'Vivir a corazón abierto. Memorias de un sembrador', de Fray Manuel Uña Fernández Los dominicos y la Hispanidad: un libro que merece ser leído y releído

Óleo de fray Bartolomé de las Casas en una parroquia de Sevilla
Óleo de fray Bartolomé de las Casas en una parroquia de Sevilla

El libro, editado por “Doce Calles”, con sus 182 páginas, y la ayuda y protección de la Diputación Provincial de Zamora, merece ser leído y releído, en función de la necesidad que padece la formación-información religiosa, tanto española como hispanoamericana

La historia, la teología, la pastoral y buena parte de quienes vivieron y heredaron los efectos y consecuencias de la “conquista, evangelización y, en definitiva, del Descubrimiento por antonomasia, están en desacuerdo con que a la Virgen se le siga adscribiendo advocación tan sagrada y universal

Una gran porción de nuestros lectores fue educada en libros de texto y de recreación  antecedidos religiosamente con el aval del “Nihil Obstat y del “Imprimatur” curiales, que espantaban de sus secciones y páginas cualquier recuerdo a favor de los enemigos del alma. De ellos se dogmatizaba que eran tres, con referencias y caracteres mayúsculos al “Mundo, al Demonio y a la Carne”. Por supuesto que en las disciplinas correspondientes a la historia, y más a la de la Iglesia, el cuidado –“certificado”- por su higienización, aseo o limpieza  espiritual era -y es- primoroso.

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Esta consideración introduce a la reflexión sobre el tema de la pasada fiesta de la Virgen María como “Reina y Patrona de la Hispanidad”, tanto en la versión autonómica de “El Pilar” como en la de “Guadalupe”. El solo y desnudo planteamiento de la idea, asunto o materia, en Religión Digital, suscitó multitud de “comentarios”, la mayoría dignos de reflexión y respeto, y otros -que “de todo hay en la viña del Señor”- abocados de por sí y sin más, al vertedero, por grande y misericordiosa que sea la capacidad de recepción y de tolerancia que defina a sus posibles recipiendarios o destinatarios.

El sentido, el contenido y la misma fórmula canónica de la fiesta religiosa de la “Reina y Patrona  de la Hispanidad”, tal y como se nos sigue sirviendo en la actualidad litúrgica, reclama revisión piadosa urgente, sobre todo evangélica. La historia, la teología, la pastoral y buena parte de quienes vivieron y heredaron los efectos y consecuencias de la “conquista, evangelización y, en definitiva, del Descubrimiento por antonomasia, están en desacuerdo con que a la Virgen se le siga adscribiendo advocación tan sagrada y universal.  

Los Reyes Católicos
Los Reyes Católicos

“En el mayor y más sobrecogedor acontecimiento que vieron los siglos”, referido a la gesta colombina financiada y patrocinada por los Reyes Católicos y llevada a cabo por los españoles, el ardor evangelizador de la fe no fue ni solo ni fundamentalmente la plena justificación de obra de tanta relevancia. El dato de que el papa y sus curiales, obispos, virreyes, “Adelantados”, gobernadores civiles y demás recua humana y divina, habrían de ser y de ejercer de administradores de los bienes del Nuevo Mundo, hasta despojar de todos ellos -y a ellos mismos- a sus legítimos poseedores, haciéndolo además “en el nombre del único y verdadero Dios” que era y sigue siendo el “cristiano”, difícilmente podría ser argumento convincente para propios y extraños, unos y otros  dotados de inteligencia.

Con el corazón abierto

Y en este apasionante contexto hispanoamericano llegó a mis manos el libro titulado Vivir a corazón abierto -memorias de un sembrador, del que es su autor Fray Manuel Uña Fernández, de la Orden de los Predicadores, que se presenta con estas humildes palabras: “Renacer, reavivar son dos verbos que han estado presentes en mi vida desde  mi Tardemézar natal y en los diferentes destinos a los que he sido enviado, como Granada, Almería, Candelaria (Tenerife), Córdoba, Sevilla, La Habana-Cuba…”.

El libro, editado por “Doce Calles”, con sus 182 páginas, y la ayuda y protección de la Diputación Provincial de Zamora, merece ser leído y releído, en función de la necesidad que padece la formación-información religiosa, tanto española como hispanoamericana.

Además de la exposición de su vida en la pluralidad de sus capítulos, las aportaciones históricas y personales resultan ser muy valiosas y estimables. “La Orden de Predicadores y su mirada al Nuevo Mundo” (pp. 143 y ss.) ilustra con puntualidad y acierto acerca de la llegada de un primer grupo de dominicos a América, valiéndose del texto de uno de sus testigos: “en el año de mil y quinientos y diez, por el mes de septiembre trujo la divina providencia la orden de Santo Domingo. El movedor primero y a quien Dios inspiró divinamente la pasada de la orden acá, fue Fray Domingo de Mendoza y para su santo propósito halló a la mano a un religioso llamado el padre  fray Pedro de Córdoba”.

Religiosos dominicos en la Nueva España
Religiosos dominicos en la Nueva España

Es justo reseñar que, en términos generales, los dominicos que llegaron y actuaron en los tiempos primeros, lo hicieron desvestidos de ornamentos y procedimientos "inquisitoriales”, sino al modo como lo hicieran el padre Antonio Montesinos, increpando a los “conquistadores” con reprensiones severas como la de “¿con qué derecho tratáis así a los indígenas, es que estos no son hombres?”. Fray Bartolomé de las Casas se comportaría de idéntica y condenatoria manera, solo equipados con el Evangelio, y tantas veces en contra de Virreyes y “Adelantados”, al dictado y con la confianza de cánones y leyes aprobadas en las Cortes de Castilla. (Por cierto, ¿para cuando la canonización de estos frailes y de otros no “oficiales”?

Fray Manuel Uña, el autor del libro, en la última página, nos regala, estos versos, con permiso y las bendiciones de Mons. Pedro Casaldáliga: “Es tarde/pero es nuestra hora./Es tarde/pero es todo el tiempo/ que tenemos a mano/ para hacer el futuro./Es tarde/,pero somos nosotros/ esta hora tardía./Es tarde,/ pero es, / si insistimos un poco”/,  madrugada”.

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