Del extraño amor que a algunos les ha entrado por el cardenal Hummes.

A estas alturas uno ya está curado de espantos y de todo. Y mira las cosas sub specie hilaritatis. Esta me ha hecho singular gracia.

Las pasiones desatadas por este piísimo, inteligentísimo y conocidísimo cardenal son de coña, con perdón. No lo conoce nadie. Si hoy, a las doce de la mañana, alguien encuestara a cien viandantes por la Gran Vía sobre si saben quien es un tal Hummes, los aciertos seguramente sería cero patatero. Si la pregunta fuera algo más precisa y se preguntara si conocen al cardenal Hummes habría algunas respuestas afirmativas pero inducidas por la misma interrogación. A lo más que llegarían unos cuantos es a decir que un cardenal de la Iglesia. Saber que es un brasileño, prefecto de la Congregación para el Clero, sobrarían con los dedos de una mano. Y hasta tal vez la misma mano.

Pues resulta amadísimo para algunos lectores del Blog. Y se indignan si se le critica. Cabría pensar que son católicos infantiles que se creen que todo cardenal, obispo o sacerdote por el mero heho de serlo ya es santo e inteligente pero me resisto a creer que a estas alturas de la película haya almas tan cándidas y piadosas. Y más cuando vemos que cuando otros cardenales son puestos en la picota y por actuar como cardenales católicos estos campeones de Hummes callan. Y posiblemente asientan.

Pues otro debe ser el motivo de salir a la palestra a caballo, con lanza y escudo y los colores de su dama. Que por otra parte, y como dama, resulta muy poco agraciada. Como para que le salgan paladines. O paladinas.

A mi no es fácil pillarme. Y al Blog, que sigue viento en popa, no se le hace mella con tamañas estupideces. Ha curado en sábado, ha blasfemado... Si ya es viejísimo el procedimiento. Ha insultado al cardenal Hummes. Que horror. Que lo lapiden. Y el pobre cardenal Hummes se la refanfinfla. Pues fíjense ellos a mí. Pueden continuar lo que quieran con esa estrategia pero pinchan en hueso.

Yo no tengo el menor problema en rectificar si creo que me he equivocado. Hay constancia de ello en el Blog. Creo que no he insultado al Prefecto de la Congregación del Clero. Le he retratado. Si ha salido feo no es porque haya retocado la fotografía para denigrarle. Es que es así.

¿Qué diríamos de nuestro carnicero si anunciara con llamativos rótulos en su establecimiento que, entre sus productos, tiene un cuatro por ciento de productos gravemente contaminados y peligrosísimos para la salud? Llamarle tonto, bobo o majadero es de una caridad superlativa. ¿Qué además en otro cartel anuncia que protesta vivamente de la existencia de ello y que intentará ponerle remedio? Pues ya me dirán. Esos productos se eliminan sin darle tres cuartos al pregonero. Pero se eliminan tan pronto se tiene conocimiento de ellos.

Hay veinte mil curas pedófilos según el cardenal prefecto de la Congregación del Clero. Pues me parece una noticia espantosa. Y una cifra que me resisto a creer. Además una mentecatez publicarla. Con lo que sólo da armas a los enemigos de la Iglesia. La noticia que esperamos de Hummes es la de que ha expulsado del sacerdocio a todos los curas con esas asquerosas inclinaciones. Esa. Sólo esa. Y cuanto antes.

Y que no venga otro bobo, tonto o majadero diciendo que esa es responsabilidad de cada obispo. Porque Roma tiene jurisdicción sobre todos ellos.
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