"Su figura emerge como un ejemplo necesario. Como una invitación a hacer las cosas de otra manera" Margarita Robles: la firmeza de la paz

Camino a Ucrania, en el corredor humanitario número 33, quiero compartir unas reflexiones nacidas del agradecimiento a quien no deja de trabajar por la paz, por humanizar nuestro mundo y los ámbitos más hostiles en los que la guerra escribe con sangre inocente nuestra historia presente.

En tiempos de ruido, de polarización, de palabras huecas lanzadas como piedras, hay personas que eligen otra forma de estar en el mundo. Que prefiero hablar poco, pero decir mucho. Que no levantan la voz, pero se hacen escuchar. Que no se dejan arrastrar por la inercia política, sino que actúan desde una convicción profunda, serena, ética.

Margarita Robles es una de esas personas. Ministra de Defensa del Gobierno de España, pero sobre todo mujer de principios insobornables, Robles ha construido una trayectoria marcada por la coherencia, la empatía y el compromiso. Su perfil no es el del político de turno, ni el del oportunista que busca titulares. Es, más bien, el de una servidora pública que entiende el poder como una responsabilidad y no como un privilegio. Que no habla para agradar, sino para construir. Que no busca imponerse, sino entender.

Desde el inicio de la guerra de Ucrania —una guerra real, cruel, despiadada— la Ministra ha encarnado una manera distinta de ejercer la política de defensa. Una política profundamente humana, consciente de lo que está en juego cuando un país es invadido, cuando una población civil es agredida y torturada, cuando los derechos humanos se vulneran de forma sistemática. No hay equidistancias posibles ante el horror. Y ella lo sabe.

Por eso ha hablado claro. Por eso ha accionado con determinación. Por eso ha impulsado ayuda humanitaria, ha promovido la cooperación internacional y ha tendido la mano allí donde otros levantan muros. No es una mujer de medias tintas: es alguien que entiende que la paz no se logra con discursos vacíos, sino con compromiso, con trabajo constante, con decisiones difíciles, con firmeza ética.

Y al mismo tiempo —y esto es quizás lo más admirable—, ha sabido mantener la discreción. La palabra justa en el momento oportuno. Nunca un exceso, nunca una estridencia. Porque lo suyo no es la politiquería, sino la acción responsable. Porque detrás de cada gesto suyo hay una formación sólida, una brillantez intelectual poco habitual, y un sentido del deber que trasciende partidos e ideologías.

Margarita Robles es también una mujer profundamente empática. Cercana. Con una capacidad poco común para ponerse en el lugar del otro, para escuchar sin prejuicios, para mediar, para tender puentes. Su defensa es, ante todo, defensa de la dignidad humana.

Hoy más que nunca, cuando tantas veces se banaliza la política, cuando se confunde la firmeza con el grito y el liderazgo con la arrogancia, su figura emerge como un ejemplo necesario. Como una invitación a hacer las cosas de otra manera. A recuperar el sentido de lo que importa.

No es halago vacío: es justicia con quien encarna valores que hoy más que nunca necesitamos

Como ciudadana, necesito agradecer su compromiso y ejemplaridad, y recordar que hay otra forma de comprometerse con el mundo: con serenidad, con justicia, con compasión. Margarita Robles encarna esa forma. Y en tiempos tan difíciles como los que vivimos, eso no es poca cosa.

Gracias Ministra!!!! ¡Gracias por ser una mujer que nos representa!