Retos y riesgos... Tiempo nuevo
Las consecuencias son aun imprecisas, aunque ya se dibuja un cuadro de pobreza en su más diversas formas y que afectará a muchas personas, quizás también de modos desconocidos hasta ahora.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Alguien quizás pensaba que ya había visto muchas cosas, que pocas novedades le iba a ofrecer la vida y la sociedad, y resulta que de repente, de un modo totalmente impensado: estamos ante algo nuevo, distinto, impensado.
Las ciudades, los pueblos, han tenido que parar su activad hasta ahora normal, las personas cerradas en sus casas, evitando al máximo las salidas a causa de la edad o de las limitaciones. ¿Lo habíamos imaginado antes?
Un virus nos ha detenido y nos ha convertido en ciudadanos cumplidores de normas y decretos, cuando algunos quizás pensaban que la sociedad nunca iba a responder de ese modo a las órdenes dictadas por los gobiernos.
Las consecuencias son aun imprecisas, aunque ya se dibuja un cuadro de pobreza en su más diversas formas y que afectará a muchas personas, quizás también de modos desconocidos hasta ahora.
Decimos que el mundo habrá cambiado después de esta pandemia, y es cierto, pero el cambio solo será verdadero si intentamos ser capaces de modificar la vida de cada uno. Si cuando se levante el confinamiento retomamos toda vida sin mayor reflexión poco cambio se logrará hacia un mundo más justo y más humano y quizás al contrario avanzaremos hacia una sociedad con mayores diferencias, con problemas más graves, con ricos más ricos y pobres más pobres.
El riesgo es importante y el reto es grave. La oración ha de iluminar nuestro caminar, ha de fortalecer los pasos de todos, nos ha de ayudar a avanzar hacia este mundo nuevo que quizás se hará presente entre las consecuencias del virus.
La Resurrección del Señor, que celebramos en este tiempo de Pascua, nos ha de conducir hacia este mundo nuevo que quizás ahora hemos vislumbrado.