"La Conversión y Reconciliación es un Motor Fundamental para que el Reino de Dios se pueda hacer visible" Con Abasto de Pan y Provisión de Agua, así es la Casa del Padre
"La miseria y pobreza humana hace que las entrañas de Jesús se vuelquen de misericordia hacia el hombre"
"La conversión es un motor fundamental para que el reino de Dios se pueda hacer visible y, se muestre la gracia de Dios de forma más plena"
"Somos hijos de un mismo Padre Dios y hermanos entre nosotros. ¿Cuánto nos cuesta compartir juntos?"
"Dios como verdadero Padre ofrece un hogar, una dignidad de hijos, hace fiesta por nosotros, como un padre hace fiesta por sus hijos, porque los ama y los quiere ver felices"
"Somos hijos de un mismo Padre Dios y hermanos entre nosotros. ¿Cuánto nos cuesta compartir juntos?"
"Dios como verdadero Padre ofrece un hogar, una dignidad de hijos, hace fiesta por nosotros, como un padre hace fiesta por sus hijos, porque los ama y los quiere ver felices"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
Dios nos abraza en un amor desbordado en su hijo Jesucristo. El Padre restaura al hombre desde Jesús. Necesitamos volver continuamente a Dios desde el encuentro con Jesús. En Él tenemos la garantía de acceder al Padre.
No hay palabra mayor que la palabra de amor de Jesús, que se apasiona por redimir a sus hermanos los hombres.
El camino de reconciliación en fraternidad se ilumina con los gestos, signos y palabras que Jesús nos comunica.
La miseria y pobreza humana hace que las entrañas de Jesús se vuelquen de misericordia hacia el hombre. Eso les falta siempre a los juzgadores inmisericordes como fariseos y escribas.
El Padre y Jesús son uno mismo, son iguales en cuanto que su amor se desvive por la creatura humana.
Jesús invita a tratarnos como hermanos desde el ejemplo que Él nos da, en su paciencia, en su confianza, en la oportunidad que brinda una y otra vez porque sabe que es posible levantarse y corregir, desde ese amor de oportunidad que se abre a la reconciliación y a la conversión.
La conversión es un motor fundamental para que el reino de Dios se pueda hacer visible y, se muestre la gracia de Dios de forma más plena, en la medida de la conversión que permite la revelación de la gracia de Dios.
La vida brota siempre en unidad y comunión.
En nuestra libertad estamos llamados a hacer un camino de experiencia que nos lleve a descubrir nuestro verdadero hogar de hijos y familia.
Somos hijos de un mismo Padre Dios y hermanos entre nosotros. ¿Cuánto nos cuesta compartir juntos?
Dios ha querido ofrecer como Padre un verdadero hogar para sus hijos, Él no los quiere ni esclavos ni extraños en un lugar donde no se sientan en posesión de desarrollarse como hijos.
Así Israel, por la mano de Josué entra a establecerse en la tierra de Canaán y saborear los frutos propios de la tierra que Dios da en herencia, como lo había prometido a Abraham y a su descendencia.
Esta tierra prometida es signo e imagen del cielo, hogar de Dios, que desea recibirnos, como hoy en el evangelio de Lucas, de este cuarto domingo de cuaresma hemos escuchado. El hijo menor, joven, inquieto, tomando sus propias experiencias, alejándose libremente del hogar del Padre, se hace consciente de que el lugar en el que se encuentra trabajando con los cerdos, no es su hogar, no puede comer de lo que quisiera.
Los Israelitas pueden comer con toda libertad de los que se les atoje en la tierra de Canaán, donde entran a poseerla.
Así el nuevo cielo que se nos abre con Jesús, en una tierra que es renovada en Él, los hijos de Dios siempre son abastecidos con el pan y con el agua. Dios como verdadero Padre, no deja a sus hijos sin alimento, sin amor y sin hogar.
Dios como verdadero Padre ofrece un hogar, una dignidad de hijos, hace fiesta por nosotros, como un padre hace fiesta por sus hijos, porque los ama y los quiere ver felices.
Dios nos quiere ver felices. Él como verdadero Padre está dispuesto a darlo todo por nosotros. Sacrificando siempre lo mejor. Ese es el verdadero amor, se echa la casa por la ventana, porque se ama a los hijos. La razón de ser Padre es tener hijos y la razón de ser un Padre pleno es ver a los hijos en su plena felicidad.
Ciertamente el hijo menor se ha equivocado, pero ha reaccionado a tiempo, busca corregir y la casa del Padre es de un camino que tiene puertas abiertas, donde se puede recuperar y tomar esa dignidad que se había disminuido por las decisiones libres equivocadas, pero que ayudan a tomar conciencia de lo que se tiene y se ha dejado, pero se quiere volver a ese hogar con humildad.
En esta experiencia de haber pecado, queda claro quién es el Padre y como es su trato de amor tanto con hijos como con trabajadores. Eso genera una confianza grande de volver. Eso es un hogar lleno de esperanza que permite volver, con la certeza y confianza, de que a pesar de todo será tratado con amor y benevolencia.
Siempre abramos las puertas a la esperanza de aquellos que se han equivocado, teniendo siempre esa actitud de amor, que hará descubrir esa verdad, en quienes se han equivocado y en conciencia pueden corregir y volver.
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