Internet, una fuerza imparable.
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No es la primera vez que se hace eco de algo aquí aparecido y ciertamente ello es anecdótico. Como que nuestro artículo haya sido visitado hasta el momento 948 veces y merecido 11 comentarios en esa página.
Si traigo eso a colación es para insistir en el poder de internet. Lo que en él se cuelga tiene un eco insospechado. Lo que se escribe es leído, y aprovechado o rechazado, por muchísima gente que encuentra en las más diversas páginas motivos para reafirmarse en sus opiniones, bien aprobando o discrepando de lo que se lee o, en su caso, llegando a variar las mismas si le convencen los argumentos leídos.
Y además se ha conseguido un conocimiento universal de todo. Ya no hay nada oculto. Todo se sabe. Y en muchísimos sitios. La táctica del avestruz de ocultar el escándalo, internet la ha hecho imposible. Con lo que, si el escándalo va a salir a la luz, evitémoslo o cortémoslo antes de que estalle en nuestras narices.
Ya todo el mundo sabe que si dice una estupidez, sea obispo, cura o laico, va a ser de dominio público. Con lo que muchos se tentarán la ropa antes de decirla. El clérigo pederasta, abarraganado, hereje sabe ya que antes o después sale en internet. Y el obispo que lo consiente. Y no digamos ya si el prelado incurre en lo señalado.
El chapero del obispo Maccarone, el hijo o los hijos del obispo Lugo, los abusos del cardenal Groer, las misas de Entrevías o Santander, el cura barcelonés que pagaba abortos, las negativas episcopales al modo extraordinario o los artículos críticos al mismo, máxime si están respaldados por la Conferencia Episcopal..., todo es ya conocido de todo el mundo.
Ya sabemos muchísimos quien es Gaillot, Masíá, Forcades, Trayner, Enrique de Castro, Piña, Pascual Saturio, Cutié, Turull, Uriarte, el Institruto Borja de Bioética...
Parece que la Iglesia ha comenzado a darse cuenta de ello y se están viendo reacciones. Pero tiene que haber muchas más. Porque el silencio ya no es posible cuando todo está en la calle. Y eso es lo que ha hecho internet: sacar a la luz las vergüenzas que se pretendían ocultar. Porque lo malo no es que se publiquen, lo impresentable es que existan y se consientan.
Y tampoco tiene que alarmarse mucho la jerarquía. Los escándaloos se multiplican cuando nadie los corrije. Cuando se sabe que todo el monte es orégano y hasta orgasmo. Una vez que se han visto las orejas al lobo por si acaso muchos se enmendarán solos. Que el miedo guarda la viña. Aunque ciertamente mucho mejor sería que fuera guardada por motivaciones más altas y más nobles.
A lo que iba. Internet va a contribuir muchísimo a que se reduzca muy notablemente el despiporre actual.