Vida... Bienaventurados
A veces nos empecinamos en vivir tal cual nos está ofreciendo la sociedad de consumo, y esta sociedad de consumo no es la auténtica sociedad que esperamos o deseamos, porque lo que ofrece es el alimento del “éxito en la vida”, y estaría bien si no es porque si no obtienes ese éxito no vales nada, aquí radica el problema, en que la vida no es fácil para todo el mundo, es más, para muchos se hace difícil y complicada y no por eso pierde la dignidad de ser humano o la alegría de vivir.
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
El evangelio de este domingo, festividad de todos los santos, nos invita a la alegría; y lo hace porque la alegría es un aspecto importante en nuestra vida, gracias a esa alegría vivimos con impulso renovado muchos de los acontecimientos que nos toca vivir. Es verdad que la vida está marcada en muchas ocasiones por problemas que nos minan por dentro y no nos dejan ser lo que realmente somos, problemas que nos hacen sufrir y ponen barrera a la felicidad; pero pese a todo el ser humano tiene el deseo de experimentar la felicidad interior. Cuando conseguimos, a pesar del dolor y dificultades, experimentar un poquito de esa felicidad interior, significa que hemos asumido con “elegancia” el difícil arte de vivir, como dice un autor que leí hace un tiempo.
A veces nos empecinamos en vivir tal cual nos está ofreciendo la sociedad de consumo, y esta sociedad de consumo no es la auténtica sociedad que esperamos o deseamos, porque lo que ofrece es el alimento del “éxito en la vida”, y estaría bien si no es porque si no obtienes ese éxito no vales nada, aquí radica el problema, en que la vida no es fácil para todo el mundo, es más, para muchos se hace difícil y complicada y no por eso pierde la dignidad de ser humano o la alegría de vivir.
Las bienaventuranzas de las que habla el Evangelio de Mateo 5, 1-12ª, nos están rompiendo los esquemas de lo que solemos escuchar como “bombardeo” en todo lo que nos rodea. Nos plantea una manera de mirar y vivir la vida muy distintos. La confianza ha de estar por encima de todo y a pesar de cualquier momento de dificultad hemos de saber mirar con esa confianza porque somos hijos y somos amados por Dios. A veces nos sentimos presionados, pero… no ahogados, perseguidos… pero no alcanzados… nuestra mirada ha de ser distinta, hemos de mirar con más sencillez, más acogida, más amor, en definitiva. Jesús nos dijo que seríamos consolados y saciados en nuestras necesidades y por encima de todo que alcanzaríamos misericordia.
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”