Lo de Guadix clama al cielo y Monteiro no lo oye.

Don Juan García Santacruz era un excelente sacerdote toledano. De lo mejor de una diócesis que los tenía muy buenos. Pero en 1992 se perdió al sacerdote para hacer un mal obispo. No supo o no quiso. Seguramente ambas cosas.

Cuando la Santa Sede se equivoca en un nombramiento a la diócesis le toca cargar con la equivocación hasta que se jubila el nombrado. Pero es absurdo prorrogar esa jubilación. Don Juan presentó la renuncia, por haber cumplido los 75 años, en enero de 2008. La diócesis está deseando el relevo y posiblemente también él. Pues que si quieres arroz, Catalina. Monteiro a mirar hacia otro lado. Como aquí no hay premio ni se mueve. El acelerador lo reserva para Cartagena. Donde todo han sido prisas.

Deja la diócesis mucho peor de lo que se la encontró, se halla convaleciente de una operación y en espera de otra análoga, tiene ya su piso en Toledo donde están sus amores y sus amigos pero nada mueve la indolencia del portugués. ¿Se habrá olvidado de que existe Guadix? ¿De que agoniza Guadix? Lo que sí resulta evidente es que Guadix le importa un rábano.
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