"La eucaristía es comunión con Dios y con los hermanos" El que me come vivirá por mí

El que me come vivirá por mí
El que me come vivirá por mí

"Jesús es la palabra que da vida. Por eso es siempre necesario escucharlo y alimentarnos de su palabra"

"Esta sabiduría que se manifiesta en Jesús es mucho más y mejor que la del rey Salomón, como lo afirma el mismo Jesús"

"Este Jesús se nos muestra como el camino de la prudencia, es decir, siempre conducido en el amor, la verdad, la misericordia"

En este domingo XX del tiempo ordinario es importante recordar aquello que expresan los oyentes de Jesús:

“De dónde le viene a éste esta sabiduría y este poder para hacer milagros”

Jesús es la palabra de vida, es decir, todo lo que él comunica en sus expresiones es vida, de ahí podemos entender que en sus palabras se manifiesta el Espíritu Santo, de tal manera que al pronunciar sus palabras en la última cena sobre el pan y el vino, nos está transmitiendo en a vida del Espíritu Santo para que ese pan se convierta en su Cuerpo y el vino en su Sangre. 

Bastan sólo las palabras de Jesús para darnos esa vida misma de él que se comunica en el pan y el vino que son consagrados al momento que el sacerdote repite las mismas palabras de Jesús en la eucaristía.

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Pan de vida

Jesús es la palabra que da vida. Por eso es siempre necesario escucharlo y alimentarnos de su palabra, la cual nos transmite esa sabiduría que nos trasciende, que toca lo más profundo de nuestra vida y nos conduce con gran claridad y firmeza en la fe.

Como nos recuerda en este domingo la primera lectura del libro de los Proverbios: la sabiduría se ha edificado una casa y ha preparado un banquete.

Al escuchar la palabra de Jesús y hacerla vida, edificamos en Jesús que es nuestra sabiduría, como ya el mismo Jesús nos dice: el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre que construyó su casa sobre roca, dieron las lluvias, los vientos contra aquella casa(la tribulación y las pruebas) y aquella casa permaneció firme.

Esta sabiduría que se manifiesta en Jesús es mucho más y mejor que la del rey Salomón, como lo afirma el mismo Jesús: aquí hay uno que es mucho más que Salomón.

El rey Salomón fue en un rey al servicio del proyecto de salvación, el hijo de David(quien nos comunica lo profundo del salmo 50). David, el padre de Salomón experimentó el quebranto humano, pero se corrigió renovándose en hacer la voluntad de Dios y así levantándose de todas sus caídas para ser enaltecido por Dios.

Este es mi hijo amado

Jesús es el Hijo de Dios de quien el Padre dice en el bautismo: este es mi Hijo amado en quien tengo todas mis complacencias.

Este Jesús se nos muestra como el camino de la prudencia, es decir, siempre conducido en el amor, la verdad, la misericordia. En la claridad de un camino que se distingue el bien del mal para que no caigamos en el engaño.

Jesús es el camino de la prudencia porque él nos ilumina y conduce para decirnos qué es lo mejor en nuestra vida y, nosotros al escucharlo nos dispongamos en libertad a obedecerlo.

A nosotros nos toca obedecer en Jesús. Por eso es importante escuchar su palabra para conocer los deseos de su corazón, su voluntad. Si hacemos así nos alimentaremos de Él, que es alimentarnos del Padre que está vivo en su Hijo Jesús. De ahí la importancia de vivir la comunión. Por eso la eucaristía es comunión con Dios y con los hermanos, celebrando siempre nuestra fe en cruz, dirigiendo nuestro ser hacia Dios con los brazos abiertos a los hermanos.

El banquete que es la eucaristía nos invita a disponernos en cruz, para ser ofrenda de vida con Jesús y en el ser renovados en la vida eterna que nos viene de él cuando nos alimentamos.

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