"A Dios no lo controla ninguno de nosotros, todos somos servidores en Dios" El abogado de los elegidos es el Espíritu Santo

El Espíritu o Ruaj
El Espíritu o Ruaj

"Dios elige al que quiere y el elegido siempre está en libertad de responder a esa elección"

"La confianza de los elegidos en su Abogado el Espíritu hará que sus rostros irradien una esperanza llena de luz"

"Nuestro Señor Jesucristo está en este grupo de los inocentes que han muerto sin poderse defender ante una estructura corrupta que no da garantía de justicia como era el tribunal encabezado por Herodes, Poncio Pilatos y el Sumo Sacerdote Caifás"

Jesús dirá que el Espíritu sopla donde quiere y a quien quiere, como el viento, que no sabes de dónde viene ni a dónde va.

Dios siempre elige a quien quiere; lo dirá Jesús: no son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido a ustedes.

En el ámbito de Dios reina plenamente la libertad. Dios elige al que quiere y el elegido siempre está en libertad de responder a esa elección.

Lo mejor para la vida en el Espíritu es vivir en libertad. Entre más se derrame el Espíritu en mayor número de miembros del pueblo mayor es la riqueza para cumplir el mandato y deseo de Jesús: vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio a toda creatura.

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Espíritu
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Siempre nuestro radio de impacto por más que nos extendamos tiene un límite. El Espíritu lo abarca todo, para hacerse sentir y ser vehículos de él en la misión que nos hace partícipes, entre más miembros del pueblo reciban el espíritu en sus geografías donde se encuentren, más hacen viva la presencia y comunicación del mismo espíritu de Dios.

Como Abogado que es el Espíritu Santo de sus elegidos, ellos tendrán la mejor garantía de ser defendidos en sus diferentes circunstancias de luchas, adversidades y entenderán que siempre estarán acompañados y nunca solos, de ahí que la confianza de ellos en su Abogado el Espíritu hará que sus rostros irradien una esperanza llena de luz.

Por eso debemos cuidar a los sencillos que ponen su esperanza en el Señor su Dios, como nos recuerda el evangelio de Marcos en este domingo 26 del tiempo ordinario: al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí… y el Apóstol Santiago en su carta nos recordará: El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes, sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.

Nuestro Señor Jesucristo está en este grupo de los inocentes que han muerto sin poderse defender ante una estructura corrupta que no da garantía de justicia como era el tribunal encabezado por Herodes, Poncio Pilatos y el Sumo Sacerdote Caifás. Quienes se suponen que deben garantizar la justicia, mueven ellos mismos el engaño para quitarse la fuerza del testimonio de vida que les cuestiona del mismo Jesucristo. Usan toda su estructura corrompida para quitar lo que si vale y lo que puede salvar.

Así sucede cuando Dios decide eliminar a Sodoma y Gomorra, donde las súplicas de Abraham que se dirige a Dios diciendo: si hubiera este número de justos: 50,40,30,20,10 personas justas entre el pueblo, ¿acabarás con estas ciudades? Si hubiera habido esa presencia de justos, el Señor habría salvado a esos pueblos.

Nuestro abogado ante Dios Padre es Jesucristo, quien nos ha dado como abogado y defensor al Espíritu Santo. Esa es la garantía de nuestra salvación.

Por eso debemos cuidar de aquellos que son los predilectos de Dios, que creen en Él y ponen toda su confianza en Él, para que ellos a su vez sean los que intercedan por nosotros en el cielo, como lo recuerda el mismo Jesús: con el dinero tan lleno de injusticias gánense amigos que los reciban en el cielo.

Es decir, no dejemos de hacer el bien nunca, hacer el bien de manera auténtica, porque a Dios no lo engañamos cuando no somos auténticos. El Bien, sobre todo, al pobre y necesitado es nuestro mejor camino para que cuando lleguemos a Dios tengamos quien interceda por nosotros, por pura compasión, donde la compasión esta llamada a reinar, Si fuimos compasivos en la tierra recibiremos compasión en el cielo. Pero si en la tierra no fuimos compasivos con los desprotegidos y necesitados entonces no tendremos compasión cuando lleguemos ante el tribunal de Dios, y en cuyo tribunal estará la verdad, el amor, la justicia, la compasión, la bondad y en cuyo tribunal de Dios no tienen cabida los frívolos y los inmisericordes.

Ninguno de nosotros puede prohibir la libertad de acción que tiene el espíritu de Dios para tomar posesión en sus elegidos y manifestarse a través de ellos como nos recuerdan en este domingo los textos del libro de los Números y el evangelio de Marcos.

A Dios no lo controla ninguno de nosotros, todos somos servidores en Dios y ya es una gran bendición ser llamados a servir al Señor.

Debemos ser compasivos con nuestra gente cercana que sólo pide que los tratemos con reconocimiento y dignidad, ¿porque a quién de nosotros no nos gusta que nos traten con compasión, con reconocimiento y dignidad?

Quien trabaja con amor y entrega, quien tiene sed, como dice Jesús en la cruz: tengo sed y le dan a beber vinagre en una esponja, no encontrando en sus condenadores compasión; la exigencia es siempre la compasión, la empatía porque el gusano y el moho están siempre para matar lo que no da vida y opacar lo que no deja ver la belleza de su valor y su don.

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