Encuentro de Amerindia reflexiona sobre la desigualdad social en América Latina y el Caribe Elio Gasda: “los ideales de igualdad y fraternidad son incompatibles con el capitalismo”
“Hoy la acción profética es buscar caminos para entender lo que la pandemia está diciéndonos”
Estamos ante una crisis ecológica, de reproducción y de cuidados, lo que se pone de manifiesto en la imposibilidad de la mayoría de la población de satisfacer las necesidades vitales
“Las ideologías son muy poderosas y juegan un papel central en la perpetuación de las desigualdades”
Muy poquita gente se está quedando con el Planeta mientras lo destruye, frente a la gran totalidad de la humanidad que no tiene lugar
“Las ideologías son muy poderosas y juegan un papel central en la perpetuación de las desigualdades”
Muy poquita gente se está quedando con el Planeta mientras lo destruye, frente a la gran totalidad de la humanidad que no tiene lugar
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
A partir de una visión bíblica, Orofino reflexionaba sobre la recuperación actual de la vocación profética, algo que considera la principal lucha del Papa Francisco para la Iglesia católica En esa propuesta del Papa están presentes la fraternidad (Fratelli Tutti) y la ecología (Laudato Si´), en opinión del biblista brasileño. Partiendo del libro del Éxodo, concretamente de Ex 3,7, afirmaba que es necesario estar atento al grito, pues “todo profeta o profetisa es una respuesta de Dios al grito de alguien”. En ese versículo, destacaba los verbos presentes: ver, ver, oír, conocer, bajar, libertar, elevar. Desde ahí hacía un análisis de lo que significan hoy esos verbos.
La pregunta que planteaba Orofino era: ¿Quién está gritando hoy? La respuesta a esta pregunta ha ido evolucionando en los últimos años, pues se comenzó pensando que eran los pobres quienes gritaban, algo que cambia en el Documento de Aparecida, que nos muestra que son los excluidos, los mendigos, los descartados, los caídos, los que gritan. Hoy quien grita, como nos hace ver el Papa Francisco en Laudato Si, es el Planeta, algo que ha quedado todavía más claro con la pandemia y que reclama propuestas concretas para responder a ese grito. Por eso, afirmaba que “hoy la acción profética es buscar caminos para entender lo que la pandemia está diciéndonos”.
Finalmente, a partir de un análisis del segundo capítulo de Fratelli Tutti, reflexionaba sobre los personajes que aparecen en la parábola del buen samaritano, preguntándose ¿Quiénes son hoy los asaltantes? ¿Quién está caído en la orilla del camino? ¿Quiénes son los indiferentes como el sacerdote y el levita? ¿Quién se pone al servicio de los pobres y de los caídos como el samaritano? En su reflexión destacaba la opción que el Papa Francisco hizo desde el principio de su pontificado por los refugiados, algo que mostró en su viaje a Lampedusa, el primero de su pontificado, o a Lesbos, donde se llevó con él a una familia de refugiados para el Vaticano.
La desigualdad social en América Latina y la crisis de los cuidados fue el tema presentado por Evelyn Martínez, que denunciaba la crisis de sostenibilidad presente en nuestra sociedad actual, basada en la idea del progreso moderno colonial. Frente a ello, proponía la alternativa de la economía del cuidado y la economía solidaria. En opinión de la joven salvadoreña, estamos ante una crisis ecológica, de reproducción y de cuidados, lo que se pone de manifiesto en la imposibilidad de la mayoría de la población de satisfacer las necesidades vitales (fisiológicas, del cuidado y de la protección) que sostienen el ciclo natural de la vida humana. Esto provoca el deterioro de las condiciones que permiten el cuidado de la vida, ecosistemas y ciclos naturales, recursos y ética del cuidado.
Evelyn Martínez comparaba la economía actual a un iceberg, una imagen muy presente en la sociedad latinoamericana, donde la parte invisible de la economía, los trabajos no remunerados, son claramente mayores que la parte visible. Ella hablaba de un mundo dual, donde existe un sujeto universal, masculino, propietario, blanco, letrado, padre, heterosexual, que ocupa la esfera pública y el espacio político, y un sujeto minoritario, femenino, propio de las sexualidades no normativas, negros, indígenas, que ocupan la esfera privada e íntima y el espacio doméstico. Junto con eso, estamos dentro de un sistema económico en el que el trabajo está distribuido de manera desigual, distinguiendo entre la economía productiva y la economía de los cuidados, que se preocupa por la sostenibilidad de la vida.
Desde ahí, Evelyn Martínez hacía una crítica de lo que llamaba el homos economicus, fundamentado en la teoría económica ortodoxo, que separó lo privado de lo público, en la racionalidad instrumental, en un sujeto económico homogéneo, ahistórico, individualista, maximizador, interesado, egoísta, competitivo y desconectado de la comunidad, que no reconoce la reciprocidad, la solidaridad y el cuidado. Ese modelo puede ser reconocido en la mayoría de los billonarios que dominan el mundo, que comandan un sistema en el que la acumulación de capital y el crimen se sitúan como forma estructurante de la política y la economía. En esa realidad se hace presente una economía tercerizada, basada en el extractivismo y que provoca alto número de feminicidios. Frente a ella proponía una economía del cuidado, solidaria y feminista.
Debemos ser conscientes que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del sistema”, una frase de Mark Fisher, que servía como punto de partida de la reflexión de Elio Gasda, quien analizaba la realidad social que nos interpela, basada en la desigualdad social. Esa desigualdad forma parte del sistema y ha aumentado durante la pandemia, siendo señales de eso la devastación de la Amazonía y la destrucción del trabajo, lo que hace explotar la miseria en las periferias. En opinión del jesuita, “el capitalismo no descansa, impulsado por el capital financiero, su objetivo es ganar más dinero y acumular en pocas manos”.
El capitalismo creó sus narrativas para legitimar la desigualdad, afirmaba Gasda, que es ideológica y política. Según él, “las ideologías son muy poderosas y juegan un papel central en la perpetuación de las desigualdades”. Por eso, dice que “los ideales de igualdad y fraternidad son incompatibles con el capitalismo”, que nunca buscó “el bien común, la lucha contra la pobreza o la democracia”. Es por eso que Papa Francisco dice que este sistema no se sostiene, afirmando en Evangelii Gaudium que “se ha establecido una nueva tiranía invisible... Los intereses del mercado divinizado se transforman en una regla absoluta”.
Estamos ante un capitalismo de extremos, en que “los gobiernos han sido regalados a los mercados controlados por poderosas corporaciones”, afirma el jesuita. Esto se traduce en la mercantilización extrema de todo: salud, educación, agua, saneamiento, religión. Junto con eso, nos deparamos con una concentración extrema de riqueza, que aumenta la desigualdad, todavía más con el Covid-19, y un sistema que se esfuerza por ofrecer altos rendimientos inmediatos a los más ricos. En ese sentido, Gasda sostiene que “los ganadores de la era post-pandemia serán las grandes corporaciones y sus accionistas. Los de siempre. No habrá nuevo normal”.
A eso se une la pérdida de los derechos laborales y de seguridad social, algo evidente en América Latina, pues en el capitalismo, el trabajo es una mercancía y con la pandemia de han reducido aún más las condiciones laborales, ha aumentado el desempleo, la precariedad y el empobrecimiento. También se ha acelerado, según Gasda, la transición a nuevos sistemas basados en infraestructura de tecnología digital. Otro elemento a tener en cuenta es la corrupción, que está en la base del capitalismo, que somete “la política a las finanzas”, como afirma Laudato Si´. Para el jesuita, “la corrupción es un fenómeno intrínseco a cualquier sistema apoyado por la acumulación de riqueza”, llegando a afirmar que “el Poder Judicial es la superestructura que legitima el sistema”, pues “la ley es interpretada y aplicada por los ricos”.
Esta desigualdad es creciente, expansiva, y va ocupando lugares insospechados, según Raúl Aramendy. En su opinión, hace años teníamos poca capacidad de entender cómo funcionaba la sociedad, algo en lo que se ha ido avanzando. En ese mayor conocimiento ha tenido un papel destacado, según el investigador social argentino, la revolución quántica, que ha supuesto un salto de paradigmas sobre cómo funciona la vida y qué pasa con nosotros inmersos en esa vida.
En su opinión, muy poquita gente se está quedando con el Planeta mientras lo destruye, frente a la gran totalidad de la humanidad que no tiene lugar. El escritor argentino hablaba de cuatro jinetes del Apocalipsis que vienen arrasando con todo: el neoliberalismo globalizado, la matriz energética, la salud y el cambio climático. Nos encontramos dentro de un sistema que no puede administrar la desigualdad y la destrucción de la naturaleza, que nos está llevando a vivir una vida lo más digitaliza posible y a un crecimiento del fascismo entre la población, afirmando que no es casualidad la presencia de Trump, Bolsonaro y muchos otros.
Ante esta realidad llamaba a enfrentar estos cuatro jinetes desde la esperanza, que debe llevar a ser sal en el mundo como cristianos. Para eso propone aprender a pensar y actuar sistémicamente, incorporar el pensamiento holístico, entender que el todo es más que la suma de las partes y que el todo está en cada una de las partes, a hacer realidad una red de redes, considerando la organización en red como instrumento fundamental en la transformación del mundo.