigos y compañeros de viaje, podemos hablar abiertamente. Entre todos, tenemos que hacer cambios, con la certeza de que todos obraremos con una honestidad recíproca”.
Mientras tanto, continúa la labor de discernimiento de la comisión guiada por el arzobispo de Seattle, Peter Sartain, que ha anunciado, que no piensa que el nuevo papado introduzca cambios en su papel de vigilancia de las religiosas. Pero el director de la revista America, el jesuita James Martin, que siempre ha defendido a las religiosas americanas, ha dicho que “los jesuitas siempre hemos trabajado en estrecho contacto con las religiosas, e incluso somos los responsables de haber fundado alguna de sus congregaciones. El que desde su primera homilía, el papa se concentrara en la entrega a los demás, me da lícitas esperanzas para pensar que algunas reglas internas de la Iglesia, se verán atenuadas”.
La página web de los benedictinos americanos, el viernes pasado, invitaba a rezar “por las religiosas de vida activa, que trabajan inmersas en el mundo donde buscan el encuentro con los marginados y los pobres y que por este perfil político, son injustamente criticadas”.
¿Habrá un cambio de postura con la llegada del papa Francisco para acoger a los discriminados, como los gays y divorciados? ¿Se les quitará la vergonzosa tutela a las religiosas americanas? El tiempo lo dirá, pero las esperanzas que desata el domingo de Resurrección se juntan con las que genera un papado de evidente nuevo corte.
A éstas, se les acusa de moverse en aras de la justicia social y de ayudar a mujeres y niños en particular, sin poner especial atención a una cultura “pro vida”, que consideran excesivamente rigorista y restrictiva. La llegada de un papa, perteneciente a una orden religiosa, que promueve “una Iglesia pobre para los pobres”, esperan que generará sus frutos en sus discusiones disciplinares.
Con estas ilusiones se ha expresado sor Simone Campbell, en su última conferencia: “el mundo está necesitado de un auténtico guía espiritual y espero que el nuevo papa lo sea, y que no se encuentre prisionero en la lucha interna por el poder… el ámbito de nuestra vivencia se coloca es pastoral y espiritual y no tratamos de cuestiones de fe”.
Parece que el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, en una entrevista a la Associated Press,apoyaba a estas religiosas, cuando dijo: “que esperaba que el papa aportaría lozanía y frescura al debate con las religiosas, aunque era pronto para saber su postura”. Recordó que fue el provincial de los jesuitas en Argentina, en una situación muy conflictiva y en la que no tuvo miedo. “Somos amigos y compañeros de viaje, podemos hablar abiertamente. Entre todos, tenemos que hacer cambios, con la certeza de que todos obraremos con una honestidad recíproca”.
Mientras tanto, continúa la labor de discernimiento de la comisión guiada por el arzobispo de Seattle, Peter Sartain, que ha anunciado, que no piensa que el nuevo papado introduzca cambios en su papel de vigilancia de las religiosas. Pero el director de la revista America, el jesuita James Martin, que siempre ha defendido a las religiosas americanas, ha dicho que “los jesuitas siempre hemos trabajado en estrecho contacto con las religiosas, e incluso somos los responsables de haber fundado alguna de sus congregaciones. El que desde su primera homilía, el papa se concentrara en la entrega a los demás, me da lícitas esperanzas para pensar que algunas reglas internas de la Iglesia, se verán atenuadas”.
La página web de los benedictinos americanos, el viernes pasado, invitaba a rezar “por las religiosas de vida activa, que trabajan inmersas en el mundo donde buscan el encuentro con los marginados y los pobres y que por este perfil político, son injustamente criticadas”.
¿Habrá un cambio de postura con la llegada del papa Francisco para acoger a los discriminados, como los gays y divorciados? ¿Se les quitará la vergonzosa tutela a las religiosas americanas? El tiempo lo dirá, pero las esperanzas que desata el domingo de Resurrección se juntan con las que genera un papado de evidente nuevo corte.