Semana Santa 2018
Viernes Santo: "El poder se manifiesta en la misericordia".
Según el relato evangélico sobre la pasión muerte de Jesús, el gobernador romano Poncio Pilatos no encuentra causa para condenar a Jesús. Mofándose de éste que según dicen pretende ser rey de los judíos, los soldados le han puesto una corona de espinas. Y el gobernador romano, mostrando a Jesús ya desfigurado por los malos tratos, se dirige al pueblo judío “aquí tenéis a vuestro rey”
1. Resulta difícil pensar en una divinidad que no sea omnipotente; nos la imaginamos como un poderoso de este mundo, eso sí, infinitamente más elevando pero en la misma línea y con la misma lógica del poder intocable que se impone, si es necesario, con la fuerza. Por eso la conducta de Jesús, profeta itinerante, sin relieve social e indefenso, no tenía crédito para presentarse como enviado de Dios Altísimo que es dueño y señor de todo.
2. La conducta histórica de Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien, curando a los enfermos y liberando a los oprimidos por fuerzas diabólicas, no fue tanto una ostentación de poder, sino un signo del amor de Dios encarnado en un hombre que actuó siempre motivado por ese amor. Aunque desfigurado físicamente por mantenerse fiel al proyecto de amor, Jesús es presentado como la verdadera realeza y la verdadera humanidad: “aquí tenéis a vuestro rey”, “he aquí el hombre”. Amando a todos hasta las últimas consecuencia, Jesús revela cuál es el la vocación de los seres humanos y en qué consiste su auténtica realización.
3.La lógica del amor brilla de modo especial en la muerte de Jesús. Es la “epifanía”, la revelación del amor de Dios cuya omnipotencia se manifiesta como misericordia. Un amor encarnado en la humanidad que por fin se ha dejado transformar totalmente por el amor de Dios hasta morir siendo testigo de ese amor. En el viernes santo damos gracias a Dios cuya omnipotencia se revela como misericordia; un amor que se hace cargo y carga con nuestra miseria para perfeccionar la obra de la creación que realiza en nosotros y con nosotros..
Según el relato evangélico sobre la pasión muerte de Jesús, el gobernador romano Poncio Pilatos no encuentra causa para condenar a Jesús. Mofándose de éste que según dicen pretende ser rey de los judíos, los soldados le han puesto una corona de espinas. Y el gobernador romano, mostrando a Jesús ya desfigurado por los malos tratos, se dirige al pueblo judío “aquí tenéis a vuestro rey”
1. Resulta difícil pensar en una divinidad que no sea omnipotente; nos la imaginamos como un poderoso de este mundo, eso sí, infinitamente más elevando pero en la misma línea y con la misma lógica del poder intocable que se impone, si es necesario, con la fuerza. Por eso la conducta de Jesús, profeta itinerante, sin relieve social e indefenso, no tenía crédito para presentarse como enviado de Dios Altísimo que es dueño y señor de todo.
2. La conducta histórica de Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien, curando a los enfermos y liberando a los oprimidos por fuerzas diabólicas, no fue tanto una ostentación de poder, sino un signo del amor de Dios encarnado en un hombre que actuó siempre motivado por ese amor. Aunque desfigurado físicamente por mantenerse fiel al proyecto de amor, Jesús es presentado como la verdadera realeza y la verdadera humanidad: “aquí tenéis a vuestro rey”, “he aquí el hombre”. Amando a todos hasta las últimas consecuencia, Jesús revela cuál es el la vocación de los seres humanos y en qué consiste su auténtica realización.
3.La lógica del amor brilla de modo especial en la muerte de Jesús. Es la “epifanía”, la revelación del amor de Dios cuya omnipotencia se manifiesta como misericordia. Un amor encarnado en la humanidad que por fin se ha dejado transformar totalmente por el amor de Dios hasta morir siendo testigo de ese amor. En el viernes santo damos gracias a Dios cuya omnipotencia se revela como misericordia; un amor que se hace cargo y carga con nuestra miseria para perfeccionar la obra de la creación que realiza en nosotros y con nosotros..