El Papa Francisco define como “un genocidio virósico” cuando se pone la economía por encima de la vida de la gente Bolsonaro, ¿un genocida virósico?

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Lo triste para el Papa Francisco, y él lo define como “un genocidio virósico”, es cuando se opta por la economía y no por defender la vida, pues según él, eso “llevaría a la muerte a muchísima gente

El presidente del episcopado brasileño ha dejado claro que “rechazamos, criticamos enérgicamente, a las autoridades del ejecutivo nacional cuando minimizan lo que se debe hacer de manera responsable por todos nosotros"

Según Afonso Barroso, el presidente brasileño es alguien “astuto como el diablo. Nada ingenuo, muy al contrario, es frío, calculador, zorro electoralista”

La cuestión fundamental está en qué es lo que ponemos primero, la vida de todos o la economía de algunos. De la respuesta depende como nos vean los otros, inclusive que podamos ser llamados genocidas virósicos

Francisco 27 de marzo
Muchos gobernantes han reaccionado tarde ante la llegada del coronavirus. Después, la mayoría forzados por las terribles consecuencias de sus errores, han ido intentando, no siempre lo han conseguido, enfrentar las devastadoras consecuencias de la pandemia. Si hay alguien que no sólo no se ha esforzado, sino que se ha empeñado en menospreciar las consecuencias del virus y llevar la contraria a todo mundo, ese ha sido el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

En una carta enviada el pasado 28 de marzo al Presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales, Dr. Roberto Andrés Gallardo, el Papa Francisco, mostraba su preocupación ante “el crecimiento, en progresión geométrica , de la pandemia”. En esas circunstancias, el Santo Padre ensalzaba “la reacción de tantas personas, médicos, enfermeras, enfermeros, voluntarios, religiosos, sacerdotes, arriesgan su vida para sanar y defender a la gente sana del contagio”.

El Papa Francisco, en sus palabras, reconocía que “algunos gobiernos han tomado medidas ejemplares con prioridades bien señaladas para defender a la población”, algo que él entiende que a mucha gente no le cae muy bien en los primeros momentos, pero que después entiende, pues “a la larga, la mayoría de la gente las acepta y se mueve con una actitud positiva”. El obispo de Roma lo tiene claro, “primero la gente”, aunque eso tenga una clara consecuencia, “un descalabro económico”.

Lo triste para el Papa Francisco, y él lo define como “un genocidio virósico”, es cuando se opta por lo contrario, pues según él, eso “llevaría a la muerte a muchísima gente”. Esa es la postura defendida hasta el día de hoy por el presidente brasileño, aunque también hay que decir que ha encontrado la fuerte oposición de la práctica totalidad de los gobernadores de los estados, de la gran mayoría de los alcaldes y de los obispos, que sin nombrarle han hablado alto y claro.

Monseñor Leonardo Ulrich Steiner, Arzobispo de Manaos

En una reciente entrevista, el arzobispo de Manaos, después de aprobar que “los gobernadores y alcaldes, conscientes de la pandemia, guiaron a la sociedad a quedarse en casa”, señalaba que “lamentablemente, tenemos autoridades que subestiman la seriedad del momento”, afirmando que desde su punto de vista, “los pobres, los ciudadanos debilitados, no cuentan”, enfatizando que estos gobernantes, “se sienten tan seguros que desafían a la inteligencia humana y al sentido común”, que invitan a cuidar la vida. Son políticos que, según Monseñor Leonardo Steiner, ponen la economía como algo mayor, lo que llevaba a preguntarse: “¿La economía existe para el hombre o es el hombre quien debe servir a la economía?”.

En la misma línea se había pronunciado el Presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil y arzobispo de Belo Horizonte, quien en una homilía, el 25 de marzo, decía que “rechazamos, criticamos enérgicamente, a las autoridades del ejecutivo nacional cuando minimizan lo que se debe hacer de manera responsable por todos nosotros. La pandemia COVID-19, y muchas otras pandemias, ahora no se pueden agravar cada vez más con pandemias de irresponsabilidad, inconsecuencias y falta de sentido humanista y respetuoso hacia la dignidad de la persona humana”.

Sus palabras son consecuencia de las actitudes de un presidente empeñado en llevar a cabo lo que muchos definen como un show de los horrores, calificando el coronavirus como una gripecita o un resfriadito, promulgando decretos para dificultar las medidas de los gobernadores y alcaldes, o para reabrir las iglesias como bienes de interés esencial. También saliendo a la calle a saludar a la gente y hablar con ellos, existiendo la sospecha, que él nunca ha demostrado lo contrario, pues no ha querido mostrar el resultado de sus exámenes. Lo que se sabe es que buena parte de su comitiva a los Estados Unidos a principio de mes, han dado positivo.

Bolsonaro en Ceilândia

Lo mismo se puede decir de su apoyo a las carreatas en las que empresarios y comerciantes piden la reabertura de sus negocios, aunque en sus convocatorias dejen claro que nadie debe salir de sus coches, lo que pone en duda que ellos quieran salir a trabajar y reafirma que quieren que sus empleados sean obligados a hacerlo, de su campaña institucional, prohibida por la justicia, para volver al trabajo. En la misma linea está su tentativa para que el ministro de sanidad, Luiz Henrique Mandetta, considerado por la mayoría como el único con cierta sensatez entre los miembros del gobierno, sea entrevistado, pues su postura es a favor del aislamiento. En las últimas horas se ve como la mayoría de los miembros del gobierno, inclusive aquellos que habían seguido sus consignas en todo momento, le están dando la espalda.

Todo eso, y mucho más, pues se necesitarían muchas páginas para narrar sus hazañas en las últimas semanas, es lo que nos puede llevar a preguntarnos si Bolsonaro puede ser considerado como un genocida virósico. En su columna en Dom Total de este lunes, 30 de marzo, Afonso Barroso, definía al presidente brasileño como alguien “astuto como el diablo. Nada ingenuo, muy al contrario, es frío, calculador, zorro electoralista”. Según el periodista brasileño, lo que pretende es “mantener la confianza y la fidelidad ciega de sus seguidores, que suman nada menos que 30 por ciento del electorado”. Llega a afirmar que “el presidente sabe que las muertes de la gente no quitan votos tanto cuanto la muerte de la economía”, un análisis que vendría a reforzar la visión del Papa Francisco.

Según Barroso, Bolsonaro piensa que “es necesario mantener las actividades productivas al contrario de cerrar el comercio e inhibir la circulación de mercancías, lo que resultará en un caos económico y desempleo en masa”. De hecho, el presidente piensa que “los riesgos de morir por el Covid-19 está restringidos a los ancianos, gran parte de ellas no más obligados a votar. Los jóvenes, al contrario, él garantiza, son inmunes a los efectos del virus y seguirán firmes y fuertes, preparados para confirmar su nombre y número en las próximas elecciones presidenciales. Lo que no puede es dejar que ocurra una recesión brutal, lo que resultará en la pérdida de su popularidad y, en consecuencia, de los votos que considera conquistados como candidato en 2022”.

Favelas

Este análisis se desvanece cuando uno ve que en Brasil, entre los fallecidos, hay un buen número de personas que no han llegado a los 50. Sin ir más lejos, en el estado de Amazonas, donde vivo, hay oficialmente dos muertos, uno con 49 y otro con 43. ¿Cómo el presidente va a poder continuar sosteniendo su argumento que dice que lo que el joven tiene que hacer es trabajar, producir, hacer que la economía gire y garantizar su empleo?

En su misiva a Roberto Andrés Gallardo, el Papa Francisco dice ser consciente de las consecuencias económicas que se avecinan y que para eso ya se ha reunido con el Dicasterio del desarrollo humano integral, “para reflexionar sobre el ahora y sobre el después”, pues el Santo Padre considera que “prepararnos para el después es importante”. Él se preocupa con el “hambre, sobre todo para las personas sin trabajo fijo (changas, etc), violencia, la aparición de los usureros, (que son la verdadera peste del futuro social, delincuentes deshumanizados), etc”, una preocupación que comparten muchos gobiernos en todo el mundo.

No se trata de una cosa u otra, sino de primero una cosa y después otra. La cuestión fundamental está en qué es lo que ponemos primero, la vida de todos o la economía de algunos. De la respuesta depende como nos vean los otros, inclusive que podamos ser llamados genocidas virósicos. Vivimos un tiempo de gran incertidumbre, los que somos cristianos podemos decir que esta cuaresma va a ser larga, pero al mismo tiempo que tenemos esperanza en que un día vamos a poder celebrar la Pascua, la fiesta de la vida para todos. Ella va a llegar más pronto si conseguimos vivir la solidaridad, la práctica de la caridad, que no olvidemos es una práctica necesaria para quien quiere vivir una buena cuaresma.

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