Vida espiritual... La fuerza de la oración
Pero, la oración no es una buena práctica para conseguir un poco de paz en el corazón, ni un medio devoto para obtener de Dios lo que nos sirve, como dice el papa Francisco. La oración es la comunicación que hablaba al principio para poner nuestras preocupaciones en el corazón de Dios.
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
El ser humano necesita comunicarse, expresarse, hablar, en definitiva, tener relación con el otro. Y todo ello no es únicamente en el aspecto social, sino que en la vida familiar es igual y por supuesto no podemos olvidar nuestra vida espiritual, el ser humano no puede prescindir de su vida interior, de lo que siente, de lo que busca y anhela.
Uno de los pasos que llena esta vida interior y espiritual es la oración, esa comunicación con Dios, esa necesidad del ser humano por sentirse escuchado y querido. Pero, la oración no es una buena práctica para conseguir un poco de paz en el corazón, ni un medio devoto para obtener de Dios lo que nos sirve, como dice el papa Francisco. La oración es la comunicación que hablaba al principio para poner nuestras preocupaciones en el corazón de Dios, es algo mucho más simple, es presentar a Dios lo que somos, lo que nos preocupa, lo que nos hace sufrir o lo que nos hace gozar. La oración es, simplemente, una mirada… una mirada de Dios hacia el hombre y del hombre hacia Dios, es confianza, pero también es un don…; decía el padre Pío que es “la mejor arma que tenemos, una llave que abre el corazón de Dios”.
Pues confiemos en este camino, cojamos la “llave” para abrir el corazón de Dios, para expresarle lo que llevamos en nuestro interior. Compartidas las penas son menos, suele decir el refrán, pues espiritualmente, cuando oramos desde la verdad, desde el corazón, sentimos comprensión y escucha. Afrontar las situaciones adversas con el corazón en paz da más fuerza para encarar lo que nos toca vivir.