Ser obispo auxiliar supone una posición desdibujada. El protagonismo lo tiene otro. De ahí que sean unos grandes desconocidos en la Iglesia. Y en no pocas ocasiones con muchísimo trabajo.

Me consta la gran labor que está desarrollando en Bilbao Don Mario Iceta y que a Don Ricardo Blázquez le ha tocado la lotería con él. En ese tandem no hay celos ni desencuentros. Y entre los dos, poco a poco, como pueden, van consiguiendo pequeños logros en una diócesis dividida y destrozada.

La gran preocupación de ambos es el seminario del que se ocupa muy directamente Don Mario. Ese centro, que habían comenzado a dinamitar en los días de aquel buen pastor que fue Don Pablo Gúrpide, pasó de ser un referente a la nada. Don Ricardo comenzó como pudo a intentar recuperar algo y ahora, con la ayuda de Don Mario, comoienza a alborear la esperanza. Todavía nada de lo que fue pero al menos ya comienza a existir un seminario.

Infocatólica nos cuenta hoy el viaje que Don Mario ha hecho este año con un grupo vinculado al seminario: sacerdotes, seminaristas, jóvenes que están discerniendo su vocación, tras las huellas de Newman. El año pasado habían ido al encuentro del santo Cura de Ars. Son unos días de oración, de convivencia, de compartir esperanzas e ilusiones. Que crean lazos y fidelidades.

Don Mario lleva año y medio de aprendizaje episcopal. Pero hay escuelas y escuelas. Un capitán aprende mucho más en cuatro meses en Afganistán que en cuatro años en Burgos. Creo que se me entiende. No es por tanto extraño que el nombre de ese obispo con un segundo apellido casi impronunciable suene ya para más altos empeños. Ya está muy baqueteado y lo está haciendo muy bien. Hasta esa sencilla idea de los viajes con su seminario, con su por ahora pequeño seminario, siguiendo a figuras clave de la Iglesia, es una excelente idea. Que sin duda dará frutos

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