Nuevos medios... Fracaso y colaboración
Y cada persona reaccionamos de modo diferente ante experiencia que nos suele llenar de dolor y tristeza. Aunque un fracaso suele superarse con un éxito, la herida que ha producido no se cicatrizará fácilmente y puede quedarnos en el corazón para siempre, aunque desde la fe también el fracaso se entiende como un querer de Dios que ofrece el bien a todos en todo momento.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
¿Hay alguien que pueda afirmar que en su vida no conoce el fracaso? Todos hemos experimentado, aunque sea en distintas facetas, lo que es el fracaso, cuanto duele en el alma ver cómo aquello que se ha deseado como un bien para uno mismo o para los demás queda sin posibilidad de realizarse.
Un fracaso puede deberse a múltiples motivos, quizás estuvo mal planteado desde el inicio aquello que se pretendía alcanzar, quizás hubo excesiva prisa para lograr la meta propuesta, pero la realidad es que lo deseado el fin que se buscaba, queda como algo que no se podrá cumplir ahora, o quizás nunca.
Y cada persona reaccionamos de modo diferente ante experiencia que nos suele llenar de dolor y tristeza. Aunque un fracaso suele superarse con un éxito, la herida que ha producido no se cicatrizará fácilmente y puede quedarnos en el corazón para siempre, aunque desde la fe también el fracaso se entiende como un querer de Dios que ofrece el bien a todos en todo momento.
Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, no todos los que escucharon las predicaciones de San Pablo aceptaron sus palabras, los judíos, los atenienses, algunos corintios y seguramente otros de los distintos pueblos donde él predicó no solo no aceptaron sus palabras, sino que se escandalizaron de ellas.
Sin embargo, San Pablo contó en sus viajes apostólicos con compañeros que le apoyaron, le ayudaron, le ofrecieron su colaboración, y con ellos encontró el ánimo necesario para seguir la misión que el Señor le había confiado, y dejando aparte a los judíos, se dedicó a evangelizar a los gentiles.
Aunque hayamos experimentado momentos de fracaso, seguro que el Señor ha enviado a nuestro lado quienes nos apoyan, nos animan y colaboran con ayudándonos a encontrar quizás nuevas formas, nuevos lugares, nuevos medios para que la misión de anunciar a Jesucristo pueda ser generadora de ánimos nuevos y dejando lo que no fue bien, hallemos los medios adecuados para que el mensaje de Jesús pueda ser comprendido por muchos.