"Solo es posible así un mundo de Esperanza" El Buen Samaritano: Sin Excusa, Con Compromiso de Compasión
"La vida en Cristo esta llamada siempre en ponerse en la vida y corazón del otro"
"Jesús nos enseña a salir hacia el otro, a levantarlo del suelo, a restablecer la vida para seguir caminando"
"Necesitamos hoy buenos samaritanos en el camino, nosotros estamos llamados a ser buenos samaritanos ante tanto dolor que existe"
"Necesitamos hoy buenos samaritanos en el camino, nosotros estamos llamados a ser buenos samaritanos ante tanto dolor que existe"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
Esta parábola que nos presenta el evangelista Lucas en este domingo, nos sitúa en un punto de compromiso de vida desde la compasión.
La vida en Cristo esta llamada siempre en ponerse en la vida y corazón del otro. Desde ahí estamos llamados establecer una relación de vida y misericordia. Poner al centro el corazón lleno de sensibilidad de amor que haga posible una vida que redime desde la compasión.
Hoy estamos en un mundo indolente, que no nos sensibiliza ante el sufrimiento del otro. Y más cuando vemos que en muchos instrumentos de comunicación tenemos una exposición constante de asesinatos, heridos, náufragos migrantes, infantes maltratados, mujeres violentadas; que en vez de sensibilizarnos y comprometernos por transformar un mundo que grita de dolor, nos parecemos al sacerdote o levita, haciéndonos insensibles, evadiendo de mil formas el compromiso que nos permite compartir la vida.
Muchos tenemos vida de diferentes formas con posibilidades de ser signos de compasión, pero nos cuesta compartir la vida a quien podemos redimir.
Jesús comunica siempre la vida y, esa fecundidad de vida que nos decimos profesar se queda ahí sin ser fecunda cuando no salimos hacia el otro, como si lo hace Jesús.
Jesús nos enseña a salir hacia el otro, a levantarlo del suelo, a restablecer la vida para seguir caminando.
¿Cuántos han dejado de caminar y están tirados en el suelo de variadas formas? a quienes hay que levantar, restaurar, acomodar en lugares que hay que facilitar porque lo necesitan, aunque de momentos nos mueva nuestra comodidad de forma temporal.
El buen samaritano ciertamente se bajó de su cabalgadura y, en un tramo de distancia dejo ese espacio al herido y maltratado y, una vez que le dejo un espacio de vida para seguir siendo curado hasta sentirse capaz de retomar el camino y, el buen samaritano volvió a tomar su cabalgadura con posibilidades de encontrarse, más adelante, a otros tirados en el camino.
Necesitamos hoy buenos samaritanos en el camino, nosotros estamos llamados a ser buenos samaritanos ante tanto dolor que existe.
Para Jesús no caben las excusas, es muy claro en la ruta evangélica, que en la propuesta del Reino que Jesús viene a hacer presente, sin excusas, hay que ayudar a retomar el camino a los caídos, malheridos, malolientes, quebrantados, señalados, aunque consideremos que no son de nuestro gremio, sector, población, o medio de vida.
Jesús nos llama a hacer lo extraordinario, a salir de nuestro entorno cerrado y a ser generosos. Él se establece en la periferia de Israel viviendo en Nazareth y desde ahí se mueve en Galilea por Judea para mostrase en su entrega redentora culmen en el Calvario de Jerusalén.
Jesús conoce de caminos, sabe de pueblos, se encuentra con excluidos como los leprosos; convive en el hogar como en Betania; restaura la vida en la Mujer como la Samaritana señalada por los otros; da oportunidad a Zaqueo para que corrija; perdona a los cercanos como a Pedro; es paciente con el exigente Tomás que condiciona la forma para creer.
La oportunidad se toma o se pierde. Hoy tenemos un escenario mundial muy parecido al del buen samaritano para cambiar nuestro mundo lleno de dolor a un mundo compasivo que sepa compartir la vida desde el amor.
La segunda lectura a los Colosenses nos sitúa en la virtud de caminar como bautizados en esta historia de ser hijos de Dios que están en la tierra. Jesús une el cielo con la tierra. Todo fue creado desde Cristo y desde él es redimida la creación. ¿Quién es el que ama la creación? sino el mismo que nos ha participado de esa vida como don y bendición.
Estamos en una vida como gracia desde Cristo y Él nos enseña a cuidarla, a rescatarla, a fortalecerla.
Lo primero en el amor de Cristo, de asemejarnos a Él y llenarnos de Él en la eucaristía, es hacernos gesto desde Él de Compasión y, entender que la indiferencia ante la necesidad de compasión borra en nosotros el rostro posible de Cristo: Cuantas veces lo hicieron con uno de estos más sufridos conmigo lo hiciste (Cfr Mt 25)
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