"Después de Francisco, ¿podría llamarse José el próximo papa?" "San José no fue abuelo"
"La iconografía no le fue fiel a san José, representado con rasgos propios del abuelo y no del padre joven y en consonancia que tuviera y representara su esposa María"
"Los evangelios citan su nombre muy raras veces. Las justas. Todo lo demás se da por supuesto. Por no referir, ni siquiera refieren algo acerca de su muerte., ni de su 'vida y milagros'"
"Gracias a santa Teresa de Ávila su devoción se propaló por la Cristiandad. Y Francisco demuestra su acendrada devoción a san José en la 'Carta Apostólica' con motivo del 150 aniversario de su patronazgo de la Iglesia"
"'Publicaciones Claretianas' acaba de publicar los siguientes títulos, que recomiendo con profesionalidad y devoción": 'Diez cosas que el papa Francisco quiere que sepas sobre san José' (Carlos Martínez Oliveras). José, un carpintero de Judea. Breves reflexiones (Jorge M. Bergoglio) y 'Carta apostólica Patris Corde' del papa Francisco
"Gracias a santa Teresa de Ávila su devoción se propaló por la Cristiandad. Y Francisco demuestra su acendrada devoción a san José en la 'Carta Apostólica' con motivo del 150 aniversario de su patronazgo de la Iglesia"
"'Publicaciones Claretianas' acaba de publicar los siguientes títulos, que recomiendo con profesionalidad y devoción": 'Diez cosas que el papa Francisco quiere que sepas sobre san José' (Carlos Martínez Oliveras). José, un carpintero de Judea. Breves reflexiones (Jorge M. Bergoglio) y 'Carta apostólica Patris Corde' del papa Francisco
Instigada por pudorosas y acríticas razones ascéticas, la iconografía no le fue fiel a san José, esposo de María, Madre de Dios, y padre de Jesús. Imágenes, cuadros y estampas de los más piadosos e importantes representantes del sector artístico, se limitaron, y limitan presentarnos a san José como “ejemplo y modelo” de persona mayor, barbudo y cargado de años, quien en ocasiones acoge y acaricia a Jesús, con rasgos propios del abuelo y no del padre joven y en consonancia que tuviera y representara su esposa María.
Este san José no es el del que nos hablan los evangelistas -Mateo y Lucas-, quienes se ciñen a describir su figura con rigor histórico con las sublimes y veraces palabras de que era “una buena persona”, a quien Dios le hubiera encomendado nada menos que ser protector y educador de su Hijo, ejerciendo las funciones encomendadas a los padres, por padres.
Los evangelios citan su nombre muy raras veces. Las justas. Todo lo demás se da por supuesto. Por no referir, ni siquiera refieren algo acerca de su muerte., ni de su “vida y milagros”. Ni del oficio, que probablemente no sería otro que el del “manitas” del pueblo, con especial relevancia hacia lo relacionado con la carpintería y otras labores, y que con seguridad le hubieran enrolado en el extinto “Sindicato de Actividades Diversas” y hoy, en el sufrido gremio de los autónomos. Es probable que el asno transportador de sus herramientas y de los objetos ya “fabricados”, hoy se hubiera tornado en “furgoneta”, de segunda o tercera mano.
San Mateo y san Lucas no entran en detalles y ni sabemos siquiera si hubiera sido canonizado después, cómo y por quién, obligados nosotros a creernos que su culto comenzó en Oriente hacia el año 300, dado que en la basílica que santa Elena erigiera en Belén, le reservara un oratorio. Gracias a santa Teresa de Ávila, que lpuso el nombre y le confirió el patronazgo a 17 de sus conventos de los que fundara, su devoción se propaló por la Cristiandad. Pío IX lo declaró Patrono de la Iglesia católica y Pío XII instituyó la fiesta de san José Obrero.
Juan XXIII le profesó gran devoción y curiosamente habló de él como “Patrono de los Diplomáticos” alegando este raciocinio convincente: “Como san José, los diplomáticos pueden al mismo tiempo presentar a Jesús y esconderlo. Como san José, deben saber callar, medir las palabras, saber emplearse sin mirar la dignidad del servicio y sobre todo, paladear dulce y tragar amargo. ...Obedecer, aun cuando no se comprenda, como le aconteció a san José cuando partió con su borriquillo”. El papa Francisco demuestra su acendrada devoción a san José en la ”Carta Apostólica“ con motivo del 150 aniversario de su patronazgo de la Iglesia.
De entre tantas advocaciones de los misterios que, con ayuda del becario y aprendiz Jesús, su hijo, le ayudara a engarzar, en el rezo manual de su trabajo-ministerio-oficio, con olor a serrín, que no a incienso, destacarían símbolos tales como los referidos a la ternura, vecindad, interioridad, valentía, creatividad, guardia y custodia, ciudadanía, castidad, testimonio, ejemplaridad, cordialidad, acogida…
Y es que “el alba mensajera/ del sol de alegre brillo / conoce este martillo,/que suena en la madera./La mano carpintera,/ madruga a su quehacer /y hay gracia antes que sol en el taller”. Después de Francisco, ¿podría llamarse José el próximo papa?
Con devoción, y en sintonía eclesial con los tiempos “franciscanos”, con las realidades sociales, laborales, históricas, políticas y religiosas, que nos han correspondido vivir, “Publicaciones Claretianas”, acaba de publicar los siguientes títulos , que recomiendo con profesionalidad y devoción:
'Diez cosas que el papa Francisco quiere que sepas sobre san José' (Carlos Martínez Oliveras). José, un carpintero de Judea. Breves reflexiones (Jorge M. Bergoglio) y 'Carta apostólica Patris Corde' del papa Francisco.
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