Otro “alavés” elegido por Francisco para pastorear en Latinoamérica Álvaro Chordi llamado a ser un obispo encarnado en el pueblo chileno
Chordi fue ordenado en Vitoria por monseñor Asurmendi en 1999, fue párroco de San Andrés, impulsor del proyecto de Egibide y responsable de Juventud en la Diócesis de Vitoria de 2003 a 2008
“No somos misioneros francotiradores, pues hay un pasado y un futuro allá por donde pasamos y ejercemos nuestro servicio”
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Ayer la Santa Sede hizo público el nombramiento de Álvaro Chordi Miranda como nuevo obispo auxiliar de Santiago de Chile. La Diócesis de Vitoria se hizo eco con gozo de la noticia y se recordaba su paso y su huella hasta que el 5 de agosto 2015, festividad de la patrona de Vitoria-Gasteiz, la Virgen Blanca, ponía pie en una nueva tierra, Chile.
El pasado mes de febrero, invitado por Misiones Diocesanas Vascas, participó en una mesa redonda, y en el marco de aquel encuentro confesó algunos sentimientos que hoy, con su permiso, recojo en esta semblanza del nuevo obispo auxiliar de Santiago de Chile.
“Cuando aterricé en el aeropuerto de Santiago, un 5 de agosto de 2015, llegaba con el corazón agradecido de tanta vida recibida en estas tierras, abierto a una misión evangelizadora amplia y con una inquietud espiritual profunda que entonces enunciaba como “volver a Nazaret” y que todavía está desentrañándose.”
Álvaro no era consciente entonces ni de los cambios que experimentaría su vida, ni de las renuncias que tendría que hacer, ni de lo que el Señor le podría acabar pidiendo. Su vida se vió alterada en cosas tan triviales aparentemente como la comida, “Acostumbrado a la cocina vasca, donde la materia prima es de calidad, con una elaboración exquisita, te tienes que despojar de tu gastronomía de origen e iniciarte en la cocina criolla que destaca por sus variados sabores, ingredientes y colores, acompañada de bebidas alcohólicas como el pisco y el vino chilenos. La cazuela, el pastel de choclo, los asados, la carbonada, el charquicán, los porotos granados, las empanadas de pino, el curanto, los completos, las marraquetas, las sopaipillas… condimentados con ají, cilantro y merkén. Se digieren demasiados carbohidratos y nos encanta la palta (aguacate), el “oro verde” de Chile.”
Compartir un idioma no necesariamente implica usar un mismo lenguaje y eso los españoles e hispanos lo sabemos bien. Álvaro lo expresaba de esta manera: “el ritmo, la pronunciación y el léxico es original, muy diferente. Necesitas un libro de modismos y dichos chilenos para entenderles: weón, cachay, sí po/no po, al tiro, pololear, flaite, cuico, palta, bacan, fome, nomás, etc.”
A lo largo de estos años en Chile Álvaro ha sabido “dejarse hacer”, saltar sin red y aprender de cada situación y persona con la que se ha ido cruzando en su ministerio sacerdotal. Álvaro confesaba cuál era el regalo que Dios le había hecho estos años: “Dios me ha hecho varios regalos en estos años latinoamericanos, pero quizás el más significativo sea vivir hoy una vocación ENCARNADA, gracias a que me di el permiso para sentir, afectarme, arriesgarme en la amistad, la intimidad célibe y el amor, reconociendo por primera vez mi cuerpo, mi emocionalidad e implicando más mis afectos en las relaciones interpersonales. Y junto a ello, he aprendido a adelgazar el “deber ser”, cuestionando mi estilo de vida desde lo real y emocional. En definitiva, mi proceso de inculturación ha generado en mí mayor humanidad, mayor compasión, mayor entrega. ¡Dios me ha humanizado!”
Ajeno a lo que Dios le estaba preparando hace cuatro meses decía: “Me siento de esa tierra que hoy considero mi patria. Chile está siendo una oportunidad de encarnación –“se hizo carne”– en el mediodía de mi vida. Quedan años por delante en los que seguir amando y sirviendo a otros en esa tierra austral.”
Ahora, desde su condición de obispo, Álvaro podrá dar un empuje a planteamientos como el que expresaba en el encuentro en Vitoria. Planteamientos que beben directamente del mensaje del Papa Francisco en Querida Amazonía: “Una persona no se “incultura”, sino que más bien se encarna en un pueblo, es el Evangelio el que se incultura; un proceso largo que dura varias generaciones y cuyo protagonista es la Iglesia local. “La inculturación es la encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas y al mismo tiempo la introducción de estas culturas en la vida de la Iglesia. En este proceso los pueblos son protagonistas y acompañados por sus agentes y pastores”. No somos misioneros francotiradores, pues hay un pasado y un futuro allá por donde pasamos y ejercemos nuestro servicio. La Iglesia local es la que queda allá, es la que se enriquecerá con nuestra presencia misionera. Nosotros estamos de paso, facilitamos que la comunidad se enraíce en el Señor y crezca, haciendo surgir nuevos liderazgos oriundos, acompañándolos con delicadeza y sana distancia. El lema de nuestra parroquia es “Con un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio”, que recoge la mejor tradición eclesial latinoamericana y sintoniza con “una Iglesia presente y aliada con el pueblo en sus territorios”.
Chordi no habla de oídas, su recorrido humano, personal, sacerdotal le dan el aval pra predicar afirmaciones como estas: “Llevo varios años trabajando con migrantes, refugiados y desplazados desde la Parroquia de San Saturnino y la Fundación Frè en el barrio Yungay. Yo también soy migrante y experimento el desarraigo familiar, comunitario, cultural y religioso que vivimos todas las personas extranjeras que nos encontramos en tierra extraña. No hui de la guerra, de la violencia, de la persecución política o religiosa, de los desastres naturales ni de la pobreza extrema, pero sí experimenté ser “forastero y peregrino de la tierra”. Tampoco fui explotado ni sufrí la violencia ni la trata de personas, el abuso físico ni psicológico, ni sufrimientos indescriptibles que viven la mayoría de los migrantes, especialmente haitianos y haitianas. Más bien, acepté ser enviado a aquellas tierras australes por el Movimiento Adsis desde la diócesis de Vitoria. Nunca pensé que esta decisión vocacional, comunitaria y misionera iba a cambiar radicalmente mi vida. Las transformaciones personales, comunitarias, eclesiales y sociales vividas en Chile han sido motivo de sufrimiento humano y crecimiento cristiano, recuperando las dimensiones de la Encarnación y el ministerio público de Jesús como un camino para comprender mejor la acción de Dios ante el sufrimiento humano.”
A lo largo de siete años Alvaro Chordi ha conocido la realidad social, religiosa y política de Chile. En momentos históricos de este país austral. Conoce a su pueblo, y sigue aprendiendo de él. Ahora, el Papa Francisco pone en sus manos un “barrio” más grande, para que sin perder su opción por el barrio la lleve a gran escala.
Non solum sed etiam
No voy a privarme de presumir de tener en Álvaro Chordi a un amigo, y no solo del Facebook, que por cierto abrió su perfil para que su padre, que padece sordera, siguiese las andanzas de su hijo, un misionero vasco al otro lado del charco.
Y aún a riesgo de que se enfade un poquito por compartir su respuesta por whasap me parece también ilustrativa del perfil de este sacerdote llamado a ser obispo encarnado en el pueblo chileno.
“Muchas gracias, Vicente.
Me siento sorprendido por el llamado y excedido por el amor de Dios.
La verdad es que me costó agrandar el Sí de María, pero el Espíritu del Señor me concedió las fuerzas para consentir a la voluntad de Dios en esta hora de mi vida y en esta hora eclesial.
Rezo para que Él me enseñe a ser "servidor de Dios y hermano de todos". Gracias por tu felicitación y oración.”