¿Qué frontera?

Juan Masiá titula su Blog Vivir y pensar en la frontera. Leyéndole uno se pregunta por la idea que tendrá de lo que es una frontera.

Las fronteras son reales. Un río, la cumbre de una montaña, el mar... Está clarisimo cuando se traspasa. Si uno está en Tuy está en España y si en Valenca (mi ordenador no tiene cedilla) do Miño, en Portugal. Las fronteras imaginarias son peligrosísimas. Y suelen terminar muy mal. Hitler o Stalin se imaginaron otras fronteras. Y hubo millones de muertos.

Con las fronteras de Masiá puede ocurrir lo mismo. El dejar concluir la vida sin medios crueles y extraordinarios, sedando al enfermo para que no sufra, es una práctica habitual que no precisa ley alguna. Para ese viaje no se necesitaban alforjas. Todo el mundo sabe que es otro viaje, al otro mundo, lo que está sobre el tapete.

Y ese viaje lo respalda el jesuita Masiá con entusiasmo. Incluso defendiendo al doctor Montes. Yo no soy ningún especialista en bioética y puedo estar equivocado. Tal vez la Iglesia, que doctores tiene, juzgue que esa ley, que está en elaboración, es excelente y protege como debería el derecho a la vida. Yo, desde ese momento, la aceptaría sin el menor problema y seguro que no perdería ni un minuto en estudios sobre la vida y la muerte para intentar contradecir la opinión de la Iglesia.

Pero hay algo que vamos a ver enseguida y de lo que es facilísimo juzgar. Hasta con estudios primarios y mal cursados. Si la Iglesia dijera que la ley es moralmente inaceptable pues ya tenemos otro lío montado por el padre Masiá. Y que la Iglesia tendría que resolver.

Si en una instrucción militar un oficial manda derecha y un soldado, que piensa que el capitán es un idiota, da media vuelta, o se castiga al soldado o se cierra el chiringuito. Si en un concesionario de automóviles se recomienda a los comerciales convencer a los eventuales compradores de las ventajas de un determinado modelo y estos se dedican a desprestigiarlo, o se echa a los comerciales o cierran el negocio. Y si un entrenador de fútbol manda a los jugadores atacar y hasta el delantero se repliega a su portería o echan al entrenador o hay que actuar sobre la plantilla. Lo que no puede ser es que cada uno haga lo que quiera, contradiciéndose unos a otros y que nunca pase nada.

Para darse cuenta de que así no es que no se vaya a ningún lado, es que se va a la ruina, no es necesario ser teólogo o moralista. Basta con un mínimo de sentido común.

Son numerosas ya las aparentes discrepancias de Masiá con la Iglesia. De Masiá sacerdote jesuita. No de un señor Masiá protestante, ateo, vendedor de crecepelos o bombero en Banyalbufar. Con lo que los católicos normales están por lo menos sorprendidos. Y algunos confusos.

¿Vale todo? ¿La Iglesia no tiene doctrina? Si la tiene, ¿cuál es? ¿Puede cualquiera decir lo que quiera sobre cualquier cosa?

Pues bueno sería que nos lo aclararan.
Volver arriba