ORAR 1: para qué
ORAR 1: para qué…
En recientes fechas he subido a la red un selecto ramillete de versos con la intención de facilitar el diálogo interior y, acaso también, encender la llama del coloquio íntimo con el Padre de la Vida. Aunque sintamos a veces a Dios como voz muda, invisible presencia, si abrimos bien los ojos y orientamos el corazón, percibiremos con emoción y claridad huellas de su Belleza, de su Sabiduría, de su Bondad, por los más remotos o los más cercanos alrededores de nuestra vida... En el post “Poesía para meditar” facilitábamos quince sugerentes enlaces hacia la Luz y la Alegría, hacia el Amor y el Misterio, hacia la Trascendencia (pulsaraquí).
Quiero cantar a Dios toda mi vida;
mientras exista, salmodiaré para mi Dios.
¡Ojalá que le agraden mis palabras!
Yo encuentro mi alegría sólo en él.
El divino Arquitecto se da a conocer en la sagrada Catedral de la Naturaleza, espejo que refleja y trasluce el misterioso amor de sus creadoras Manos. Biblia verde, donde los adoradores de todas las culturas aprendieron su primer catecismo del Dios bueno, o acaso del Dios terrible. Es inquietante saber que tantos hombres y mujeres de hoy no descubren a Dios ni en la Naturaleza ni en la Escritura; ni en la Biblia del Cosmos ni en la Biblia del Cristo. Tampoco en el Amor, ni en el Dolor, ni en los Testigos. Ni siquiera en la Alegría... A lo mejor se encontrarán con él una noche de ángeles en la mesa camilla de su interior bodega. O en alguno de los humildes milagros –digamos casualidades– que nos suceden casi todos los días...
ESPANTÓ LA MARIPOSA CON LA MANO
A este respecto, me ha llegado por ordenador una bella historia, un hermoso cuento:
Un hombre susurró: "¡Dios, habla conmigo!".
Y un ruiseñor comenzó a cantar.
Pero el hombre no oyó.
Entonces el hombre repitió: "¡Dios, habla conmigo!".
Y el eco de un trueno se oyó.
Más el hombre fue incapaz de oír.
El hombre miró alrededor y dijo: "¡Dios, déjame verte!"
Y una estrella brillo en el cielo.
Pero el hombre no la vio.
El hombre comenzó a gritar: "¡Dios, muéstrame un milagro!"
Y un niño nació.
Mas el hombre no sintió el latir de la vida.
Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:
"Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo..."
Y una mariposa se posó suavemente en su hombro.
El hombre espantó la mariposa con la mano y, desilusionado,
continuó su camino, triste, solo y con miedo.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice la sabiduría popular. Ni peor sordo que el que no quiere oír. Como le sucedía a la gente con los profetas. Les enviaba Dios con mensajes de salvación para todos. Pero solían escurrir el bulto. Así se disculpaban los atenienses al escuchar a Pablo predicando la resurrección de los muertos:
“Sobre esto te escucharemos en otro momento” (He 17,32).
RENDIJA ABIERTA A UNA LUZ INDUDABLE
En la presente selección de Poesía para Orar, los textos, aunque no estén consagrados con el celeste sello de la revelación (como los Salmos bíblicos, el Cantar de los Cantares, Job, los Evangelios...), es probable que el Espíritu de Dios los bendiga, los haga suyos, si facilitan al espiritual lector algo como alas para volar al Padre, fervor íntimo para cantar himnos por los altares del corazón. Veamos un ejemplo actual de poeta-profeta, José Antonio Muñoz Rojas, que asume con resignación el divino encargo de trasmitir la palabra. Su actitud es dubitativa, quejumbrosa. Pero acepta la misión. Leamos algunos párrafos:
ME DICEN QUE OS DIGA...
Soy un poeta que tiene
la voz temblorosa, y no sabe
qué clase de luz se le viene a las manos,
y cómo disponerla, y decirles
a los demás la clase de luz
que se le viene de pronto, sin saberlo, a las manos...
No sé muy bien qué luz sea esta;
no sabría deciros de la voz.
Soy un poeta a quien se le dice.
Escucho. Os hablo. Acaso me entendáis...
Claro que no digo lo que tengo pensado,
porque tampoco lo sé muy bien. Me dicen
que os diga. Nunca dicen:
"Diles algo que entiendan". Simplemente:
"Diles", y a veces solamente
es como un poco de ceniza.
Como una chispa de luz que la ceniza
lleva olvidada, y otras veces
es un derramarse de algo como la tristeza
o la alegría.
No me hagáis responsable.
Más vale que paséis sin parar.
Uno es un poeta que ve de pronto una rendija
abierta a una luz indudable.
Esta actitud de cierta elusión de compromiso profético no es nueva. La Biblia nos presenta dos personajes importantes, Moisés y Jeremías, ofreciendo disculpas a Dios para no asumir la misión (“Te suplico tengas presente que yo nunca he tenido facilidad para hablar”: Ex 4,10. “¡Cómo podría hablar yo, que soy un muchacho! ”: Jer 1,6). Me enredo en estas citas, porque me gustaría dejar claro que Dios quiere comunicarse con el hombre, y lo hace, porque para Dios nada es imposible, a través de un tartamudo (Moisés) y un adulto que se siente niño (Jeremías). Los poemas que componen esta selección no gozan de la Inspiración (con mayúscula) canónica de los textos. Pero imagino que sí que gozan de notable inspiración literaria y humanista. ¿Conocéis un género más adecuado para hablarnos de Oración que la poesía, y, en concreto, la poesía medida rítmicamente? Ya lo hicieron Teresa y Juan de Yepes. Y es curioso: los escasos versos del carmelita, a pesar de la extraordinaria calidad de su abundante prosa, han interesado extraordinariamente a críticos creyentes y estudiosos agnósticos o ateos. En esta antología nos limitamos fundamentalmente a poemas del siglo XX. Aunque recomendamos muy fervorosamente, no faltaría más, el estudio y oración sobre textos de poetas del Siglo de Oro.
SONRÍE CON LOS VERSOS PEQUEÑITOS Y GRISES
Si Moisés y Jeremías eran predicadores menores por sus dificultades en la expresión oral, ¿por qué vamos a ignorar, en esta antología, a poetas menores pero creyentes mayores? Como Muñoz Rojas, cuando describe la vocación primera del poeta, que es Contemplar, llenarse de Dios. Después, sólo después, llegará la expresión al papel, la comunicación escrita: “Tu oficio, poeta, es contemplar, / que todo se te escriba dentro; luego, / quizá leer allí mismo, quizá decir a los otros / lo que allí mismo, escrito, tú lees.”
En simpática réplica al clásico poema de José María Valverde “Oración por nosotros los poetas”, el murciano Enrique García-Máiquez, en su primer poemario “Haz de luz”, incluye los encantadores versos de “Oración por nosotros los poetas menores”. Con talante evangélico muy franciscano le reza a Dios y le habla de poesía, es decir, de gorriones “pequeñitos y grises con los que te piamos...” Lo leemos y disfrutamos:
ORACIÓN POR NOSOTROS LOS POETAS MENORES
¿Qué nos darás, Señor, a los que no tenemos
de recompensa el fruto? Tú sembraste con mimo
en nuestras almas secas esta semilla amarga
que florece en palabras. Nos creaste poetas
sabiendo que era escaso nuestro escaso talento.
Nosotros no enterramos el único talento.
Nosotros trabajamos dejándonos la piel
del orgullo en las cercas de espino que protegen
las lindes del talento. Oh Dios, que no quisiste
que todos fueran águilas ni que todos alondras
e hiciste gorriones, sonríe con los versos
pequeñitos y grises con los que te piamos.
Recuérdanos, a veces, que nos quieres así,
cantando y encantados. Líbranos de la envidia
y enséñanos a verte en las obras de otros.
Y, Padre Nuestro, danos, sin que nos demos cuenta,
la luz de esas verdades que niegas a los sabios.
1. ME GUSTARÍA ORAR (apuntes)
ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un ENLACE
ORAR 1: Para qué…
ORAR 2: La lectura rezada
ORAR 3: Respiración y Orar con el cuerpo
ORAR y4: Oración contemplativa y Orar con psicodrama
2. POESÍA PARA MEDITAR
QUINCE ENCENDIDOS RETABLOS DE ORACIÓN (pulsar aquí).