Dando gracias por el teólogo Santiago del Cura La teología que madura en mística
"He despedido con esperanza y gratitud a Santiago del Cura, discípulo en los inicios de la Facultad Teológica de Burgos, teólogo admirado y sobre todo amigo"
"Ha sido un pensador sereno; excelente profesor y escritor incansable. Y lo más importante, su actividad como presbítero"
"Gracias, Santiago, por tu vida tejida con amor en la búsqueda de la Verdad. Tus desvelos y empeños en favor de la humamidad y en la reforma de la Iglesia, no caen ya en el vacío, pues el amor es más fuerte que la muerte"
"Gracias, Santiago, por tu vida tejida con amor en la búsqueda de la Verdad. Tus desvelos y empeños en favor de la humamidad y en la reforma de la Iglesia, no caen ya en el vacío, pues el amor es más fuerte que la muerte"
| Jesús Espeja teólogo
He despedido con esperanza y gratitud a Santiago del Cura, discípulo en los inicios de la Facultad Teológica de Burgos, teólogo admirado y sobre todo amigo Aún no eran las cinco de la tarde cuando el 16 de agosto llegué al tanatorio de San José. La sala 4ª estaba ya vacía. Desde el subsuelo evangélico que uno lleva dentro, escuché: “No está aquí, ha resucitado”.
Ya en el cementerio, con devoción y en silencio que aviva la confianza, seguí junto al féretro hasta el sepulcro, dando gracias por la vida fecunda de Santiago. Ha sido un pensador sereno; excelente profesor y escritor incansable. Y lo más importante, su actividad como presbítero. Sus muchos cursos y publicaciones son el signo del verdadero creyente cristiano que ha reflexionado en el interior de la fe. Un teólogo que, antes de hablar sobre lo divino, lo experimentaba en los latidos de la humanidad y de la Iglesia.
En la Facultad Teológica de Burgos, hace unas semana, escuché con gusto su última lección sobre Dios “siempre mayor”. Ha sido el misterio que centró su apasionada búsqueda teológica siempre dentro de la experiencia que llamamos fe cristiana, hilo conductor de sus estudios, actividades y empeños. Estaba convencido de que “la creación entera quedará integrada por siempre en el misterio trinitario de amor y de comunión”. Por eso estudió y predicó apasionado por esa Presencia de amor en que todos habitamos. Una “realidad que nos abraza, es trascedente y nunca puede quedar capturada por completo en lo visible ni en lo figurativo ni en los lenguajes humanos que expresión de su presencia y de su ausencia”
En su búsqueda incansable Santiago respiraba una experiencia mística de comunión “con la verdad del amor que se desvela en el encuentro personal con el Otro y con los otros, liberándonos de la clausura en el recinto privado, para formar parte del bien común”. En consecuencia pensaba que el método teológico exige una apertura constate hacia la consumación final “en la que seremos capaces de ver a Dios tal cual es, pero en la que no quedará diluido el Misterio de vida y de comunión trinitaria”. Sumergirnos totalmente y siendo felices en esa comunión de amor es el destino de la humanidad.
Depositaron los restos mortales de Santiago en el panteón donde leí nombres de otros verdaderos testigos. cuyo recuerdo me inspira gratitud: Mariano Barriocanal, Nicolás López, Vicente Proaño... Ellos con otros muchos bautizados han sido servidores de la tradición viva en nuestra Iglesia de Burgos que hoy celebra con gratitud el testimonio evangélico que nos deja Santiago del Cura. Confiemos en que ahora nos ayuden para vivir y encarnar esa misma fe o experiencia cristiana en la compleja situación de cambio que nos toca vivir. Invocando a la Virgen del Carmen patrona de Ciruelos de Cervera, pueblo donde nació y fue bautizado Santiago, le despedimos rezando la Salve.
Cuando salí del cementerio, en el silencio todavía soleado, respiraba sentimientos de paz y confianza: Gracias, Santiago, por tu vida tejida con amor en la búsqueda de la Verdad. Tus desvelos y empeños en favor de la humamidad y en la reforma de la Iglesia, no caen ya en el vacío, pues el amor es más fuerte que la muerte.
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