Presentado en el Chaminade "Aparecida", de Emilia Robles (Herder) Emi Robles: "Francisco es un símbolo importante de comunión"
(Jesús Bastante).- "La Iglesia vivió mil años mirando a Oriente; otros mil años centrada en Occidente. ¿Tal vez estos próximos mil años miren hacia Latinoamérica?". La pregunta la lanzó Raimund Herder, reponsable de Herder editorial, durante la presentación de "Aparecida: Por un nuevo tiempo de alegría y esperanza en la vida eclesial", coordinada por Emilia Robles y que ayer fue presentado en el Colegio Mayor Chaminade.
Con dos padrinos de lujo, el dominico Felicísimo Martínez y José Óscar Beoso, teólogo y testigo de lo que sucedió en aquel encuentro. El responsable del documento final no fue otro que el cardenal de Buenos Aires, hoy papa Francisco.
En primer lugar intervino Felicísimo, quien hizo hincapié en las aportaciones de las conferencias latinoamericanas a la Iglesia universal, que "no es la Iglesia del Vaticano, ni la de Roma, ni la Iglesia europea. Esto es una verdad, al menos teóricamente obvia".
"En un mundo globalizado como el nuestro, se está pidiendo una Iglesia globalizada, y los cambios afectan también a la Iglesia. Por lo tanto, hay que globalizar la justicia, la economía, el Gobierno y también la Iglesia...", subrayó el dominico, quien hizo un repaso de las distintas conferencias, desde Río (antes del Concilio) a Aparecida, pasando por Medellín, Santo Domingo o Puebla. "Fueron varias y distintas, con un debilitamiento de la radicalidad a la hora de definir los desafíos", señaló.
"De Medellín a Santo Domingo se sustituyó el concepto de iglesia como Pueblo de Dios a iglesia como Comunión, y se pasó a una interpretación más disciplinar de la comunión", denunció. "De alguna forma, significa obediencia a la jerarquía, a Roma". En este sentido, subrayó que "Aparecida ha resucitado, en cierto sentido, el espíritu de Medellín".
Felicísicmo Martínez lanzó los que, en su opinión, fueron las claves de Aparecida: "comprender mejor el desafío de una Iglesia pluricultural y pluricéntrica", entendiendo que, si la mayoría de los católicos están en Latinoamérica, "si no están en la Iglesia, ésta no puede ser universal"
La categoría de Iglesia como "Pueblo de Dios", que fue cediendo el paso a la de "comunión" o, como señaló Felicísimo, "a la de "obediencia a la jerarquía, y especialmente a Roma". Sin embargo, subrayó la necesidad de acentuar "la sinodalidad sobre la colegialidad, la comunión y misión de todos los bautizados, como la colegialidad de las bases".
Y, como no podía ser de otro modo, la opción preferencial por los pobres. "Sólo puede ser Iglesia universal la de los pobres, porque es allí donde se reflejan las presencias y ausencias del Reino. La perspectiva de los pobres es la única que permite a la Iglesia ser universal hacia dentro y hacia fuera", añadió Felicísimo.
"La comunión de todas las iglesias particulares deberían aunarse en la lucha contra todo tipo de sufrimientos", concluyó el teólogo, quien se preguntó "no sé si seré políticamente correcto", si las conclusiones de las conferencias más abiertas, como la de Medellín, "¿reflejaron lo que la mayoría de los obispos querían, o sólo la de la minoría más progresista?"
Por su parte, José Óscar Beoso denunció las dificultades que se pusieron desde Roma para que la conferencia de Aparecida fuera abierta a todos. "Fuimos excluidos después de Puebla. Sodano vino de Roma con todas las comisiones nombradas, y con la consigna de que no se hiciera un documento final".
"Una semana antes de Aparecida, vinieron las advertencias a Jon Sobrino. Teníamos un encuentro desde Amerindia con obispos del Celam: estaba Maradiaga, los líderes del Celam, Gustavo Gutiérrez, yo... al final de dos días muy difíciles. Los apuntes de esta conversación se llevaron directamente al Papa Benedicto".
El teólogo apostó por "la sinodalidad del Pueblo de Dios", que luha por los proceso eclesiales y "no sólo episcopales". Así, durante el tiempo que duró Aparecida, los teólogos edificaron una "tienda de los mártires", con oraciones, charlas y misas continuas. De allí salieron las peticiones formales, ahora en marcha, de las canonizaciones de Romero y Hélder Cámara".
"Bergoglio, por la noche, quiso ir a la misa, que era a las seis de la mañana. Fue muy interesante que tuviera esta experiencia de estar con una masa de gente -más de 10.000 personas- y se entregó a los obispos una pauta, de una página, sobre lo que se había pensado, lo que se esperaba de Aparecida: compromiso con los pobres, reconocimiento de los mártires, algunos ministerios femeninos". El hoy Papa fue el único obispo que acudió a hablar con los teólogos, y el que redactó las reflexiones finales de Aparecida. "Hay esperanza", concluyó.
Finalmente, Emi Robles incluyó la edición de este libro con el proceso de preparación hacia el Concilio que desde hace años prepara Proconcil. "Nos gustaría que se mirara Aparecida en términos de proceso, como lo fue el Vaticano II, el revulsivo de una Iglesia ante un mundo donde no conectaba"..
"En Aparecida no se cerraron puertas, no se cerraron caminos. Es muy importante, porque en esta Iglesia piramidal hay gente que tiene la costumbre de querer decir la última palabra, cierra puertas, asfixia al Espíritu... y en Aparecida no se cerraron caminos", resaltó Emilia.
Sobre el proceso conciliar, la responsable de Proconcil subrayó que "estamos ya creando las condiciones para que si algún día el Papa decide convocar un concilio se puedan recoger todos los trabajos parciales, y no sólo lo que dicen los obispos". Se trataría de "un proceso participativo, corresponsable, con participación de iglesias locales y otras confesiones cristianas y religiones.... La Iglesia se tiene que reformar".
En cuanto al debate sobre el celibato o las mujeres sacerdotes, Robles incidió en que "estas reformas se tienen que poner al servicio de algo más importante: que todos nos pongamos a trabajar por los más pobres, por el futuro, por la ecología... Necesitamos una iglesia que sea creíble, que no aburra a las ovejas, en la que cada uno pueda decir su palabra".
"A Francisco le sale de dentro, y de alguna forma nos conecta a todos. Es un símbolo importante de comunión", concluyó Emi Robles, quien apuntó que "Aparecida es un símbolo del concilio en marcha, que une al Vaticano II con otro nuevo", que nos "exige tomar conciencia de que somos discípulos misioneros", y "mirar los ojos de los que sufren" y "reafirmarnos en la esperanza".