"El “caso Añoveros” fue uno de los ejemplos que mejor ilustró la ruptura de la Iglesia con el régimen" 50 años del nombramiento de Añoveros como obispo de Bilbao: el prelado al que Franco quiso deportar
24 de febrero de 1974. Aquel domingo, en todas las parroquias de la diócesis de Bilbao se leyó la homilía escrita por Antonio Añoveros, un texto donde este pastor defendía el derecho de los vascos a preservar su identidad
El 27 de febrero, tres días después de la lectura de la homilía, el jefe superior de la policía de Bilbao arrestaba en su domicilio al obispo Añoveros. Por su parte, en el aeropuerto de Sondica estaba preparado un avión para expulsar al obispo de España
Fue el cardenal Tarancón, como presidente de la CEE, quien defendió al obispo Añoveros, amenazando con la excomunión fulminante a todos aquellos que participaran en la expulsión del estado del obispo de Bilbao
Fue el cardenal Tarancón, como presidente de la CEE, quien defendió al obispo Añoveros, amenazando con la excomunión fulminante a todos aquellos que participaran en la expulsión del estado del obispo de Bilbao
El 19 de diciembre de 1971, hoy hace 50 años, Antonio Añoveros (hasta aquel momento obispo de Cádiz y Ceuta), fue nombrado nuevo obispo de Bilbao. Añoveros fue el tercer pastor de esta diócesis después de los obispos Casimiro Morcillo y Pablo Gúrpide, aunque antes que Añoveros la diócesis tuvo como Administrador Apostólico al obispo José Mª Cirarda.
Antonio Añoveros, que nació en Pamplona el 13 de junio de 1909, fue ordenado presbítero en 1933. En su ministerio sacerdotal, Añoveros siempre manifestó una especial preocupación por los más desvalidos de la sociedad. En 1950 el cardenal Herrera Oria lo nombró canónigo de la catedral de Málaga, diócesis de donde también fue rector del Seminario y vicario general.
El 6 de octubre de 1952, Añoveros fue nombrado obispo auxiliar de Málaga y en 1953, obispo coadjutor de la diócesis de Cádiz y Ceuta, hasta que en 1954 pasó a ser el obispo titular. Durante su etapa en la diócesis de Cádiz y Ceuta, Añoveros escribió diversas pastorales sobre la desigualdad social que había en la diócesis. Su proximidad con los más desfavorecidos de la sociedad, lo llevó a rechazar una subvención para restaurar la catedral de Cádiz. Añoveros consideraba que una ciudad que tenía tanta necesidad de viviendas sociales, no podía dedicar tanto dinero a restaurar la catedral.
Y fue el 19 de diciembre de 1971, hoy hace 50 años, cuando Antonio Añoveros fue nombrado obispo de Bilbao, una diócesis con una notable politización, con sacerdotes que firmaban manifiestos contra la dictadura y con miles de alumnos en las ikastolas dependientes de la Iglesia.
El ministerio episcopal del obispo Añoveros en Bilbao, está unido al llamado “caso Añoveros”, que tuvo lugar el 24 de febrero de 1974. Aquel domingo, en todas las parroquias de la diócesis de Bilbao se leyó la homilía escrita por Antonio Añoveros, un texto donde este pastor defendía el derecho de los vascos a preservar su identidad.
Durante años, la Iglesia y el régimen franquista se habían apoyado mutuamente con el nacionalcatolicismo. La jerarquía católica después de la guerra civil, calificada por los obispos como “cruzada”, se había puesto al lado de los sublevados contra la República. Pero a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), con el “aggiornamento”promovido por los papas Juan XXIII y Pau VI y con el cardenal Tarancón como hombre de confianza del papa Montini, la Iglesia española comenzó a separarse del gobierno de Franco. El “caso Añoveros” fue uno de los ejemplos que mejor ilustró la ruptura de la Iglesia con el régimen franquista.
Así, el domingo 24 de febrero de 1974, en todas las parroquias de la diócesis de Bilbao se leyó la homilía, “El cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos”,redactada por Añoveros, donde el obispo pedía el reconocimiento de las particularidades nacionales de Euskadi. En este texto, el obispo Añoveros decía:
“El pueblo vasco, igual que los otros pueblos del estado español, tiene derecho a conservar su propia identidad, cultivando y desarrollando su patrimonio espiritual, dentro de una organización sociopolítica que pueda reconocer su justa libertad”.
Hemos de tener en cuenta que la dictadura franquista había perseguido de una manera total, las reivindicaciones nacionales de los pueblos, prohibiendo las lenguas vasca, catalana y gallega. En aquella pastoral, el obispo Añoveros decía también:
“El estado ha de estar al servicio de las personas y de los pueblos y ha de respetar sinceramente el pluralismo social y cultural. En las actuales circunstancias, el pueblo vasco tiene serios obstáculos para estos derechos. El uso de la lengua vasca, tanto en la enseñanza como en los medios de comunicación, está sometido a notorias restricciones”.
Aunque con el discurso del llamado, del “Espíritu del 12 de febrero” del presidente Arias Navarro, el gobierno franquista quería dar una imagen de apertura, el régimen respondió con dureza a la homilía de Añoveros, ordenando su arresto domiciliario y su posterior expulsión del estado, argumentando que el obispo había atacado la unidad nacional consagrada por las “Leyes Fundamentales”. Así, el 27 de febrero, tres días después de la lectura de la homilía, el jefe superior de la policía de Bilbao arrestaba en su domicilio al obispo Añoveros. Por su parte, en el aeropuerto de Sondica estaba preparado un avión para expulsar al obispo, de España.
Añoveros se negó a abandonar Bilbao, alegando que solo lo haría por una orden directa del papa Pablo VI, cosa que sabía que no se produciría, o bien si el gobierno franquista utilizaba la fuerza. Fue el cardenal Tarancón, como presidente de la CEE, quien defendió al obispo Añoveros, amenazando con la excomunión fulminante a todos aquellos que participaran en la expulsión del estado del obispo de Bilbao. De hecho, una expulsión forzada del obispo bilbaíno habría violado el Concordato de 1953. Por eso, años más tarde, el mismo Tarancon declaró que él llevaba en el bolsillo la nota de excomunión, en aplicación del Canon 2334 del Concordato, contra aquellos que actuaran contra el obispo Añoveros.
La crisis, la más grave entre la Iglesia y el franquismo, se solucionó después de 14 días de negociaciones, por una intervención directa de Franco que, de ninguna de las maneras quería romper las relaciones con el Vaticano, cosa que Arias Navarro llegó a sospesar.
Somos muchos los cristianos valencianos que esperamos de los cuatro obispos del País Valenciano, Antonio Cañizares, Casimiro López, José Ignacio Munilla, nuevo obispo de Oriola-Alacant y Enrique Benavent, que promuevan y apoyen (como hizo el obispo Añoveros) la lengua de Sant Vicent Ferrer en todos y en cada uno de los actos de la Iglesia Valenciana. Somos muchos los que deseamos que los obispos valencianos sigan el ejemplo de los sacerdotes Llorenç Gimeno, Josep Mª Ruix, Pere Riutort, Honori Pascual, Manuel Martín, August Monzon, Julio Ciges, Jesús Belda, Emili Marín, Vicent Cardona, Vicent Sarrió...... y que de una vez por todas apliquen las directrices del Vaticano II, por lo que se refiere al uso de la lengua vernácula del País Valenciano.
Ya en el año 1965, al finalizar el Vaticano II, se organizó una campaña, donde más de 20.000 valencianos (Vicent Ventura, Joaquim Maldonado, Raimon, Martí Domínguez, Manuel Broseta, Francesc Burguera, Josep Lluís Bausset, Manuel Sanchis Guarner, Matilde Salvador, Andreu Alfaro, Enric Valor, Josep Iborra, Robert Moròder, el Ateneu Mercantil de València, el Centre Excursionista de Castelló, los Carmelitas de Onda o los Franciscanos de Cocentaina) pidieron, siguiendo les directrices del Concilio, “el uso de nuestra lengua en los actos religiosos, en la catequesis y en la predicación”.
Desgraciadamente los valencianos después del Concilio, pasamos del latín al castellano, como si ésta fuese la lengua de Nules, Xàtiva, l’Alcúdia, Borriana, Piles, Altea, Morella, Elx, Gandia o Vila-real. Y hoy, todavía, casi 60 años después del inicio del Vaticano II, los cristianos valencianos, aún estamos esperando poder celebrar nuestra fe en la lengua en la que Sant Vicent Ferrer escribió sus sermones, en la lengua que Francesc Eiximenis escribió el Llibre delsÀngels, sor Isabel de Villena escribió la Vita Christi, Ausiàs March compuso su Càntic espiritual, o Roís de Corella escribió Lo Cartoixà.
Cuando durante el Concilio hubo la controversia entre los partidarios del latín y los de la lengua vernácula, los que se decantaban por la liturgia en la lengua del pueblo, argumentaban que una Iglesia viva no podía tener ni usar una lengua muerta. Por otra parte, es curioso que los sacerdotes valencianos que hacen la misa en castellano, a la hora de dar los avisos sobre la colecta o la limpieza del templo, se dirijan a los feligreses en valenciano. Esto me recuerda aquella anécdota de un cristiano de los EEUU que decía: “No hay una lengua tan bonita como el latín, pero lo que yo entiendo es el inglés. Y en la Iglesia nunca me piden dinero en latín”.
En 2009, en la toma de posesión de la diócesis de Lleida, el obispo valenciano Joan Piris, dijo en la homilía: “La Iglesia no puede ser propiedad de nadie y ha de estar suficientemente abierta para que todos tengan en ella su lugar”. Ya sería hora que los cristianos valencianos, que queremos dirigirnos a Dios en nuestra lengua, también tuviésemos un lugar en la Iglesia y no continuáramos como ahora, donde no se nos permite rezar en valenciano. De hecho, solo pedimos lo que es normal. De la misma manera que en Valladolid, Burgos o Salamanca tienen la misa, la liturgia y la catequesis en su lengua, los valencianos queremos eso mismo: Tener la misa, la liturgia y la catequesis en nuestra lengua. Nada más que eso.
En el cincuenta aniversario del nombramiento de Antonio Añoveros como obispo de Bilbao, vale la pena recordar su defensa, valiente y decidida, de la lengua y de la cultura de Euskadi. También los cristianos valencianos querríamos que nuestros pastores (tal y como hicieron los añorados obispos de Sogorb-Castelló, Josep Pont i Gol y Josep Mª Cases) hiciesen lo mismo que hizo el obispo Añoveros en relación a la lengua, a la cultura y a la identidad del País Valenciano.
Si en pleno franquismo el obispo Añoveros denunció en su homilía, que “el uso de la lengua vasca, tanto en la enseñanza como en los medios de comunicación” estaba “sometido a notorias restricciones”, todavía es más escandaloso que en democracia, tres de los cuatro obispos valencianos, restrinjan la lengua de Sant Vicent Ferrer, haciendo imposible que en los templos podamos celebrar nuestra fe en valenciano. Y eso que la Constitución pide que se protejan las lenguas cooficiales, en aquellos territorios donde existe una lengua además del castellano.
Ojalá que más pronto que tarde, la lengua que es normal en la Administración la educación y la cultura, sea también la lengua de la Iglesia Valenciana.
Amén.
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