Epifanía: otra imagen de la Navidad

Partiendo de la base que la fiesta de los Reyes Magos (Epifanía) es parte sustancial de la Navidad, aprovecho para resaltar aspectos que no quedan resaltados suficientemente por el envoltorio glamuroso de los regalos en esta fecha tan singular. Miro la Natividad en su conjunto, y lo que veo es que alrededor del pesebre y el Niño, están María, José, un par de animales (según cuentan los evangelios apócrifos)… y una serie de personajes, todos ellos impuros, bien por su profesión, en el caso de los pastores; bien por ser extranjeros los magos de Oriente… en el caso de que históricamente existieran.

Pero el mensaje es claro: el Niño Dios, Emmanuel,  nació en una cueva que servía de establo, y tuvo por toda compañía a personas que religiosamente se les consideraban excluidas por ser impuras. Casi tanto como a los leprosos según aquella escala de exclusiones. En Israel había una larga lista de "oficios impuros" que despreciaban y excluían a quienes los ejercían. En la lista estaban los pastores y asimilados (los arrieros de asnos, los camelleros, los cocheros), así como los marineros. Oficios especialmente vilipendiados porque se entendía que llevaban por sí mismos a la maldad.

Por lo tanto, lo que aquél niño representaba era todo lo contrario: la apertura fraterna a todos y para todos, ampliando el pueblo elegido a la humanidad toda, sin que tenga espacio religioso la exclusión purista a los extranjeros por este nuevo concepto de fraternidad universal. Y en segundo lugar, la impureza solo cabe dentro del ser humano, no en razón de la profesión, el sexo o cualquier otro atributo. Nada externo al ser humano puede hacerlo impuro. Lo que realmente hace impuro es lo que sale del corazón, resalta el evangelista Marcos (7,15). La diversidad, por tanto, debe ser respetada, asumida e integrada porque son espacios sagrados ante la uniformidad excluyente. Jesús va lejos cuando comienza a predicar al ponerse de ejemplo como “el buen Pastor” y elegir entre sus discípulos a varios marineros… de profesión también impura.

Una llamada de atención “intra muros”, ahora que tanto cristiano se rasga las vestiduras de pura intransigencia en cuanto el Papa Francisco se acerca a las periferias, como así parece indicar todo el Mensaje de los evangelios. Jesús de Nazaret, él mismo fue uno de esos impuros al nacer en un pesebre, es decir, el recipiente donde comen los animales. Y doblemente impuro porque sus padres también lo fueron al acoger y agradecer la alegría de los pastores en lugar de ahuyentarles; María y José entraron así en el círculo de la impureza, a ojos de cualquiera que se sintiera judío cumplidor de la Ley.

En todo ello resalta la humanidad por encima de la legalidad, e incluso de la ejemplaridad, tantas veces revestida de hipocresía -duramente criticada por el propio Jesús. Miremos, pues, la Navidad con otros ojos más inclusivos; admiremos de la audacia de la Encarnación ocurrida de manera inimaginable, rompedora por lo radicalmente inclusiva, difícil de asimilar también entre nosotros; en suma, difícil de practicar el espíritu navideño que atesora. Pero maravillosa Buena Noticia porque ¿Quién no se ha sentido alguna vez excluido?

Feliz jornada entrañable de “los reyes Magos”, y todavía mejor propósito de vivir el espíritu inclusivo y fraterno de la Navidad entre nosotros… durante todo el año. Ojalá así sea, al menos para que se nos note que creemos y acogemos en nuestra vida la Buena Noticia, la Plenitud, el gozo de sentirnos amador por Dios, da igual lo que nos hagan o cómo nos sintamos. Laus Deo.

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