“Memorias (apresuradas) de un periodista de la Transición” 'Memorias' de un periodista, Alberto Delgado Cebrián
¡Gracias por tus “Memorias”, amigo Alberto! y a seguir viviendo y con-celebrando misas de acción de gracias con los colegas de la promoción periodística, de a la que” bautizasteis” como de “Raquel “, “hada madrina” y conseguidora de los primeros sueldos de los principiantes en aquellos tiempos heroicos de ministerio- profesión tan sagrada
Por múltiples y variopintas razones o sinrazones, el catálogo de libros del género literario de “memorias”, se nos ha quedado exhausto y desdichadamente vacío. Pocos son los autores dispuestos a narrar sus memorias, es decir, a escribirse a sí mismos y desde tal tribuna literaria, describir e interpretar la historia, marco sagrado de su “yo” y de sus circunstancias.
Más que “memoristas”, hay historiadores. Y estos, de una u otra manera, “pagados” (sic) por los vencedores de cuantas batallas sean objeto de recordación para las generaciones presentes y, por supuesto, futuras. La historia la escriben siempre y la interpretan los vencedores. Si los perdedores alcanzan algún día la “categoría” de vencedores, le dan una vuelta y la reescriben. Es cuestión de tiempo, pese a que la dignidad y la profesión sufran graves desencantos. De los documentos, Boletines Oficiales correspondientes y el “material” recopilado, también hay que dudar, dado que unos y otros pudieran haber sido generados y redactados por el personal “vencedor”, previo “pago” de la nómina establecida . .
La historia- historia está, se conserva y vive más que en los manuales y libros de texto, en las “memorias” de quienes decidieron su redacción y publicación “a pecho descubierto”, sin nómina y como homenaje y acto de servicio al pueblo, verdadero artífice de los hechos historiados, así como de sus consecuencias….
Una carta, una poesía, una canción, la dedicación de una calle o de un monumento, ciertos silencios “tupidos velos”, la redacción de unas “memorias” sin pensar en su publicación …son, hacen y reflejan de verdad la historia , en cuyo texto y contexto, lo más importante y lo que lo justifica no son los datos fríos, por constatados que estén, sino las vivencias, alegrías, tristezas, lágrimas , risas y sonrisas, esperanzas y desesperanzas que entrenzan el tapiz de sus vidas. Eso sí, siempre vigilantes la idea y la intención de que de esta y única manera es como “la historia es y será,” maestra” que enseña a vivir y a con-vivir a los seres humanos entre sí y con su entorno.
Y desde esta perspectiva, filosofía, sociología, política y religiosidad, Alberto Delgado Cebrián acaba de obsequiarnos con la publicación de su libro “Memorias (apresuradas) de un periodista de la Transición”, que además, dedica certeramente “a mi mujer, hijos y nietos”, con la docta, elocuente y provechosa coletilla de que “ saber de donde venimos, nos puede ayudar a decidir hacia donde vamos”. Al libro, con sus 476 páginas de textos y fotos, lo ampara la editorial “Lobo Sapiens ”, de la ciudad de León, en su colección “De memorias”.
“Alberto Delgado es un periodista vocacional”. Con esto está dicho casi todo. Él mismo refiere que “las circunstancias -La Providencia- me llevaron a la información política y parlamentaria, llegando a las Cortes cuando las presidía don Esteban Bilbao, siendo uno de los cinco periodistas los que se les permitía el acceso a los debates de las Comisiones Legislativas desde la Ley de Educación Primaria, y la Ley de prensa , hasta la Constitución y los primeros Parlamentos democráticos , como informador de la agencia PYRESA y, a partir de 1970 , para Televisión Española en los tres telediarios de la entonces única Televisión”.
Yo coincidí con Alberto en la agencia citada, y en otros quehaceres y medios informativos, en los que entonces había que ampararse , por lo que le muestro mi agradecimiento a su dedicataria “por tantos años de compañerismo , de amistad y de consideración y afecto”, dado que para él y para tantos colegas, la consideración de “pater” siempre se tuvo presente, si bien, y con justas razones, “Benito Ochoa , era mi confesor, paño de lágrimas, consejero espiritual, que me consoló en mis tribulaciones, como representante e intermediario entre Dios y los seres humanos”.
A quienes callejean por el inmenso y culto Madrid, les resultará fácil descubrir que Sinesio Delgado, que fue su abuelo, rotula una de esas vías urbanas de la capital, co-fundador de la Asociación de la Prensa y de la Sociedad General de Autores, con sede en el palacio-semi “gaudiano” con que cuenta la ciudad.
Con la elegancia en el hablar y en comportarse, propias de las Cortes y “cortesías” de aquellos tiempos, de las que informaba Alberto en los Telediarios, el amigo autor de estas “Memorias” se sirve de despedida las palabras que inserta en la página 436:”Y a todos ustedes ,como Echegaray al saludar en el estreno de una de sus obras :gracias, gracias, gracias. Quizás resulte algo monótono, pero monótono es también el latir del corazón”.
¡Gracias por tus “Memorias”, amigo Alberto! y a seguir viviendo y con-celebrando misas de acción de gracias con los colegas de la promoción periodística, de a la que” bautizasteis” como de “Raquel “, “hada madrina” y conseguidora de los primeros sueldos de los principiantes en aquellos tiempos heroicos de ministerio- profesión tan sagrada.
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