"Somos cristianos porque hemos sido amados, hemos recibido el amor de Dios y nos hacemos cristianos porque amamos" Somos discípulos amados, queridos por Dios, no clientes o consumidores religiosos de un sistema religioso

Jesús se aparece a sus discípulos
Jesús se aparece a sus discípulos

¿Qué ha pasado por los entresijos de la historia de la iglesia para que el Dios de amor haya pasado a ser un Dios justiciero, condenador? ¿Por qué se ha producido una predicación del infierno, de la condenación tan negativa y tan poco cristiana?

amor

  1. Dios es amor.[1]

         En la lectura de la 1ª Juan y en el texto del evangelio de hoy se despliegan como en cascada los valores centrales del cristianismo: el amor, permanecer en el amor del Señor, así viviremos en la alegría del Señor, porque nos tiene como amigos.

         Estamos en el vértice de la revelación del Dios de Jesús que es amor,

Como el Padre me ha amado, así os he amado yo.

La vivencia, la experiencia que Jesús tiene de Dios es que es amor. JesuCristo podía habernos dicho que Dios es infinito, eterno, justo, castigador, implacable, ultraortodoxo, el gran inquisidor, etc. Pues bien, JesuCristo tiene una experiencia muy distinta de Dios. Dios es Padre que ama: como el Padre me ha amado. Jesús se siente amado, querido por Dios. Dios es amor.

¿Qué ha pasado por los entresijos de la historia de la iglesia para que el Dios de amor haya pasado a ser un Dios justiciero, condenador? ¿Por qué se ha producido una predicación del infierno, de la condenación tan negativa y tan poco cristiana? ¿Por qué el descenso liberador de Jesús a los infiernos (muerte-sheol) se ha convertido en el infierno eternamente condenador? ¿Por qué en lugar de permanecer en el amor: permaneced en mi amor, hemos pasado a “permanecer en el miedo y la angustia” a un Dios de terror?

         En los rostros y conciencias de muchos cristianos y eclesiásticos vemos mucha amargura y angustia. En el “subconsciente” del momento eclesiástico actual (a excepción de Francisco) no parece residir la gracia, la bondad, el amor de Dios Padre.

         Sin embargo, somos cristianos porque hemos sido amados, hemos recibido el amor de Dios y nos hacemos cristianos porque amamos.

El adn del cristiano no es la precisión de su dogmática, ni la ley, ni el  cumplimiento, ni la perfección y escrupulosidad de su moral, ritos, vestimentas, tampoco la identidad del cristiano está en la ortodoxia, sino en el amor. Quien no ama, no ha conocido a Dios.

Muchos de nosotros tenemos una imagen, una experiencia de un Dios duro, violento, implacable. (Mejor olvidar aquellas meditaciones sobre el infierno de los Ejercicios Espirituales, aquellas torturadoras confesiones, etc.) El Dios de Jesús es Padre bondadoso.

Cristiano es quien tiene la experiencia honda de sentirse querido, amado por Dios. Muchas personas son “perfectos religiosos”, cumplidores estrictos de todo lo establecido, pero no cristianos, porque quizás no viven en el amor que Dios nos tiene. No es lo mismo ser religioso que ser cristiano. Cristiano es demorarse, permanecer en el amor de Dios.

Volvamos nuestra mirada al amor de Dios: conozcamos la misericordia de Dios y de Cristo. Somos discípulos amados queridos por Dios, no clientes o consumidores religiosos de un sistema religioso.

  1. algunas precisiones.

         ¿Y qué es el amor?

         Por simple sentido común, conviene ser conscientes y distinguir los diversos niveles de las relaciones humanas y los varios modos de vivir el entramado de tales relaciones.

         En griego hay tres palabras para hablar de los diversos niveles del amor, que son los que Sigmund Freud y Benedicto XVI utilizarán estas tres expresiones: eros (amor erótico), filia (amor de amistad) y ágape (amor de donación / entrega).

         Los tres niveles son buenos, pero diversos y conviene no mezclarlo todo.

         Algunos sois padres y el amor matrimonial es profundo, pero diverso del amor, también profundos, hacia los hijos.

En la vida familiar somos hermanos y tal fraternidad es algo muy profundo. Sin embargo puede que dos hermanos, siendo hermanos queridos, no sean amigos. Es distinto ser hermano que ser amigo. Con un amigo tengo otro tipo de relación y, quizás, de confidencialidad. (Los amigos los elegimos, más o menos, libremente, la fraternidad de hermanos nos viene dada).

En la vida podemos querer a personas por su serenidad, por su competencia, su disponibilidad. En la vida religiosa, presbiteral el amor, la afectividad se encauza por otros derroteros (celibato).

La vida religiosa, la vida monacal vive en comunidad y se dan relaciones de fraternidad en la fe que les une en un carisma concreto: benedictinos, franciscanos, jesuitas, etc. Y viven como hermanos o hermanas, lo cual no significa que todos los miembros de tal comunidad sean amigos, ni que la comunidad viva en una adolescente amistad, si bien procurarán una convivencia noble y fraterna.

La vida comunitaria ha de estar posibilitada por una madurez personal, de fe, afectiva y en muchas ocasiones habrá de echar mano del respeto hacia quien no piensa como yo; y en ocasiones el perdón será necesario en una convivencia adulta y madura.

El presbítero-sacerdote realiza su afecto y amor orientando su vida hacia el Reino de Dios, que se concretará en la tarea pastoral, intelectual y en una buena convivencia con los colaboradores de su parroquia o de las personas con quienes trabaja. Ama su propia tarea, parroquia, mundo pastoral.

Las Parroquias y “comunidades cristianas” no son comunidades de amigos. Los que se reúnen en una parroquia se estiman, se respetan, incluso estarían dispuestos a ayudarse o ayudar a otros en caso de necesidad, de enfermedad, de penuria económica, etc. pero no somos estrictamente amigos, ni se debe pretender que una parroquia sea una comunidad de amigos.

No es lo mismo amistad que amor, enamoramiento que encuentro, eros que caridad. Y conviene no mezclarlo todo, porque, de otro modo, podemos volver a la confusión del “caos inicial del Génesis”.

  1. El amor es intrínseco al ser humano.

         Siendo muy consciente del evangelio que hemos escuchado: “este es mi mandamiento: que os améis”, sin embargo el amor no es que el amor sea un “imperativo legal o moral”, una ley más entre las muchas que se puedan legislar.

         Dios es amor, el ser humano está creado a imagen de Dios, por lo que el ser humano es imagen del amor de Dios y se realiza en el amor.

         De hecho el amar y sentirnos queridos es lo más importante en la vida humana. Podemos vivir -hemos vivido- sin justicia, sin derechos humanos, sin libertades, sin apenas dinero y con hambre (al menos las generaciones mayores), lo que ya no podemos vivir es sin amar y ser amados. Las grandes crisis personales y las grandes realizaciones en la vida humana están en proporción directa a la experiencia que tengamos del amor.[2]

         El amor hace bien al ser humano. Probablemente nada cura tanto como sentirse querido y acogido en la vida.

  1. Amor y política.

         La ciencia, la tecnología, el progreso sin amor, deshumaniza. Lo mismo se puede aplicar a la vida sociopolítica y a la vida eclesiástica.

         Puede parecer una ilusión infantil, pero la crisis económica en que estamos sumidos no se va a solucionar solamente con criterios económicos, sino con criterios éticos. El problema de la pacificación requiere tratamiento político, conversaciones, negociaciones, etc. En algún momento sería muy noble tender la mano, reconciliarnos.

         Inteligencia creativa humana hay, dinero hay, tecnología, materias primas (creación) siguen habiendo todavía, vacunas hay para todo el mundo. Si todo ello no llega a todos es por otras razones ya no técnica, sino éticas.

         Lo que llama la atención es que ni los economistas, ni políticos, ni los medios de comunicación, ni la Universidad, ni los sindicatos, ni muchas veces los eclesiásticos invoquemos el amor eficaz en nuestras vidas

         El dinero no cree en Dios ni en el hombre, el dinero no ama. Y es ahí donde comienza la convivencia y el encuentro entre personas y pueblos.

  1. algunas concreciones

Amar es respetar y acoger a los seres humanos solamente porque son seres humanos, hijos de Dios.

  • o Por tanto amar significa respetar a todas las personas por el mero hecho de ser personas: hijos de Dios. Hacemos interesadas acepciones de personas: pensemos en ideologías, puestos eclesiásticos, emigrantes, racismos, etc.
  • o Hoy en día en nuestro pueblo el mandamiento del amor significa respeto y buscar, abrir cauces y caminos, diálogo para la convivencia y la paz. Y en cuanto sea posible, perdonar.
  • o En el ámbito familiar amar significa muchas veces respeto, no hurgar en viejas heridas, no revolver las cosas. Cuestiones de dinero, herencias, etc. Saber declinar, dejar ya de lado determinadas cuestiones.
  • o El mundo eclesiástico comenzará o comenzaremos a ser cristianos cristianos- cuando intentemos ver la vida y las situaciones y problemas desde el amor y no tanto desde el legalismo, el miedo, el poder y la ortodoxia.
  • o En ocasiones -siempre- amar significa ser discreto y callarse. Callar un defecto, un pecado ajeno, etc. El silencio y la discreción son variantes del mandamiento del amor. Una persona adulta ha de saber callar y marcharse a la tumba con unos cuantos secretos.
  • o En muhco momentos amar significa: perdonar.

  1. somos discípulos amados.

         Somos cristianos y ser cristiano es sentirse querido por Dios y desplegar la vida desde el amor. Desde el amor las cosas se ven de otra manera.

El amor produce una confianza enorme, una gran serenidad. Noches oscuras nos van a venir, pero quien ama, quien ama la humanidad, la vida, los valores del Reino de Dios tiene el alma sosegada, en calma, en esa serenidad y alegría que nos promete Jesús.

esto os mando: que os améis unos a otros.

[1] Un apunte exegético: la primera mitad del evangelio de San Juan emplea 32 veces el lenguaje de luz-tinieblas, 50 veces el tema de la vida: agua, pan de vida, etc. La segunda mitad del evangelio joánico se centra en el amor: 38 veces. (X. Léon Dufour, Lectura del evangelio de Juan, Salamanca, 19933, vol 1, p 22.

[2] Hay ciertas dimensiones en la vida que hemos de saber llevarlas bien: el amor, la sexualidad, el poder, la belleza, el dinero, etc. son cuestiones que hemos de procurar “gestionarlas” bien, porque de otro modo, nos pueden despistar en la vida.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba