No a una Iglesia "de espaldas al pueblo" Misas en latín: ¿qué es lo que está en juego?

Traducción del latín
Traducción del latín

El “celebrante”, un presbítero, de cara a la pared y dando la espalda al pueblo; alejado de las personas, separado por el presbiterio y cercano a un muro; hablando un idioma que nadie entiende y realizando “¿signos?” que nadie ve y nadie comprende...

Una iglesia de espaldas al pueblo; alejada de la realidad de la vida; con la mirada puesta en un muro sacralizado por la presencia del sagrario; hablando un lenguaje ajeno al mundo, que nadie entendía; reforzando vacíos y separaciones entre lo “sagrado” y lo “profano”

"Cuando hablamos de Dios, ¿de qué Dios hablamos?; cuando hablamos de iglesia, ¿de qué iglesia hablamos?; cuando hablamos de fe, de celebración, de sacramento, de ser humano, de mundo, etc. ¿de qué hablamos?"

A muchxs nos tocó vivirlo y a otrxs no ... de todas maneras conviene recordarlo y comprenderlo, porque es mucho lo que está en juego.

El documento sacrosantum concilium sobre la reforma litúrgica fue el primer documento que se publicó del concilio vaticano II; quizá no es el más importante, pero si fue, también por ser el primero, el más significativo y sirve de clave de interpretación de todos los demás.

Recordemos...

El “celebrante”, un presbítero, de cara a la pared y dando la espalda al pueblo; alejado de las personas, separado por el presbiterio y cercano a un muro; hablando un idioma que nadie entiende y realizando “¿signos?” que nadie ve y nadie comprende...

Por eso, mientras tanto, lxs asistentes, allá lejos, rezábamos el rosario, leíamos nuestro devocional o nuestras vidas de santos...

Misas en latín, ¿el final?
Misas en latín, ¿el final?

La escena es muy fuerte y muy clara... dos mundos, dos realidades, totalmente separadas y opuestas, con un enorme vacío intermedio, que tenía, incluso, para reforzar la imagen, una cerca que impedía el paso, aunque irónicamente se le llamara el “comulgatorio” ...

Como cada quien estaba en su mundo, el “celebrante” en el suyo y lxs asistentes en el suyo, totalmente distintos en todo, se hacía necesaria la campanita; en un determinado momento sonaba, indicando que era el momento de la “consagración” o “transubstanciación”. Como no veíamos nada ni entendíamos nada, sino fuera por la campanita no nos enterábamos. Entonces, sonaba la campana, interrumpíamos nuestro rezo o nuestra lectura hasta que volvía a sonar la campanita indicando que se había terminado ese momento; entonces volvíamos a nuestros rezos y lecturas; a nuestro mundo... y el “celebrante” seguía en el suyo... Nosotrxs íbamos a “oír” misa; algo que era propiedad del oficiante y no nuestro.

La dimensión comunitaria era inexistente; todo absolutamente individual, “mi” misa donde ni siquiera sabíamos ni nos importaba quiénes estaban a su alrededor,

Además, todo marcado con un manejo legalista muy fuerte; la misa es “obligatoria”, pero podías llegar hasta la hora del ofertorio y “valía”; si llegabas después ya no valía; la liturgia de la palabra no tenía la menor importancia, lo único importante era el rito sagrado, realizado por la persona sagrada de la “elevación”, “consagración”, transubstanciación”.

El círculo se cerraba con la dimensión sacrificial; el altar del sacrificio, la renovación del sacrificio; todo en una dimensión sacrificial...

Esto, que sucedía en “la misa”, era el fiel reflejo de lo que sucedía en todos los niveles de la realidad de la iglesia.

Una iglesia de espaldas al pueblo; alejada de la realidad de la vida; con la mirada puesta en un muro sacralizado por la presencia del sagrario; hablando un lenguaje ajeno al mundo, que nadie entendía; reforzando vacíos y separaciones entre lo “sagrado” y lo “profano”; queriendo mantener una estructura de exclusión entre dos estamentos totalmente desiguales, jerarquía y laicado; perdida en un universo legalista sin sentido; olvidando totalmente la palabra que comunica y crea comunión para realzar solamente los ritos sagrados que refuerzan la estructura de poder.

Esto cambió con la reforma litúrgica del concilio... Ahora se mira de frente al pueblo; la mesa, ya no altar, se acerca a donde están todxs; se habla el idioma del pueblo; la palabra ocupa un lugar central; desaparece el espacio vacío y la cerca que separaba; todxs celebramos y participamos, no oímos; y todo se mueve en un esquema dialogal en donde se habla y se responde mutuamente; se incorpora la música popular, prevalece la dimensión de comunión más que la de sacrificio y tiene más importancia la participación comunitaria que el cumplimiento individual de leyes.

Una vez más, estos cambios en la celebración son un signo de los cambios que se realizaban en todos los niveles de la iglesia.

Gran alegoría de la vanidad. Pieter Boel
Gran alegoría de la vanidad. Pieter Boel

Esto es lo que está en juego... No es sólo un modo de celebrar el rito sino un modo de celebrar que refleja un modo de ser iglesia, un modo de comprender la vida de fe y de vivir la relación con Dios e, incluso, un modo de comprender el mismo ser de Dios.

Por eso, la celebración del misal del concilio o la del misal de Pio V, apareció y se vivió como el signo de una separación mucho más profunda que era el rechazo de todo el concilio, el desconocimiento de Juan XXIII y Paulo VI, llamados heréticos y antipapas y que llegó incluso a la separación y la excomunión.

Eso es lo que aparece, también hoy, en el texto de la fraternidad de san Pío X que en el rechazo al documento sobre el misal incluye un rechazo a todo un modelo eclesial y un ataque furioso a Francisco.

Cuando hablamos de Dios, ¿de qué Dios hablamos?; cuando hablamos de iglesia, ¿de qué iglesia hablamos?; cuando hablamos de fe, de celebración, de sacramento, de ser humano, de mundo, etc. ¿de qué hablamos?

¡Esto es lo que está en juego!

Vale la pena recordar lo que presenta Pablo en la primera carta a la iglesia de Corinto (11,17-34).

Fratelli Tutti: El arte se hace vida y comunidad
Fratelli Tutti: El arte se hace vida y comunidad

Pablo le habla a una “comunidad cristiana” y a una comunidad cristiana que “celebra la eucaristía”, y, sin embargo, Pablo les dice:

  • Ø No los felicito por celebrar la eucaristía...
  • Ø Sus celebraciones les hacen daño más que hacerles bien...
  • Ø Realmente no son la Cena del Señor...
  • Ø En sus celebraciones, ustedes cometen un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor...
  • Ø Están comiendo y bebiendo su propia condenación...
  • Ø Mejor no vengan; quédense en sus casas...

¡No cualquier manera de celebrar la eucaristía es la cena del Señor!

¿Por qué dice Pablo que esa celebración no es la cena del Señor?

  • Ø Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se emborrachan...
  • Ø Porqué en esas celebraciones se menosprecia la iglesia de Dios y se avergüenza a lxs que no tienen nada...
  • Ø Porque se come y se bebe sin considerar al cuerpo del Señor... (recordemos que en esa misma carta Pablo dice que el cuerpo de Cristo es la comunidad) ...

Hay formas de celebrar la eucaristía que no son la cena del Señor porque no son la mesa común; porque no son el lugar y el momento partir y repartir el pan, porque no son ni crean comunidad real, en la que, como dice el relato de hechos, el pan partido y repartido lleva necesariamente a los bienes partidos y repartidos para que no haya pobres entre nosotrxs (Hech 4).

Misa de San Fermín
Misa de San Fermín

La Eucaristía, la memoria que hace presente a Jesús, no es el pan consagrado sino el pan partido y compartido; la mesa común; la comunión-comunidad; el compromiso con lxs más pobres; la construcción de la justicia y la equidad... Eso es lo que hace sagrado a este rito. La memoria de Jesús se hace presente no porque un presbítero tenga el poder de consagrar y transubstanciar, sino porque una comunidad celebra su fe y asume el compromiso de la construcción del Reino.

Por eso se le llamaba la “misa” ... “ite, missa est”, misión, compromiso, salida al mundo para ser presencia de Reino.

Esto es lo que está en juego con el documento de Francisco y la reacción de los grupos que se oponen.

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