Postura alternativa a la del Estado que legisla sobre la base de una cultura de la muerte Superar la violencia y construir la cultura de la paz, una urgencia para la Iglesia de Manaos
En la última Asamblea Pastoral Archidiocesana, colocó la superación de la violencia como una de sus prioridades
Se reconocía que estamos en una Iglesia muy centrada en el plano moral y ético, pero sin referencia a Jesús
La religión, apoyada por el principio de Dios por encima de todo, uno de los lemas del actual gobierno, se ha convertido en un legitimador de los sistemas opresivos
Hemos perdido el sentido de la trascendencia humana, hablamos de figuras de Dios, pero no de Dios
La religión, apoyada por el principio de Dios por encima de todo, uno de los lemas del actual gobierno, se ha convertido en un legitimador de los sistemas opresivos
Hemos perdido el sentido de la trascendencia humana, hablamos de figuras de Dios, pero no de Dios
En la archidiócesis, que, en la última Asamblea Pastoral Archidiocesana, colocó la superación de la violencia como una de sus prioridades, se reflexionó en la última reunión del clero sobre la realidad de la violencia y cómo afecta a la vida de las comunidades. De hecho, uno no puede pensar que la violencia es algo que está afuera. Lo que sucede afuera, la competencia, el maltrato, la violencia, las palabras agresivas, sucede en las comunidades, una situación grave, porque el mundo necesita un testimonio que nuestras comunidades no están dando, algo que fue dicho en el encuentro. Por lo tanto, es necesario promover la dignidad, la comunión fraterna, el respeto por cada persona. Todo esto no puede verse como una utopía, sino como la recuperación de los orígenes del cristianismo, narrados en los Hechos de los Apóstoles.
Desde la archidiócesis de Manaos, se afirma que es necesario buscar alianzas que ayuden en la organización de la sociedad civil, incluidos aquellos que ocupan cargos públicos (concejales, diputados, jueces ...), conscientes de que tienen una voz importante en la elaboración de las leyes que deciden cambios en la sociedad. Es necesario un cambio personal, comunitario y social, frente a una realidad donde el discurso a favor de la violencia está cada vez más presente, convirtiéndose en un problema estructural, que fomenta métodos que inducen a la violencia. Esto exige no tener miedo de recuperar al Jesús histórico, que mostró actitudes de resistencia al poder de Roma y al poder religioso. Ese poder hoy, en la práctica, a menudo está en manos de grupos de exterminio, las facciones que controlan todo, incluido lo que sucede en las cárceles. Estos grupos están cada vez más estructurados y controlados, determinando la vida en muchas ciudades, especialmente en las periferias.
Ante la crisis social, marcada por la violencia, es necesario, como Iglesia, mirar más de cerca el rostro de Jesús. Se reconocía que estamos en una Iglesia muy centrada en el plano moral y ético, pero sin referencia a Jesús. Esto se traduce en una espiritualidad del Jesús triunfante y victorioso, sin darse cuenta de lo que lo llevó a ello. El problema es la falta de conocimiento de Jesús, quien actuó en una realidad injusta. Comprender que el primer valor es la vida y que debemos ser portadores de esa vida, tener el amor como base y no los principios éticos.
La reflexión de la Iglesia debe ser consciente de que los sistemas opresivos tienen una teología que los legitima. Hoy, en Brasil, la religión, apoyada por el principio de Dios por encima de todo, uno de los lemas del actual gobierno, se ha convertido en un legitimador de los sistemas opresivos, generando un discurso de que todo está bien. Entre el clero en Manaos, ante esta situación, surgió la pregunta sobre cómo usar las homilías, las redes sociales, para mostrar una postura diferente. Más aún frente a un Estado que legisla sobre la base de una cultura de la muerte.
La violencia es una realidad que afecta a todos, "no es una cuestión de lado, es una cuestión de vida", según Monseñor Leonardo Steiner, arzobispo local. Se preguntaba cómo encontrar diferentes propuestas frente a la influencia de los medios, que ya no son capaces de resaltar la belleza de la vida, sino la violencia. Esta violencia es más evidente en la periferia, que es la que más sufre las consecuencias de esta realidad. En vista de esto, delante de gran parte del clero de la archidiócesis, hizo un llamamiento y dijo que "no debemos perder las periferias".
Tampoco la educación universitaria, haciendo un llamado como archidiócesis a estar presentes para ayudar a la sociedad a reflexionar. Esta reflexión debe partir del hecho de que hemos perdido el sentido de la trascendencia humana, hablamos de figuras de Dios, pero no de Dios, según Monseñor Leonardo. Esto debería conducir a una reflexión que ayude a descubrir, con la ayuda de personas de confianza, las raíces de la violencia, histórica, sociológica y psicológicamente. Todo esto desde una perspectiva a largo plazo, ya que la violencia nos exige mucho y requerirá plantar una semilla, dar pequeños pasos, saber de dónde y a dónde vamos, enfatizó el arzobispo, quien insistió en que todo esto necesita participación y entender que el Evangelio es más que moral.