Acerca del autor Jesús Mauleón
No me perderé en palabras. Soy cura, soy –lo diré con todas las modestias del caso- poeta. Me tengo, ante todo, por un ser humano. Fui muchos años profesor de literatura. Colaboré en la fundación de la revista poética Río Arga, que dirigí cuatro años. Formé parte igualmente del grupo fundador de “Ateneo Navarro”. Tengo la insignia de oro del Club Atlético Osasuna (lo digo con un cierto rubor; me visto pocas veces de chaqueta y no la llevo nunca en la solapa) He publicado una docena de libros: tres novelas, varios títulos entre la literatura y la espiritualidad, unos cuantos libros de versos (La luna del emigrante, Pie en la cima de sombra, Salmos de ayer y hoy, Escribe por tu herida...), reunidos en una edición del Gobierno de Navarra con el título “Obra poética (1954-2005)”. Mi última entrega de versos publicada, “Este debido llanto” (Madrid, Vitruvio, 2010). Y antes un librito en prosa, una mirada al mundo donde seguramente me retrato: “Elogio de la ingenuidad” (Madrid, Nueva Utopía, 2007).
Humano, poeta y cura
Ante todo, soy un pobre (y rico) ser humano, como miles de millones en este planeta. Tengo además una voz pequeñita de poeta. Me interesan las cosas de Dios, pero el primer regalo que Él me hizo fue mi condición humana. Estas páginas se moverán a menudo en la experiencia religiosa, pero otras temblarán en los sentimientos comunes a cualquier hombre o mujer que vive, sufre, se afana, y a veces roza la felicidad. La fe cristiana ha sido para mí un punto de arranque para entender el mundo. Y el mundo de los hombres es apasionante, incluso fuera de la fe. La vida, la muerte, el paso del tiempo, la belleza natural o la creada en el arte, el lado jocoso de las cosas humanas, el humor como terapia de personas inteligentes y humildes, la respuesta feliz o indignada a los muchos estímulos que el tiempo de los hombres nos ofrece. Todo entra aquí. Nada humano nos será ajeno. Y siempre Dios en el último fondo.
Humano, poeta y cura
Ante todo, soy un pobre (y rico) ser humano, como miles de millones en este planeta. Tengo además una voz pequeñita de poeta. Me interesan las cosas de Dios, pero el primer regalo que Él me hizo fue mi condición humana. Estas páginas se moverán a menudo en la experiencia religiosa, pero otras temblarán en los sentimientos comunes a cualquier hombre o mujer que vive, sufre, se afana, y a veces roza la felicidad. La fe cristiana ha sido para mí un punto de arranque para entender el mundo. Y el mundo de los hombres es apasionante, incluso fuera de la fe. La vida, la muerte, el paso del tiempo, la belleza natural o la creada en el arte, el lado jocoso de las cosas humanas, el humor como terapia de personas inteligentes y humildes, la respuesta feliz o indignada a los muchos estímulos que el tiempo de los hombres nos ofrece. Todo entra aquí. Nada humano nos será ajeno. Y siempre Dios en el último fondo.