Homofobia

Entre los comentaristas de este Blog hay uno de los más asiduos que levanta encontradas opiniones. Para unoss es un pobre perturbado con características de troll. Para otros es una persona muy simpática, que sabe infinitas anécdotas, las cuenta con gracia y cuya presencia enriquece al Blog. De ambas posiciones hay infinitos testimonios.

La persona en cuestión tiene una susceptibilidad a flor de piel y como alguien le toque lo más mínimo reacciona inmediatamente. Y a veces desaforadamente. Aunque no niego que a veces ha sido interpelado con notable dureza.

Alguna vez que se desmandó en demasía le tuve algún tiempo borrado del Blog. Pero era tanto su afán por volver, que terminé aceptándole de nuevo. Tampoco era cosa de que con tanto interés en participar, como si sin el Blog no pudiera vivir, le priváramos de ese gusto.

Su personalidad es inconstante, tal vez sus raíces andaluzas le hagan parecido al Guadiana, y periódicamente nos anuncia que desaparece por desacuerdo con algún comentarista o tal vez con quien redacta el Blog. Pero poquísimo tiempo después se arrepiente y vuelve como si nada. Con contento de algunos y sentimiento de otros.

Sus odios son extremados. El de Atila a los romanos es casi cosa de niños comparado con el que él siente por algunas personas. Y lo explicita venga o no a cuento. Lo que pueda sentir por Luis Fernando Pérez Bustamante no es cosa mía. Pero teniendo él una página digital bueno sería que fuera a expresárselo allí. Porque el telepredicador, como le llama, no tiene nada que ver con este Blog. Y sus seguidores están en ReL y no aquí.

Además de inconstante, salvo en lo de los odios, es también incongruente. ültimamente le ha dado por repetir que esto es una mancha de locos. Pues no se entiende su interés por estar en el manicomio.

Por último está el tema de la homosexualidad que en su caso es confesa. Y a confesión de parte huelga otra prueba. Y ese tema le hace desbarrar. Para él todo es homofobia. Y en su acepción de delito.

Pues vamos a hablar de "su" homofobia. El católico no debe ser homófobo. Todo hombre, cualquiera que sea su inclinación sexual es hijo de Dios. Y merece esa consideración. Y nada más. Ser homosexual no da un plus de reconocimiento en absoluto. Ninguno.

Me estoy refiriendo, por supuesto, a aquellas personas que, por naturaleza, sienten atracción por personas de su mismo sexo. No a aquellos que sólo buscan un placer sexual y a los que les da igual hombre, mujer o cualquiera otra cosa.

Pues al respecto, la moral de la Iglesia es muy clara. Abstención, en todos los casos, salvo dentro del matrimonio. Eso es lo que manda la Iglesia. Que conoce además la debilidad de la naturaleza humana y perdona con toda facilidad y sin coste alguno esos pecados, cuando se convierten en acto, en el sacramento de la penitencia.

Y, además, muchísimas veces. Tanto a los homosexuales como a los heterosexuales. Respecto al arrepentimiento basta la mera atrición y en cuanto al propósito de la enmienda derrocha también misericordia. Apenas casos permanentes con decidido propósito de continuarlos serían un obstáculo al perdón. Y ello, como digo, tanto para homosexuales como heterosexuales.

Y lo mismo cabe decir respecto al sacramento del Orden. Que le será negado tanto a quien muestre inclinaciones insuperables por una mujer o por un hombre. De las superables no se entera nadie más que el interesado. Porque quien siente atracción por un hombre o por una mujer no comete pecado si no pasa a más y no hay en ello materia de confesión. Y el que cae alguna vez y se confiesa sabe que el confesor no puede hacer uso de lo que ha conocido en el sacramento.

Todas esas personas pueden y deben ir a misa, comulgar si están en condiciones y nadie les va a preguntar nada sobre cual es su orientación sexual. Y si se acercaran a comulgar sacrílegamente, por estar en pecado, el único que se enteraría sería el propio comulgante.

Y por supuesto todas esas personas pueden ser miembros de cofradías y hermandades y hasta ser directivos de las mismas. Como fue el caso de esa señora del Obispado de Ciudad Real.

Viene después el caso de homosexuales y heterosexuales que hacen ostentación pública de vivir al margen de lo que la Iglesia manda y que incluso lo hacen público contrayendo un "matrimonio" civil con persona de su mismo sexo. En esos casos me parece de elemental congruencia que se les diga que no pueden comulgar y que tampoco pueden ser miembros de una cofradía católica y menos ocupar cargos directivos de la misma.

Por supuesto que advirtiéndoles discretamente que no se acerquen a comulgar o que causen baja en la asociación católica y sólo en el caso de que ello no surtiera efecto haciéndolo público.

Nadie tiene derecho a los sacramentos de la Iglesia de modo distinto a como ella los administra. Y nadie que se posicione pública y notoriamente contra lo que la Iglesia manda tiene derecho a ser miembro de una asociación eclesial. El doctor Morín no puede ser el presidente de la Acción Católica de Barcelona ni miembro de la misma. Y si alguien se quedó con los dineros de Gescartera y no los ha devuelto a sus dueños, tampoco.

Lo que dispuso el Obispo de Ciudad Real no es homofobia en absoluto. Es simplemente coherencia.

Respeto totalmente el derecho del señor Zerolo a vivir con quien quiera y a utilizar su sexo como le dé la gana. Pero que no venga a tocar las narices exigiendo que la Iglesia le case con su pareja, reconozca que su situación es lo que manda la Ley de Dios o se le nombre Hermano Mayor de la Macarena.

Creo que en Sevilla acaba de darse un caso análogo al de Ciudad Real con los conocidos Vittorio y Luchino. Ambos han dado un ejemplo de discreto proceder. No dudo de su amor a la Virgen. Eso es otra cosa. Pero hay enorme diferencia entre una reacción y otra.

La Iglesia respeta las tendencias sexuales. Pero no canoniza todo. Y eso es lo que hay. Lentejas.
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