"¿Vale la pena servir al Señor?" En Jesucristo, seguir y servir, con compromiso de amor

Señor, ¿a quién iremos?
Señor, ¿a quién iremos?

"El discípulo tiene que definirse y comprometerse. Es muy fácil sólo ver y recibir sin comprometerse"

"La experiencia en primera persona de un líder en la fe es muy importante para guiar a la comunidad"

"El camino del matrimonio también es estrecho. Tiene que quedar siempre fuera lo que no ayuda, lo que no construye, lo que no da vida"

Al iniciar esta semana 21 del tiempo ordinario en este domingo, la liturgia de la palabra nos invita a hacernos la siguiente pregunta:

¿Vale la pena servir al Señor?

Tanto el pueblo de Israel como los discípulos de Jesús, al hacer el camino del Éxodo y tener la experiencia de discípulos detrás de Jesús, llegan a un momento decisivo, ¿si están dispuestos a seguir al Señor y servirlo?

La actitud y la respuesta de Josué y de Pedro son iluminadoras:

En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al Señor
Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros sabemos y creemos que tú eres el Santo de Dios.

El viaje de tus sueños, con RD

¿A quién iremos?

El discípulo tiene que definirse y comprometerse. Es muy fácil sólo ver y recibir sin comprometerse.

El pueblo ha murmurado muchas veces en el camino del éxodo, llega el momento de entrar a la tierra prometida, lo que Dios tenía preparado para el pueblo de Israel, ahora con total libertad deben decidirse que quieren seguir y a quien seguir. Ya conocen a Dios, saben cómo habla y cómo actúa, su fe debió ya de haber madurado para tomar esa decisión tan importante donde Dios se les irá revelando siempre de forma más plena. 

Josué toma la iniciativa como líder del pueblo que es, con firmeza y sin titubeos: mi familia y yo serviremos al Señor.

De igual manera, Pedro toma la iniciativa diciendo a Jesús: tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que tú  eres el Santo de Dios.

La experiencia en primera persona de un líder en la fe es muy importante para guiar a la comunidad.

Pedro ha tenido muchos quebrantos: ha negado a Jesús, le costó aceptar que Jesús tenía que ser crucificado, tentó a Jesús para pedirle hacerle caminar sobre las aguas, viéndose que su fe aún estaba inmadura y débil y aun no era capaz de vencer las pruebas que nos mueven y remueven al caminar detrás de Jesús.

Lo que nosotros debemos entender es que una vez que Dios hace una alianza desde la persona de Jesucristo, Dios lo da todo y por eso invita a sus seguidores a creer en el amor, en arriesgarlo todo por Él.

Así quienes se han casado y llevan una vida de esposos, previamente han tenido su noviazgo. cómo nos recuerda la segunda lectura de la carta a los Efesios de este domingo 21. Estos esposos tienen que amarse y respetarse a la manera que Jesucristo ama y se entrega. Los novios una vez que se han visto, conocido, escuchado, compartido, tienen que decidir si esa es la persona con la que quieren vivir toda su vida y hacer una familia.

Jesús con sus discípulos quiere hacer su iglesia que sean capaces de transmitir con fidelidad la vida de Jesús. Por eso el discípulo tiene que vivir de manera entregada a Jesús y a su Iglesia.

También los esposos deben transmitir con fidelidad el amor y la vida con quien están casados, siempre en mutua entrega de amor para que su vida refleje su auténtico amor.

Siempre se requiere fidelidad y entrega total en este amor.

Jesús y Pedro

Por eso a Dios hay que amarlo con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda el alma. De igual manera los esposos deben amarse con la totalidad de sus vidas.

El camino de seguimiento de Jesús, es estrecho, no es fácil, es para pocos. El camino del matrimonio también es estrecho. Tiene que quedar siempre fuera lo que no ayuda, lo que no construye, lo que no da vida.

Por eso en el evangelio de san Juan de este domingo muchos de los discípulos deciden retirarse porque no están dispuestos a ese camino estrecho y Jesús se queda con pocos y con esos pocos sigue haciendo esta iglesia, donde se ve siempre la presencia de Dios en una historia con  más de dos mil años, con luces y oscuridades, donde Cristo es el Rey que la sostiene y la ha sacado de los momentos difíciles , porque la iglesia se sostiene y vive en Cristo.

Él inició este proyecto con el Padre en el Espíritu Santo y lo siguen configurando, renovando y fortaleciendo.

Volver arriba