El camino del desastre.

Vivimos en una sociedad sin criterios y como estos son necesarios para la vida terminamos tomando por tales el propio gusto, que en muchísimas ocasiones está muy estragado, lo primero que se nos ocurre, lo que la propaganda nos ha inculcado, la idiotez ambiente, lo más fácil...

Es corrientísimo oír: yo no estoy de acuerdo. En el Blog hay ejemplos todos los días. Pero para estar de acuerdo o en desacuerdo con algo hay que conocer el problema, las múltiples facetas del mismo, discurrir lógicamente, sopesar pros y contras... Y muchísimos de nuestros conciudadanos son incapaces de ello. No saben prácticamente casi nada de lo que hablan, su discurso es generalmente incoherente, muchas veces hasta desconocen el significado de las palabras que utilizan y ni siquiera las saben escribir, su coeficiente de comprensión apenas supera, y cuando lo supera, el umbral de la normalidad... Pero ahí les tenemos erigidos en pontífices de todo lo divino y lo humano.

Adoptan un ídolo y es ya para ellos un oráculo. Les es igual que tenga los pies de barro o incluso el cerebro. No lo ven porque el suyo también es de barro. Desprecian cuanto ignoran e ignoran casi todo. Y lo que creen saber es un cúmulo de vaciedades.

Abominan del magisterio porque el maestro les muestra la miseria de lo que son. Y hasta para elegir maestros hace falta algo de lo que carecen. Si siguen a alguien no es porque le entiendan sino por estar de moda. O por halagar sus instintos primarios. Aunque muchas veces esos maestros se valgan interesadamente de los mismos.

En mi juventud, un grupo de señoras de la alta sociedad madrileña acudía con entusiasmo a las conferencias de del abstrusísimo Zubiri en las que no se enteraban de nada. Ahora han sustituido a un filósfo difícil pero notable por cuatro charlatanes a los que tampoco entienden.

Hoy hemos cambiado a Jesús por "mi" Jesús, la moral por "mi" moral y la Iglesia por "mi" Iglesia. Montando una olla de grillos en la que nadie se entiende, en la que hay miles de Cristos, de morales y de Iglesias, todo a gusto del consumidor.

Así la monja quiere ser cura, el cura, casado, el casado cambiar de mujer, el político, robar, el necio sentar cátedra, la madre matar al hijo que lleva en las entrañas y el que tiene a un anciano que molesta en la familia que se lo maten, y si lo hereda, mejor.

Pues creo que es muy mal camino. Aunque a algunos necios les parezca maravilloso. Pero es que son necios. No saben.
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