Versos para orar en la NATURALEZA 1
Hermano sol, hermana luna
Sobre la acelerada degradación del medio ambiente presentaremos el poema “Este último año”, que así comienza: “¿Por qué esta primavera / no florecieron árboles ni arbustos / ni las plantas de flor en sus macetas / de colores inútiles?...” No me resisto a copiaros los versos que José María Valverde escribía para sus hijos hace ya medio siglo: “Hijos míos, las lluvias de este otoño / van a ser, otra vez, dulces y amables. / Pero no os mojéis mucho: nadie sabe / qué pasa con sus átomos heridos. / Por lo visto, la dicha del futuro / en un mundo feliz y libre, ahora / requiere este veneno en vuestra médulas. / Perdonadnos, a mí y a vuestra madre, / que nos quisimos cuando ya empezaban / a ocurrir estas cosas en la tierra.”
DESPLEGUEMOS UN ARCO IRIS DE ESPERANZA. No es mi intención angustiar a nadie presentando un planeta azul cianótico a punto de exterminio. Al contrario: me gustaría desplegar, desde la fe, un arco iris de regeneración y esperanza.
Tres sencillos ejemplos:
· El Poverello de Asís había dado la orden al hermano encargado de la huerta de que no dedicara todo el terreno al cultivo de verduras y hortalizas, sino que reservara parte de él para sembrar hierba y, en su estación, hermanas flores y toda clase de hierbas aromáticas que invitasen a cuantos las contemplaran a la divina alabanza.
· Un fraile descubre unas moras. Afana de las maduras y de las verdes, y se las come. “Hermano, ¿por qué tomas las verdes –le dice fray Buenaventura–, ¿no ves que sufren? ¿Te gustaría cortar a alguien de un tajo a mitad de su vida? Sólo cuando están maduras gustan ofrecerse a nuestro disfrute”.
· Decía en una predicación Albert Schweitzer:
«No pases de largo, inconsciente del pequeño insecto que se debate en el agua y corre peligro de ahogarse. Busca un palito y sácalo del agua, sécale sus alitas y experimenta la maravilla de haber salvado una vida y la felicidad de haber obrado a cargo y en nombre del Todopoderoso. La lombriz perdida en la calle dura y seca, donde no puede hacer su agujero, quítala y ponla en medio de la hierba. ‘Lo que hayáis hecho a uno de estos más pequeños es a mí a quien lo hicisteis’».
FRANCISCO ERA UN POETA GENIAL. Así describe Leonardo Boff al santo de la fraternidad universal: “Francisco era un poeta genial, capaz de sentir el corazón de las cosas, descifrarles el mensaje ontológico y sentir, por connaturalidad, los lazos que nos prenden unos a los otros y al corazón del Padre. No vivió solamente la mística de la filiación divina; descubrió los desdoblamientos de esa verdad teológica. Si somos hijos e hijas, entonces somos hermanos y hermanas.”
LLAMARTE DIOS, SEÑOR, NATURALEZA, COSMOS
Protagoniza nuestro Planeta Tierra el primer poema, de Concha Zardoya. Perdimos memoria de lo que fuimos, de lo que todavía somos: barro, ameba, pez, reptil, primate... Animales, plantas y hombres compartimos, frágiles organismos, el mismo aire que respiramos para sobrevivir. Este poema es una sentida oración al Creador y Conservador del Universo. Sugerencia: quizá con pies descalzos, imaginar que hondas raíces, como de árbol, me vinculan a la tierra. Que respiro aire, como el rosal y el ruiseñor. Que observo la vida con ojos como los del perro, la jirafa o el pez... Pero que sólo por ser hombre o mujer, puedo amar a Dios, agradecerle la hermosura del Cosmos, adorarle por la Grandeza y Perfección de su obra, pedir perdón por tanto abuso y despilfarro de la riqueza común... Y examinarme personalmente sobre cómo trato yo a los seres vivos y a las cosas; soy su hermano, no su depredador...
LA TIERRA ES TUYA
La tierra es tuya, Dios: lo saben nuestros huesos,
lo sabe nuestro polvo –¡oh «polvo enamorado»!–,
lo saben nuestros muertos con las manos cruzadas,
lo saben las raíces de los vetustos árboles.
Y las gracias te damos por dejarnos amarla
–esta roca, este monte, este prado tan verde–,
porque nuestros abuelos ya trazaron los surcos
y sembraron el trigo de este pan que comemos.
Llamarte Dios, Señor, Naturaleza, Cosmos,
es sólo una manera de nombrar la Belleza
que transluce esta tierra, con gozo reverente.
Con el sol en las sienes, con los pies en el agua,
recorren nuestros ojos, con vasto amor, el mundo:
respiramos un aire ya fuera de la muerte.
LA MISA MÁS GRANDIOSA DEL CIELO Y DE LA TIERRA
Agradece a Dios Rafael Alfaro el regalo de su Presencia en el templo de la Naturaleza, celebrando “la Misa más grandiosa del cielo y de la tierra”. Los que hemos asistido a Eucaristías de Campaña en la cumbre de una montaña o a la orilla de un río, nunca olvidaremos tan emotiva experiencia. Sugerencia: al salir un día al campo, ¿podríamos rezar allí un canto cósmico al Jardinero Mayor de la Primavera?
GRACIAS, DIOS MÍO, POR TU INVITACIÓN
Gracias, Dios mío, por tu invitación
a celebrar la Misa más grandiosa
del cielo y de la tierra.
El mar nos ofrecía su mantel
con el bordado encaje de sus playas.
Las montañas, los bosques y los prados,
sus flores y floreros.
El sol y las estrellas y la luna
los cirios encendidos de su Pascua.
El canto de los pájaros y el son
de los ríos, su coro más grandioso.
Y las nubes, su incienso en la gloriosa
bóveda de los cielos, bendecida
por la aspersión preciosa de una lluvia
canonizada por el arco iris...
Y Tú, Señor, el Pan
partido y repartido y compartido.
Tu mesa relucía en la llanura
inmensa de la Historia, conducida
por tu Padre en el ritmo del Espíritu.
Aquí y ahora y siempre
y por los siglos de los siglos, hoy
te alabamos y te glorificamos.
Mara na tha. Amen. Alleluia!
Y LAS COSAS SE QUEDAN DE RODILLAS
El Universo es una gran familia de hermanos: el hombre, los animales, las plantas, las cosas... También las cosas. “Su plegaria / consiste en ser ahí y estar dichosas...” nos señala Jesús Tomé. La hermana montaña, el hermano sol y la hermana luna, la hermana piedra... Bonito ejercicio de diálogo con la piedra construyó León Felipe al escribir: “Así es mi vida, piedra, como tú, piedra pequeña; como tú, piedra ligera; como tú, canto que ruedas por las calzadas y las veredas...”.Sugerencia: útil ejercicio de sensibilidad sería dialogar con algún objeto de la naturaleza; un limón, un vaso de agua… (Pablo Neruda fue maestro de solidaridad en sus “Odas elementales”). Le diríamos que le queremos y le daríamos las gracias por su presencia... Y el ser que nos escucha haría las mismas preguntas al orante (en gestalt se cambia de lugar al cambiar de personaje). No lo olvidemos: “Contemplo cada cosa y digo: Dios...”. Nosotros también podemos vivir nuestra oración silenciosamente, como las cosas, cuya “plegaria / consiste en ser ahí y estar dichosos...”
CONTEMPLO CADA COSA
Y DIGO: DIOS...
Contemplo cada cosa y digo: Dios.
No porque sea Dios. Pero las cosas
tienen un corazón donde Tú habitas,
un corazón de sombra y de silencio:
(Donde acaba la nada Dios empieza).
Y las cosas se quedan de rodillas
con sus manos de espera levantadas
rezando oscuramente y sin sonido.
Se dicen simplemente. Su plegaria
consiste en ser ahí y estar dichosas.
Y yo no me resigno. Ni siquiera
ser silenciosa piedra que no sabe
sino decirse a solas simplemente.
POESÍA PARA MEDITAR
Índice general de temas: pulsar aquí.
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1. DENTRO DE MÍ
1. En el mismísimo centro de nuestro ser
A SOLAS SOY ALGUIEN, de Gabriel Celaya
EL ASTRÓNOMO, de Kahlil Gibran
UNIVERSO ABREVIADO, de Jesús Mauleón
2. Si al silencio llegaras, dulce Dios
SI AL SILENCIO LLEGARAS, de Concha Zardoya
EL MANANTIAL, de Segundo de Dios
LA FE, de Carlos Salomón
y3. Voz de lejos, más allá de la frontera del corazón
LA MEDITACIÓN, de Moreno Villa
DESDE DÓNDE ME LLAMAN, de Jesús Tomé
ESTÁS EN MÍ, SR., EN MÍ TE ENCUENTRO, de Gómez Pascual
2. VERSOS PARA ORAR EN LA NATURALEZA
1. Hermano sol, hermana luna
LA TIERRA ES TUYA, de Concha Zardoya
GRACIAS, DIOS MÍO POR TU INVITACIÓN, de R. Alfaro
CONTEMPLO CADA COSA Y DIGO: DIOS, de Jesús Tomé
2.Buenos días, felices días nos dé Dios
MAÑANA FELIZ, de Carlos Sahagún
MI AMADO, LAS MONTAÑAS, de Rafael Alfaro
VISIÓN, de Ernestina de Champourcin
3.Sí, pero aquella noche…
QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, de Eugenio Florit
EL HUERTO, de Antonio Pereira
ESTE ÚLTIMO AÑO, de Juan Mollá
4.Una mano invisible le alisa la pelambre
CRUZÓ EL PERRO LA CALLE, de Ernestina de Champourcin
ME DA PENA, SEÑOR, de Susana March
CÁNTICO DE LAS CRIATURAS, de san Francisco de Asís