II Domingo de Adviento

01. JUAN BAUTISTA PREDICABA EN EL DESIERTO. MARGINALIDAD.
No es cuestión de generalizar, pero -al menos en Occidente (Europa)- la predicación eclesiástica es un pequeño desastre.
Aunque no sea el único test y además no en todas las zonas es igual, sí que es significativo que la asistencia a Misa en España es de un 12% de los que se consideran católicos. Han descendido enormemente el número de bautismo, de primeras comuniones, de matrimonios canónicos. Por contraposición ha aumentado el número de personas que mueren (voluntariamente) sin sacramentos, desciende el número de funerales.
No es menos cierto que el fenómeno “Francisco” ha inyectado un poco de ilusión y esperanza, pero el hundimiento eclesiástico es evidente.
La salida al problema -probablemente- no está en buscar el éxito, los números de una manifestación o de una Jornada mundial de lo que fuere. Mucho menos la solución está en el poder. Los que tienen poder no arreglan el mundo, porque los que son o se consideran importantes toman decisiones que favorecen su status, su importancia.
El comienzo de solución, -con seguridad evangélica- está en
la marginalidad. Juan Bautista y Jesús fueron hombres marginales.
Juan Bautista por tradición familiar debía haber sido sacerdote en el Templo, pero Juan Bautista construye su vida en y desde el desierto. Jesús, igualmente, es un hombre que nace y muere fuera de la ciudad y no tiene dónde reclinar su cabeza. Se retiró con frecuencia al desierto geográfico. Jesús fue un marginal.
La conversión, la vida conforme al evangelio no acontece en el éxito, en el centro de la religión, en el poder, sino en el desierto de la marginalidad, en la pobreza, en la austeridad.
Las periferias, la sencillez, la austeridad son lugar de predicación y evangelización, no el “centro ni el poder”.

02. JUAN BAUTISTA PROFETA.
Probablemente Juan Bautista se parecía poco a Jesús. Juan Bautista es un hombre recio, poco convencional y nada dado a trapicheos y cambalaches. Hombre que iba de frente en la vida. Habría hecho una mala carrera eclesiástica o diplomática. ¡Raza de víboras...! Por eso terminó como terminó: la frivolidad del poder de Herodes y Herodías le cortaron la cabeza.
Juan Bautista no es un funcionario del Templo o de la Curia, es profeta. Las instituciones y el poder no quieren en sus filas profetas: hombres que piensen, que anuncien, den ánimo al pueblo, o que denuncien la corrupción, etc. Las instituciones quieren funcionarios que cumplan y transmitan las órdenes que emanan del poder. Basta ver el funcionamiento de una ideología o de una curia eclesiástica.
Juan Bautista fue profeta, hombre audaz, valiente, utópico que en el desierto geográfico y personal evoca la esclavitud de Egipto y la libertad, la austeridad, el camino y las búsquedas. El desierto recuerda la Palabra que le fue dada en el camino (Sinaí), el maná, el agua vida.
En este adviento cabe que nos preguntemos por nuestro estilo de vida, por nuestra austeridad, por nuestro caminar y acontecer. ¿Soy hombre / mujer austero, serio, con criterio dispuesto a acoger la Palabra, la verdad en mi vida?

03. CONVERTÍOS
Juan Bautista llama a la conversión, a confiar y esperar en el Señor, en el Reino de los cielos.
Esperar no es una póliza de seguros, no es un seguro de vida. La esperanza no es seguridad, es confianza en el futuro de Dios. Convertirse posiblemente signifique dirigir nuestra mirada de los centros de poder a la marginalidad de Juan Bautista y de Jesús.
o Dios propone un mundo nuevo de justicia, pero que no nos lo va a dar a golpe de magia o de fuerza.
o Confiar en Dios infunde una profunda paz, aunque esa serenidad no eliminará los miedos, quizás angustia, de nuestra frágil psicología.
o Ser consciente de que siempre puedo contar con Él es la roca firme en la que se apoya mi vida
El Adviento convertirnos, pasar del centro comercial a la marginalidad de la austeridad, del centro de poder religioso a la intimidad que hallaremos en las periferias en las que se encuentra JesuCristo
LA UTOPÍA, EL REINO DE LOS CIELOS ESTÁ CERCA, CONVERTÍOS
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