Los obispos españoles, en línea con el PP y Vox ¿España es un 'bien común'?
"Las últimas manifestaciones delante de las sedes del PSOE y en otros lugares, me hacen recordar que el asunto de la unidad de España viene de lejos"
"En octubre y noviembre de 2013, en noviembre de 2006, en noviembre de 2002, los obispos españoles publicaron documentos en los que defendían la unidad de España, valorando esta unidad como un 'bien común'"
"Los obispos catalanes, por su parte, dijeron que apoyarían la independencia en caso que el pueblo de Cataluña la aprobara y reconocían 'la personalidad y los rasgos nacionales propios de Cataluña'"
"¿Por qué esa preocupación tan grande de los obispos sobre la unidad de España, que no es sino una cuestión política (no religiosa) opinable? ¿O es que la unidad de España es un dogma que se encuentra en el Credo?"
"Los obispos catalanes, por su parte, dijeron que apoyarían la independencia en caso que el pueblo de Cataluña la aprobara y reconocían 'la personalidad y los rasgos nacionales propios de Cataluña'"
"¿Por qué esa preocupación tan grande de los obispos sobre la unidad de España, que no es sino una cuestión política (no religiosa) opinable? ¿O es que la unidad de España es un dogma que se encuentra en el Credo?"
Las últimas manifestaciones (algunas de ellas violentas) delante de las sedes del PSOE y en otros lugares, protestando por la ley de amnistía y defendiendo la unidad de España (algunos días con el rosario en la mano), me hacen recordar que el asunto de la unidad de España viene de lejos.
En octubre de 2013, la Comisión Permanente del Episcopado español (con cuatro abstenciones), aprobó el documento: “Ante la crisis, solidaridad”. Con la excusa de la crisis, la mayoría de los obispos españoles reafirmaron la idea de la unidad del Estado español como un “bien común”.
No era la primera vez que la mayoría de los obispos españoles defendían esta propuesta como si fuese una declaración de fe o un dogma de la Iglesia. Unos años antes, el 23 de noviembre de 2006, la CEE presentaba otro texto en el mismo sentido: “Orientaciones morales ante la situación actual de España”. En el apartado “Nacionalismos y exigencias morales”, después de admitir que la Iglesia reconoce, “en principio” (¿sólo en principio?), la legitimidad de las posiciones nacionalistas que pretenden modificar la unidad política del Estado, el documento decía: “Si la coexistencia cultural y política ha producido un entramado de relaciones, (entre los pueblos de España) ¿qué razones justifican la ruptura de estos vínculos?”.
Todavía unos años antes, en noviembre de 2002, en la instrucción: “Valoración moral del terrorismo en España”, la CEE afirmaba: “Las naciones no gozan de un derecho absoluto a decidir sobre su propio destino”. ¿De verdad que las naciones no gozan de un derecho a decidir su propio futuro? Y el texto de la CEE continuaba así: “Resulta moralmente inaceptable, que las naciones pretendan unilateralmente una configuración política de la propia realidad y, en consecuencia, la reclamación de la independencia en virtud de su sola voluntad”. Y este texto decía también: “En consecuencia, no es moral cualquier modo de propugnar la independencia y la creación de un nuevo estado. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, no sería prudente ni moralmente aceptable. Pretender unilateralmente alterar el ordenamiento jurídico es inadmisible. Es necesario respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria”.
Con estos antecedentes, los obispos (no todos), en octubre de 2013 volvían a la idea que “la desintegración unilateral de la unidad de España nos causa gran inquietud” y también, que “hay un deber moral sobre el bien común de España para todos”. Los obispos se sentían inquietos, “frente a políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad”. Y por eso defendían que “se preserve el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad de los pueblos de España”.
No me pareció nada extraño que los obispos españoles (en plena sintonía con el PP antes y ahora también con Vox), presentaran la unidad de España como un “bien común” y hablaran de “la unidad cultural y política de una antigua nación que es España”.
Pero los obispos olvidan que el Magisterio de la Iglesia ha valorado el hecho nacional de los pueblos de manera diferente a como lo hicieron ellos.
Pío XIIdecía: “La vida nacional es un derecho y honor de un pueblo” y por eso “se puede y se ha de promover”. Por su parte, la Pacem in terris rechazaba a los pueblos dominadores, porque no hi hay “comunidad nacional que quiera estar sometida al dominio de otra”. El papa Pablo VI, en el documento Iustitia in Mundo afirmaba: “Cuando los pueblos asumen la causa de su suerte futura, manifiestan su personalidad propia. Un nacionalismo responsable aporta el impulso necesario para acceder a su propia identidad. De esta autodeterminación pueden nacer los intentos de llevar a término nuevos conjuntos políticos, que permiten a los pueblos su pleno desarrollo”. Y todavía, Juan Pablo II decía en la ONU en 1995: “Los derechos de las naciones no son otra cosa que los derechos humanos. Nadie está nunca legitimado a afirmar que una determinada nació, no es digna de existir”.
Pero todavía es más clara aún la postura de Juan Pablo II en la UNESCO, en 1980: “Soy hijo de una nación que los vecinos han condenado a muerte diversas veces, pero que ha sobrevivido y ha permanecido ella misma, ha conservado a pesar de las divisiones y las ocupaciones extranjeras su soberanía nacional, no apoyándose en la fuerza física sino únicamente en su cultura”. Y añadía aún el papa polaco: “Nadie, ni un estado, ni otra nación, ni ninguna organización internacional está nunca legitimada para considerar que una determinada nación no es digna de existir”.
¿Por qué esa preocupación tan grande de los obispos sobre la unidad de España (cuando repiten que no hacen justicia), que no es sino una cuestión política (no religiosa) opinable? ¿O es que la unidad de España es un dogma que se encuentra en el Credo?
Como decía San Agustín, en la Iglesia ha de existir “unidad en lo esencial, libertad en lo que es opinable, y en todo, caridad”. Y no creo que la unidad de España sea esencial para la fe de los cristianos. De hecho, los obispos catalanes, un día después de aquel documento de la CEE, se pronunciaron a favor de todas las opciones políticas.
"No creo que la unidad de España sea esencial para la fe de los cristianos"
La nota de los obispos de la Tarraconense decía: “Defendemos la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos y que busquen la paz y la justicia”. Por eso el que fue obispo auxiliar de Barcelona, Sebastià Taltavull, reconocía que los obispos catalanes apoyarían la independencia, en caso que el pueblo de Cataluña la aprobara. Y el que fue obispo de Solsona, Xavier Novell reconocía (como no podía ser de otra manera) que una Cataluña independiente permitiría plantear una Conferencia Episcopal Catalana, reconocida por la Santa Sede. ¿O es que no existe una Conferencia Episcopal en Chequia y otra en Eslovaquia, después de la independencia de Checoeslovaquia? Por eso, y utilizando el título del libro del P. Hilari Raguer, “Ser independentista no es ningún pecado”, la Iglesia haría bien en respetar la voluntad de los pueblos. El independentismo sólo es una opción. Tan respetable, eso sí, como el anti-independentismo.
También el 21 de enero de 2011, los obispos de Cataluña reconocían “la personalidad y los rasgos nacionales propios de Cataluña”, en consonancia con el documento “Arrels cristianes de Catalunya”, de 1985: “Como obispos de la Iglesia en Cataluña, damos fe de la realidad nacional de Cataluña”.
Los obispos españoles defienden (en sintonía con el PP y con Vox), continuamente, el soberanismo de la nación española, pero no comprenden otros soberanismos. Como dijo el claretiano Pere Codina, “existe la sensación que la Iglesia española ha mantenido tradicionalmente una colaboración excesivamente celosa con el poder central, en su voluntad para reducir la diversidad cultural dentro del reino”.
Si en 1974, el Régimen franquista estuvo a punto de expulsar al obispo de Bilbao, Antonio Añoveros, acusándolo de atentar contra la unidad de España, simplemente por defender la lengua y la cultura de Euskadi, ahora son los obispos españoles (como José Ignacio Munilla, Casimiro López, César García Magán o Jesús Sanz), los que defienden la unidad de España como un “bien común”, al mismo tiempo que atacan la ley de amnistía. ¿Los obispos que se oponen a la amnistía (y después, que no digan que no hacen política), creen que está más de acuerdo con el Evangelio una medida de gracia o bien impedirla?
"Los obispos españoles defienden (en sintonía con el PP y con Vox), continuamente, el soberanismo de la nación española, pero no comprenden otros soberanismos"
El 19 de noviembre de 2013, el cardenal Rouco, en el discurso de apertura de la Asamblea número 100 de la CEE, volvía a insistir en que “se preserve el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad de los pueblos de España”.
Y el cardenal Cañizares (La Razón 15 de septiembre de 2015) pedía rezar por la unidad de España y en un artículo suyo, (“La unidad de España”), defendía “el actual marco de convivencia” de la “más que milenaria (?) Nación, que es una cuestión y un bien moral”. Si la unidad de España es un “bien moral”, ¿cómo es que las naciones latinoamericanas se independizaron de la corona española? La independencia de estos países deja bien claro que una forma de Estado no puede ser un bien moral, ya que es alterable. Por eso rezar el rosario por la unidad de España, es como rezarlo para que un equipo de fútbol gane al rival.
Los diferentes documentos de la CEE que defienden “el bien de la unidad” y las declaraciones de hace unos años de los cardenales Rouco y Cañizares, y las actuales de otros obispos me han recordado el debate, en 2008, entre flamencos y valones sobre la unión o la independencia en Bélgica.
Los partidarios de la unión reclamarona los obispos belgas un apoyo público a sus tesis. Pero el cardenal Danneels les respondió: “La separación entre la Iglesia y el Estado ha de ser respetada. Los obispos no han de tomar posición a favor de unos o en contra de los otros. Los obispos (como han hecho los catalanes), rezaremos para que los políticos puedan decidir qué es mejor para Bélgica. Pero no apoyaremos ninguna opción” (Vida Nueva nº 2.589, p. 7). Lo mejor es respetar la decisión de los partidos, que para garantizar la convivencia y la gobernabilidad, han de pactar entre ellos, para así llegar a acuerdos. Y en política, es muy importante hablar con los adversarios. La Constitución no es la Biblia de los españoles, una Biblia que, hay que recordarlo, no es un bloque granítico inamovible, sino que incluso se interpreta y no se lee al pie de la letra.
No creo que como dijo el cardenal Cañizares en un artículo suyo, que “la Constitución es hoy el marco jurídico ineludible de referencia”, ya que la Constitución no es un dogma. Y tampoco cuando el cardenal Cañizares insistía en defender a España como un “bien moral”, ya que no encontramos esa cuestión en el Credo. Por eso el que fue obispo de Solsona, Xavier Novell, contestó rotundamente en una Glosa, las declaraciones del secretario de la CEE, que afirmaba que “no es moralmente legítimo” el Derecho a Decidir.
"Desgraciadamente, cada día es más evidente la sintonía de muchos obispos españoles, que sin disimularlo, están en la línea del PP y de Vox"
Los obisposque se han rasgado las vestiduras en contra de la amnistía y defendiendo (a capa y espada) la unidad de España, casi como dogma de fe, habrían de recordar que cuandoel Sr. Aznar (La Voz de Galicia, 17 de mayo de 2001) dijo que la independencia de Euskadi era legítima en ausencia de violencia, ellos (o sus predecesores), no protestaron. Y cuando el Sr. Aznar se refirió a ETA como “Movimiento Vasco de Liberación”, tampoco dijeron nada. Y es que, desgraciadamente, cada día es más evidente la sintonía de muchos obispos españoles, que sin disimular-lo, están en la línea del PP y de Vox.
"Los obispos que se han rasgado las vestiduras en contra de la amnistía y defendiendo la unidad de España, habrían de recordar que cuando el Sr. Aznar (La Voz de Galicia, 17 de mayo de 2001) dijo que la independencia de Euskadi era legítima en ausencia de violencia, ellos (o sus predecesores), no protestaron. Y cuando el Sr. Aznar se refirió a ETA como 'Movimiento Vasco de Liberación', tampoco dijeron nada"
“En lo esencial, unidad, en lo que es opinable, libertad y en todo caridad”. ¿O es que la unidad de España y la Constitución forman parte del Credo? ¿Habremos de añadir la unidad de España cuando profesamos la fe en Dios, Padre todopoderoso, en Jesucristo su Hijo, en el Espíritu Santo y en la Iglesia, santa, católica y apostólica?