"Despertemos la unción y bendición de Dios, abriéndonos ante todo a su palabra" El Bautismo de Jesús nos revela al Ungido en el que obra siempre Dios

Bautismo
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"Lo que Dios Padre nos revela en el bautismo de Jesús es lo que confesará el soldado en la crucifixión de Jesús"

"No hay ceguera más grande que negar la bendición de Dios cuando esta se está manifestando de variables formas"

"Ser ungido es una gran dicha porque Dios mismo se va manifestando en aquel que es dócil a su espíritu para cumplir plenamente su voluntad"

El bautizado es llamado a ser portador y expresión de Dios como ungido por el Espíritu Santo, revelando que en verdad se es hijo de Dios. Esto último será la confesión de quienes han crucificado a Jesús: en verdad este era el Hijo de Dios.

De tal manera que tenemos dos confesiones importantes en la vida de Jesús: en su bautismo, el Padre dice: este es mi hijo amado en el que tengo todas mis complacencias; en su crucifixión y muerte, el soldado dirá: en verdad este era el Hijo de Dios.

Lo que Dios Padre nos revela en el bautismo de Jesús es lo que confesará el soldado en la crucifixión de Jesús. Los que han condenado a Jesús: sumos sacerdotes, ancianos, escribas; dirán que lo condenan porque se ha declarado ser el Mesías, el Hijo de Dios, el ungido.

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12 de enero: Bautismo de Jesús
12 de enero: Bautismo de Jesús

No hay ceguera más grande que negar la bendición de Dios cuando esta se está manifestando de variables formas en quienes son portadores de esa bendición de Dios, que solo hace bien, fecundando todo lo que es fecundable para recibir la bendición y, hacer florecer toda la riqueza y belleza que se puede revelar con la comunicación de unción y bendición.

En este domingo del bautismo del Señor se nos revela el misterio de Dios que nos descubre quién es Jesús de Nazareth, el hijo de María y de José el carpintero.

Ese mismo Jesús de Nazareth que ha nacido en el pesebre, en la sencillez de los animales, porque no habían encontrado posada, pero Dios está siempre con él y esa es la certeza que Jesús nos transmite: yo he venido al mundo para ser testigo de la verdad, todo el que es de la verdad escucha mi voz.

Que gran dicha debe ser para nosotros vernos desde el bautismo de Jesús descubiertos como ungidos en los que Dios Padre obra con toda la fuerza de su espíritu.

Jesús en el bautismo, estando en medio del pueblo, es dado a conocer por el Padre como el Hijo en el que tiene todas sus complacencias.

Nuestro siempre humilde Jesús establecerá la justicia que nos trae la paz, nos enseñará el camino y la verdad que nos exigirá en sí conducirnos por caminos derechos en rectitud, donde no hay cabida a lo oscuro y tramposo. Así nos recuerda Pedro en el texto de los Hechos de los Apóstoles, donde Dios no hace acepción de personas sino que comunica su espíritu a quien practica la justicia.

Ser ungido es una gran dicha porque Dios mismo se va manifestando en aquel que es dócil a su espíritu para cumplir plenamente su voluntad

El ungido escucha la palabra, en ella se va formando y conduciendo para cumplir la misión que le es confía en la misma unción. Así nos recuerda también Isaías en la primera lectura de este domingo.

Por eso nuestra mayor alegría y enfoque debe ser en lo que Dios nos revela y comunica a cada uno, ¿qué hemos recibido en nuestro bautismo? ¿Cuál es la unción de la que somos portadores cada uno de nosotros?

Aprendamos de Jesús en su sencillez, abierto siempre en oración al Padre para ir conociendo día a día como la mano de Dios lo conduce, lo sostiene y hace fecundo todo lo que él bendice.

En el ungido está la bendición, por eso donde el entra y se encuentra,en sus hogares reciben su bendición: Lázaro; Zaqueo, La Suegra de Pedro. Y en la segunda lectura de los Hechos de los Apóstoles, Cornelio con su familia reciben la bendición del ungido que es Pedro. Por eso dirá Jesús a sus apóstoles: a la casa que entren comuniquen la bendición y coman lo que les den.  Los ungidos estamos llamados a ser desde nuestro bautismo, comunicadores de bendición.

El bautismo nos debe alegrar para descubrir toda la fuerza y vida del espíritu del que somos portadores como una bendición, porque Dios así lo ha querido; despertemos la unción y bendición de Dios, abriéndonos ante todo a su palabra, dispuestos a cumplir su voluntad, a la manera y al estilo de Jesús, de quien somos seguidores en este camino.

En esta unción desde nuestro bautismo veamos todo el bien que podemos hacer en el amor, como siempre lo está haciendo Jesús por cada uno de nosotros, esta es nuestra misión: hacer el bien en el amor.

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