Procesión y misa de la Virgen de los Reyes en Sevilla-
Es la procesión señera por encima de cualquier otra. Recorrido cortísimo, sólo rodear el perímetro del templo cardenalicio. Todo llenísimo de gente. Silencio espectacular cuando llega la Virgen. Nadie habla.
Asenjo se despidió en julio para tomar sus vacaciones con un "Nos vemos en septiembre". Comentarios: ¿vendrá o no vendrá? Se expone a que lo saquen en otro pregón y piense que desprecia las tradiciones sevillanas, ¡Con lo bueno que es D. Carlos, que siempre ha amado esto tanto! Lo dicen ahora quienes han sido feroces críticos de Amigo en su relación con las cofradías.
La Sevilla inmortal, amante de sus costumbres, celosa de tradiciones elegantes, inveteradas, recibe a la Virgen de los Reyes. Manto verde (¿el que le regaló Isabel II?). Algunos seminaristas Poquísimo clero (¿15?) y el Cabildo. Asenjo, otra vez, va el último de entre los canónigos, con traje coral y cruz pectoral. La cara de Asenjo, para los que le conocen es elocuente: está incomodisimo, molesto, fuera de sitio. No sonríe. Diríase que va en procesión exequial al cementerio.
Detrás de la Virgen de los Reyes, el cardenal. Capa pluvial moderna, la que le gusta a él, mitra horrible. A su derecha, Paco Ortiz el Vicario general con una capa pluvial solemne. A la izquierda, un poco retrasado, el hermano Pablo que en esta ocasión, misteriosamente, en lugar de la sotana negra de siempre, se pone el hábito gris de Franciscano de la Cruz Blanca y roquete encima. ¿Será para que no lo confundan con el secretario de Asenjo, éste sí de sotana y roquete?
Dirán que Paco Ortiz iba de presbítero asistente. Pero creo recordar que siempre son DOS los presbíteros o los diáconos asistentes, no uno.
Pontifical en la catedral: Asenjo en la misma línea de los concelebrantes, el cardenal en su sede más elevada (una tarima de un escalón) y bien solo. El protaganista (afónico...) es él. Durante la plegaria eucarística Asenjo se acerca al altar al lado del cardenal. Mirada que recogen las cámaras: el cardenal fusila con la mirada al Coadjutor por estar en el altar: ¡SÓLO TIENE QUE ESTAR EL CARDENAL!
El "abrazo" de paz al Coadjutor seco, más bien se tocaron los antebrazos y ni una sonrisa. Los concelebrantes después de dar la paz al Cardenal se acercan como pueden a Asenjo: éste, ahora sí, sonríe, se muestra afectuoso e intercambia palabras con algunos de ellos.
¿Seguirá alguien sosteniendo que el coadjutor lo solicitó el cardenal? ¿Para hacerle pasar las de Caín? Ese triste espectáculo, discurrido por el que asó la manteca, tiene que terminar. O se le acepta inmediatamente la renuncia al cardenal o se nombra a Asenjo arzobispo de Oviedo o de Valladolid. La situación actual no tiene el menor sentido.