Doce víctimas solo en el último año La Iglesia defiende a mujeres acusadas de brujería en Papúa Nueva Guinea
La creencia en la brujería sigue generando actos de violencia e incluso el asesinato de personas, en su mayoría mujeres, acusadas de maldecir a alguien de la comunidad
"A menudo las familias permanecen en silencio por temor a represalias", informa una religiosa que trabaja en un proyecto de defensa de las víctimas de esta acusación
La hermana Jenal organizó una marcha con los fieles locales, con cantos y oraciones, al lugar donde tres mujeres fueron torturadas
La hermana Jenal organizó una marcha con los fieles locales, con cantos y oraciones, al lugar donde tres mujeres fueron torturadas
(Vatican News).- La "caza de brujas" no es, por desgracia, algo que pertenezca sólo al pasado, sino que es un fenómeno todavía presente y que se extiende en algunas zonas de la gran isla de Nueva Guinea, en el Océano Pacífico. La creencia en la brujería genera actos de violencia e incluso el asesinato de personas, en su mayoría mujeres, acusadas de maldecir a alguien de la comunidad.
El caso más reciente de tres mujeres torturadas y salvadas durante un corto período de tiempo en el distrito de Mendi, capital de la provincia de Southern Highlands, con la acusación de "sanguma" (brujería en el idioma local) ha hecho saltar la alarma contra una práctica que en la provincia de Southern Highlands ha hecho que 12 víctimas y 76 mujeres fueran acusadas, golpeadas y escaparan de un linchamiento en el último año. "Las tres mujeres se están recuperando de la tortura física, pero el trauma que han sufrido está lejos de ser curado", explica a L'Osservatore Romano la hermana Lorena Jenal, una misionera franciscana suiza, que se encarga de acoger y proteger a las mujeres acusadas de brujería desde hace más de treinta años.
"Las tres mujeres se están recuperando de la tortura física, pero el trauma que han sufrido está lejos de ser curado", explica a L'Osservatore Romano la hermana Lorena Jenal, una misionera franciscana suiza
Las iniciativas de las religiosas para proteger a las mujeres
"Muchas mujeres han sido torturadas y asesinadas en pueblos remotos de la provincia, pero a menudo las familias permanecen en silencio por temor a represalias", informa la monja al periódico del Vaticano. Se debe hacer más, añade, contando el tenaz compromiso de su comunidad. Las monjas organizan casas seguras para albergar a las madres y mujeres que han huido de la intimidación y las palizas. "Es el deber moral de todos proteger a sus madres y hermanas y luchar contra los problemas y las supersticiones vinculadas a la brujería", dijo de nuevo la hermana Jenal, anunciando la próxima apertura de una "Casa de la Esperanza", dedicada a las víctimas de la violencia, donde las mujeres pueden ir, recibiendo atención médica, acogida y protección.
Precisamente con la intención de ofrecer su contribución de manera pacífica, la hermana Jenal organizó una marcha con los fieles locales, con cantos y oraciones, al lugar donde las tres mujeres fueron torturadas, con la intención de "ofrecer la paz y el perdón que el Señor resucitado dio a sus discípulos", y lanzar un sincero llamamiento para "poner fin a las acusaciones de brujería y violencia de todo tipo". Monseñor Donald Francis Lippert, fraile capuchino al frente de la diócesis de Mendi, ante las dificultades o la indiferencia de las instituciones ante el fenómeno, señala que la fe católica puede ser la respuesta a esta práctica. "Acompañar a las personas a conocer y tener una relación personal con Cristo", dice, "es la manera de afirmar y promover la dignidad inalienable de la persona humana". Este es el camino, liberador para el corazón humano, para cambiar la actitud de la gente y cambiar su mentalidad, abandonando las creencias mágicas".
Con este espíritu, la Iglesia local vivió el 10 de agosto una jornada especial contra las acusaciones de brujería en la que participaron asociaciones, parroquias, comunidades de fieles, estudiantes, trabajadores sanitarios, grupos de jóvenes, organizaciones de mujeres y funcionarios públicos. El lema de la campaña, que sigue estando muy difundido en las ciudades y pueblos, es "promover la protección de la dignidad de cada persona, especialmente de nuestras madres y hermanas". Monseñor Lippert, dirigiéndose a la comunidad en ese primer día, subrayó la urgencia de poner fin a la impunidad: "Los ataques a las personas sospechosas de practicar la magia negra - dijo - sólo cesarán cuando se detenga y condene a los autores de los ataques". "Continuamos en nuestro compromiso de rezar y actuar juntos para detener la absurda violencia", concluyó el obispo.
El gobierno de Papúa Nueva Guinea todavía no parece tomar en serio este fenómeno. En 2013, tras un escándalo internacional provocado por los asesinatos de mujeres consideradas "brujas", el Parlamento abolió la ley sobre brujería que databa de 1971. Una ley dividió la brujería en "buena" y "mala" y consideró como circunstancia atenuante, en los casos de asesinato, que la persona asesinada fuera sospechosa de ser bruja. Según el misionero católico verbal Franco Zocca, que ha estado en una misión en Papúa y profesor en el instituto melanesio de Goroka, en la lucha contra las creencias y prácticas de la brujería la contribución de la Iglesia - casi dos millones de católicos, alrededor del 27% de la población - es crucial. "La fe en el poder de Jesucristo", subraya el misionero, "es el antídoto más poderoso para contrarrestar las creencias demoníacas", pero también es necesaria "una respuesta nacional".
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